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Hace unos días, tuve una conversación medianamente larga con un pescador que me explicaba por pelos y señales que el color que el quería de un determinado señuelo era absolutamente determinante a la hora de capturar los peces de su zona. Me ponía ejemplos, uno tras otro, de como el, con esa librea se llevaba todos los peces mientras los otros no se comían un colín y de que no quería probar otro, por muy parecido que fuese, porque aquel era el único que vendimiaba.

Durante la conversación me dijo que a pesar de su escasa experiencia en la pesca a spinning, lo que había aprendido y tenía muy claro era la relevancia que podía llegar a tener una determinada imitación, y no estaba dispuesto a arriesgarse a escoger otra porque sabía de antemano que no le iba a funcionar. Intenté explicarle que quizás lo que le había funcionado era una combinación de cebo/color/acción en un determinado momento de luz, actividad, vientos y mareas, pero no hubo forma de que lo quisiera entender. Todo esto me recuerda una de esas pelis que hemos visto cien veces y que de vez en cuando vuelven a aparecer en la tele, pero no debemos de olvidar que todos hemos pasado por ese momento de gran confianza por una cosa u otra y sabemos que es normal.

Toda esta introducción en el fondo solo me sirve para proponeros un tema de conversación: ¿en base a que elementos decidís el color del señuelo que vais a usar en un determinado momento del día?

Por si interesa allá van mis referencias; el color del agua y la luz ambiente priman sobre cualquier otra variable que pueda haber. Con aguas muy claras y mucha luz intento usar libreas brillantes y con reflejos que puedan aprovechar la luz para destacar. Con aguas claras y poca luz me quedo en el ámbito más natural posible y no estoy tan seguro de que un color sardina pueda prevaler sobre el color boga o el plata con lomo negro. Con aguas tomadas y en diferentes condiciones lumínicas me aventuro en el mundo funky de los colores más brillantes, como al chartreuse por ejemplo.

Dicho esto hay algunos colores sobre los que apuesto continuamente y más allá de cualquier lógica o combinación ambiental: natural tipo plata con lomo azul o negro y el blanco. Y si me apuras entre estos el "¡Tu si que vales!" se lo lleva el blanco (y no siempre lo tengo), sin pensarlo dos veces. A veces podría llegar a fijarme en el colore del fondo, pero en general donde pesco suele haberlos mixtos con rocas, posidonias con manchas de arena o algo similar, por lo tanto es difícil que influya demasiado en mis elección. Otros elementos importantes pueden ser las condiciones del mar y de las mareas, pero en este caso tienen más importancia a la hora de elegir el tipo de señuelo y el tamaño. Y finalmente remato el asunto confesando que bajo ningún concepto estoy seguro de que mis elecciones sean las correctas, y que más de una vez me dejo guiar por aquel gusanito que cada pescador debería de tener dentro y que se llama "sentido del agua" o más comúnmente"instinto". En fin, ya tenéis la pregunta, espero vuestras respuestas en los comentarios

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No se como lo lleváis vosotros pero yo, por cada mes que pasa quiero equipos que pesen 1 gramo menos, y ya llevo con esta racha un tiempo así que el proceso de adelgazamiento está bien encaminado. La realidad es que está clarísimo que para la pesca en nuestras aguas, un carrete de tamaño 3000 (Medidas Daiwa o 4000 medida Shimano) es más que suficiente para doblegar a la gran mayoría de peces que podemos pegar a spinning. Hasta un 2000 viene bien para muchas ocasiones, sobre todo con Lubinas y depredadores de pequeño tamaño, y atunes a parte la fauna autóctona realmente no pide más.

Team Daiwa Bradia Reel. SB800 through Lastolite Umbrella Box and SB800 through LumiQuest Softbox IIIÚltimamente he hecho TODAS mis pescas en agua salada con dos cañas, las travel de Lamiglas que respectivamente lanzan hasta 21 y hasta 42 gramos, nada más; y con ellas me he apañado con Lubinas, Anjovas, Barracudas, Bonitos y otros simpáticos animalitos con aletas. En ningún momento he echado de menos u necesitado un equipo más potente, y mi cuerpo y mi espíritu han gozado mucho con esta caballería ligera, y aún así sorprendentemente potente. Será la edad o será que cada día me apetece más disfrutar de todas las pequeñas sensaciones que me puede ofrecer nuestra afición, pero lo de pescar ligero me da vidilla para encontrar cositas nuevas que probar, poder aprovechar un abanico siempre más amplio de señuelos saqueando hasta del cajón del agua dulce.

Con la siete pies que lanza hasta 21 gramos, el Team Daiwa Bradia 2000 y un tuf line de 10 libras me aventuro por los barrios más conflictivos del Mediterráneo y en cada picada disfruto de lo lindo. Inútil recordar, a los más incrédulos, que un buen trenzado de 10 libras aguanta la tira y si no hay que parar un tren acaba ganándole el pulso a muchos bicharracos con malas pulgas. Y si tenéis señuelos más pesados tirad de una 40g y un 20lb, yo lo tengo puesto en el Certate 3500 que me gustaría cambiar cuanto antes por uno de tamaño un pelín inferior y un poco más ligero, ya sabes para daros la lata aún más en el futuro. Así es, el abuelete reduce marchas, y espérate a que encuentre equipos más ligeros para el trópico ¡eso si que va a ser entretenido!

A ver que opina la tribu del spinning sobre este asunto, los comentarios están habilitados

La verdad es que hasta hace casi un añito, las Barracudas de casa nuestra me dejaban un poco frío. En mi aguado cerebro navegaba ofuscado el recuerdo de un pez muy soso de pescar, que peleaba poco y encima era difícil de engañar con un señuelo. En Septiembre del 2010, durante una sesión endemoniada en el Estrecho me volví a topar con ellos, y mira tu por donde, los animalitos me hicieron sudar las siete camisas antes de poderles fotografiar. "Cosas del Estrecho" pensé en mis adentros, allí la corriente es muy fuerte, que si las mareas, que si el agua más fría, en fin una pelicula para mi solito, como intentando convencerme que al final no era para tanto...pero la mosca ya estaba detrás la oreja.

Este otoño, embarcado con mi respetadísimo skipper catalán, me los volví a encontrar por el camino, inesperados, pero bien recibidos. El primero entró al Habano, pero lo gracioso no fue que intentara zampárselo mientras lo movía de aquella manera tan sexy, sino que se abalanzó sobre el pobrecito cuando lo tenía parado, y a pocos metros del barco: casi me da un infarto. En el mismo día entraron más, y todos seguían el mismo patrón: parada en seco, poca lucha o nadando hacía el barco y una vez cerca una lucha a muerte con caña doblada y freno chirriando como una cotorra en celo.

¡Vaya! Al final me ha tocado hacer la paz y pedir disculpa al sindicato de Barracudas & Espetones, ahora cuando voy a los sitios pregunto:¿Hay Barracudas?