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Allá va la historia, completita, por si se puede sacar beneficio de ella: como ir a pescar sin morir en el intento.

El Sábado me metí en modo Carpax y bastante tarde por la mañana arranqué el coche lleno de bártulos y entusiasmo del bueno, el de los chiquillos de cincuenta y un tacos. Según las enseñanzas de mi "drill sergeant" llevaba el "camel" hasta arriba de agua fresquita, un sándwich y mis barritas de sésamo y miel, para rellenar huecos.

De la pesca - que fue buena - hablaré en otro post, ahora vamos con los acontecimientos escabrosos, que se que os gustan mucho, panda cotillas. Llevaba pescando unas cuatro horas, el son estaba hermoso, hacía un calor horroroso y los bordes de la reculas y en general la orilla apestaba por el barro que había. Cada paso costaba lo suyo y cuando había que acercarse para lanzar a las carpas la cosa tenía migas.

A esto de las seis de la tarde empecé a notar que estaba un poco mareado y tuve que tumbarme porque tenía la espalda muy dolida por el peso del chaleco, señuelos y mochila con el camel. Empecé a notar una sensación de agotamiento que me estaba quitando aliento y fuerza en el cuerpo y al reincorporarme, a pesar de ver muchas colas de carpas asomando decidí volver al coche. Escogí tirar por fuera, para evitar el lodo y crucé campo a través.

Me quedaba todavía agua, y había bebido todo el tiempo además de comerme una barrita - el sándwich lo había despachado nada más llegar - pero por cuanto bebiese no conseguía recuperarme del afán y la cuesta entre los girasoles se estaba haciendo eterna.

Llegado a la que creía que era la carretera me encontré encima de una colina que pudiera haberme ahorrado porque delante mío tenía ahora una cuesta abajo por un campo arado. Si solo hubiese cruzado más cerca del pantano me hubiese ahorrado medio kilómetro de camino muy incómodo: las fuerzas iban cada paso a menos y estaba empapado de sudor.

Me senté un rato a la sobra de un pinar intentando recuperar fuerzas y solo conseguí que me entraran los sudores fríos, y que se me entumecieran las piernas. Empecé a preocuparme en serio. Sacando fuerza de no sé donde resumí el camino y al poco divisé el coche, una visión que me levantó el ánimo lo suficiente como para no caerme allí mismo y seguir hasta poderme deshacer de lo que llevaba encima y quedarme sentado intentando respirar hondo.

La vuelta a casa tampoco fue muy agradable, tuve sudores fríos, calambre fuertísimo en los pies, notaba como si me estuviese atacando la gripe y estaba más que cansado, derruido diría.

¿Porque os he soltado este rollo de hombre de media edad que casi la palma por hacer el machote? Pues para evitar que a alguien le pase lo mismo por no estar bien organizado o aún estándolo, se encuentre en una situación como la mía, donde la extenuación te ataca por sorpresa.

Mi sargento me ha enseñado lo siguiente y así os lo cuento:

Llevar SIEMPRE agua, de hecho tenemos un "camel" de casi dos litros que se mete medio lleno en el congelador uno o dos días antes de la salida de pesca y que se rellena del todo por la mañana del mismo día. Agua fresca asegurada hasta que se agote. Tened en cuenta que dos litros de agua, bajo el sol y teniendo que caminar en sitios incómodos duran un máximo de 4/5 horas por lo tanto, si el día va a ser largo, además del líquido que entre en el "camel" hay que llevar un litro de Aquarius o similar, y otro litro o dos de agua. Mi reserva ideal estaría compuesta por camel+botella de Coca-Cola de 500cc para la pausa comida (previamente congelada para que mantenga el fresco) +Aquarius en botella de 1l (también congelada). Todo esto pesa pero poco a poco va menguando.

Barritas energética. El sargento Jorge no lleva, no quiere y no les gustan. A mi si, proporcionan azúcar e hidratos de forma rápida y te sacan de un apuro.

Fruta: El sargento lleva, yo nunca porque se me olvida, pero él tiene la razón. Son muy recomendable los plátanos porque contienen mucho potasio, a mi me dan asco por lo tanto tendré que encontrar un sustituto para solventar el problema de los calambres.

Neverita donde guardar la fruta y las bebidas de repuesto, se queda en el coche y es como un oasis para cuando se acaba la pesca. Para conservar todo frío se usan los bloques de hielo sintéticos.

Comida para el almuerzo, suele tratarse de bocadillos pero si alguien conoce una mejor opción que proporcione mejor energía que no se prive de ella. Se me ocurre pensar en una ensalada de arroz, pero es más engorrosa de llevar a cuestas.

Llevar poco peso. Esta es la parte de todo el asunto que me cuesta entender, voy siempre cargado como un burro y entre chaleco, señuelos, cabezas plomadas, cámara de foto y reserva de agua parece que en lugar de la chepa de Quasimodo llevo a el mismo a cuesta. Esto me parte las piernas y me hunde los hombros, acabo hecho un asco. Pero, después de haber visto las orejas al lobo he tomado finalmente la decisión de rectificar también este punto tan controvertido y quitar algo de peso en los señuelos y plomos..

Llevar buenos calzados, yo estoy todavía en ello, de momento en todos los que llevo se me mueve el pie, me chocan los dedos y al final del día, cuando me los quito me parece que me los hayan cortado. Llevar gorra y ropa ligera.

No ir solos o, si hay que hacerlo porque no tienes un compañero de pesca dejar en casa las señas de donde estás o el teléfono de un amigo que conozca el lugar.

Seguro que mi sargento tendrá algo para añadir, ya me ha echado más de una bronca y más tendrá que regañarme en el futuro. Lo dejo aquí, a pesar de que el verano está acabando espero os pueda servir para el futuro. Me gustaría leer vuestros comentarios, seguro que tenéis muchas cosas que aportar y experiencias que contar, agradecería que los dejarais aquí en lugar de Facebook, cada cosita en su sitio. Gracias por aguantarme, evitaré intentar de volver a suicidarme, lo prometo.

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Hace unos días, tuve una conversación medianamente larga con un pescador que me explicaba por pelos y señales que el color que el quería de un determinado señuelo era absolutamente determinante a la hora de capturar los peces de su zona. Me ponía ejemplos, uno tras otro, de como el, con esa librea se llevaba todos los peces mientras los otros no se comían un colín y de que no quería probar otro, por muy parecido que fuese, porque aquel era el único que vendimiaba.

Durante la conversación me dijo que a pesar de su escasa experiencia en la pesca a spinning, lo que había aprendido y tenía muy claro era la relevancia que podía llegar a tener una determinada imitación, y no estaba dispuesto a arriesgarse a escoger otra porque sabía de antemano que no le iba a funcionar. Intenté explicarle que quizás lo que le había funcionado era una combinación de cebo/color/acción en un determinado momento de luz, actividad, vientos y mareas, pero no hubo forma de que lo quisiera entender. Todo esto me recuerda una de esas pelis que hemos visto cien veces y que de vez en cuando vuelven a aparecer en la tele, pero no debemos de olvidar que todos hemos pasado por ese momento de gran confianza por una cosa u otra y sabemos que es normal.

Toda esta introducción en el fondo solo me sirve para proponeros un tema de conversación: ¿en base a que elementos decidís el color del señuelo que vais a usar en un determinado momento del día?

Por si interesa allá van mis referencias; el color del agua y la luz ambiente priman sobre cualquier otra variable que pueda haber. Con aguas muy claras y mucha luz intento usar libreas brillantes y con reflejos que puedan aprovechar la luz para destacar. Con aguas claras y poca luz me quedo en el ámbito más natural posible y no estoy tan seguro de que un color sardina pueda prevaler sobre el color boga o el plata con lomo negro. Con aguas tomadas y en diferentes condiciones lumínicas me aventuro en el mundo funky de los colores más brillantes, como al chartreuse por ejemplo.

Dicho esto hay algunos colores sobre los que apuesto continuamente y más allá de cualquier lógica o combinación ambiental: natural tipo plata con lomo azul o negro y el blanco. Y si me apuras entre estos el "¡Tu si que vales!" se lo lleva el blanco (y no siempre lo tengo), sin pensarlo dos veces. A veces podría llegar a fijarme en el colore del fondo, pero en general donde pesco suele haberlos mixtos con rocas, posidonias con manchas de arena o algo similar, por lo tanto es difícil que influya demasiado en mis elección. Otros elementos importantes pueden ser las condiciones del mar y de las mareas, pero en este caso tienen más importancia a la hora de elegir el tipo de señuelo y el tamaño. Y finalmente remato el asunto confesando que bajo ningún concepto estoy seguro de que mis elecciones sean las correctas, y que más de una vez me dejo guiar por aquel gusanito que cada pescador debería de tener dentro y que se llama "sentido del agua" o más comúnmente"instinto". En fin, ya tenéis la pregunta, espero vuestras respuestas en los comentarios

Sentando delante de mi ordenador miro por la ventana y en pleno verano, justamente el 2 de julio alas 13:07, hay una tormenta de un par de narices con agua que cae a cántaros. Truenos y relámpagos decoran la de por si tenebrosa atmósfera, pero la verdad es que vivirlo desde casa tiene su no se que, en fin casi me gusta.

Disfruto del olor de la tierra mojada que entra por la ventana abierta, por un momento cubre la contaminación de Madrid y suaviza el ruido de los coches que pasan. Pero esto no es normal. No lo es porque en Madrid el calor ha llegado hace muy poco y encima lo que tenemos es un clima absolutamente tropical, con 35/37 grados durante el día y al llegar del atardecer se obscurece el cielo y empieza a descargar agua con grandes muestras de poderío divino, entre más estruendos y más rayos.

Toda esta poética introducción sirve simplemente para abrir un nuevo tema de debate, posiblemente poco científico pero sin duda práctico, que quizás nos pueda ayudar a entender si este clima, tan peculiar está afectando nuestra pesca.

¿Pasa algo a las criaturas marinas? ¿Estáis notando comportamientos diferentes? ¿Algunos han llegado tarde de sus migraciones? ¿Se alimentan de manera distinta?

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