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He vuelto de Maldivas con unos recuerdos totalmente novedosos para mi, mucha lluvia, viento, pesca a fases alternas y mucho tráfico por los atolones, algo que nunca me había pasado en los siete viajes anteriores y que, supongo, antes o después tenía que ocurrir. Hemos empezado con unos días espectaculares, calma chicha y sol pero poca pesca, según nos acercábamos a la luna llena la pesca iba mejorando proporcionalmente al tiempo que se hacía cada día más feo.

Los últimos tres días, en un mar que más bien podría haber recordado el Atlántico norte en un momento de malhumor, ha habido muchas picadas sin peces de tamaño espectacular, a parte un buen GT que estimamos unos 25kg. Lo curioso es que los animalitos parecía ignorar los señuelos de toda la vida, para enfadarse mucho con pequeños stickbaits u paseantes dejando nadar con tranquilidad los grandes poppers. Sinónimo de una actividad muy selectiva, y de que también en el trópico hay que aguzar el ingenio para sacar las castañas del fuego.

Desde luego no era echar y sacar un pez, y la diferencia en experiencia entre los participantes se ha notado, aún más con esa mar que dificultaba bastante la estabilidad, los lances y la gestión de las peleas. Tampoco era de lo más agradable estar lanzando bajo una lluvia incesante; agua para abajo, agua para arriba y los reumas frotándose las manos... Servidor, en este maremagnum de extraños sucesos se dedicó a la pesca ligera y al parecer no podía haber elegido mejor ocasión.

Tenía dos planes, el primero pescar el arrecife con una caña de potencia mediana, cual la Major Craft Offblow OB77PG (80g de potencia máxima) acoplada a un Saltiga 4500H y trenza de 50 libras, y luego los bajíos con una Sage de 20g y una trenza de 10lb en busca de las criaturas que cazan en un palmo de agua. También quería poner a dura proba material de Molix que ni por asomo está diseñado por tales menesteres, y ver que tal iba a aguantar el (nunca mejor dicho) chaparrón.

La Offblow se ha portado de maravilla, ahora que la tengo en mi cañero justo detrás de mi mesa la miro maravillado por lo que ha podido aguantar: malos tratos y brutalidades de las buenas (malas). Además mi amiga Eva estuvo trabajando con la OB710LC, un pelín más potente y acoplada con un Stella 10000 nuevo y trenza de 65lb y estaba encantada, un equipo estupendo para quien no tenga ambiciones de sacar el monstruo de los abismos (y tampoco estoy seguro de que no pueda con ello) y quiera disfrutar más de la dura jornada de pesca.

Con mi antigua Sage, que lleva 22 años con este servidor he disfrutado como un niño chico sacando peces de coloretes en las someras aguas Maldivianas, con cortas e intensas peleas con Meros, Emperors, Ballestas y Pargos del tamaño de una zapatilla (o menos) y una agresividad y fuerza sorprendente. Una pesca que recomiendo a todo el mundo y que yo, por razones desconocidas he probado solo en el octavo viaje al archipiélago. Bastante harto de GT me entusiasma la picada de un red Snapper o un Mero, para no hablar de Wahoo o un Vela.

Lo de masacrar los señuelos de Molix ha sido un fracaso completo, no lo he conseguido... Esperaba ver el Brigante Explotar a la primera carrera de un depredador entrado en carne, el Proteus salir agujereado después del primer mordisco de una barracuda o el Super Finder partido por la mitad pero nada de esto ha ocurrido. He empezado usándolos con anillas y anzuelos originales y he conseguido sacar GT, Pargos y Bluefin Trevally pero los triples, diseñados para otras criaturas iban cediendo, aún con los SJ46 de Owner puestos la situación tampoco cambiaba mucho, y me encontraba otra vez con los anzuelos abiertos.

Ningún problema con las anillas, ni las originales que no he cambiado en ningún momento, otra demostración de robusteza de las Hyper Split Rings, que ya han sustituido Owner y Duel en mi arsenal. En la pesca ligera se partían los triples más por torpeza del marinero que por la fuerza de los bichos, y si alguna se deformaba era más por la fuerza que tienen en las mandíbulas que por la tracción, pero es cierto que pescaba con línea de 10 libras y el freno blandito.

El Proteus 130 ha sido seguramente protagonista de muchas de las picadas que he tenido, sacando peces cuando ningún otro señuelo mantenía tanta regularidad. Muy buenos resultados los del Brigante, que solo he podido usar en los días de buen tiempo porque en los de mucho viento no lograba sacarle mucha distancia en los lances. También ha pescado el Super Finde Jerk, pero no ha brillado como los otros dos artificiales, algo curioso  por las circunstancias que favorecían señuelos de tamaño mediano, pero creo que el cuerpo demasiado esbelto y el tipo de natación que brinda resultados maravillosos en nuestras aguas, allí no acaba de cuajar.

Para los bichitos ha triunfado el Piper, ¡como no!, el Shamann, el Punitor y el Sligozzo montado con un anzuelo Tswimbait weighted de OMTDpero los ballestas asesinaban todas las colas de los vinilos y por esto me decanté por cebos duros. Otro artificial que ha funcionado muy bien en todos los tamaños que llevábamos, ha sido el Tropical Jerk della Real Winner. A jigging he usado ambos el Jugolo vertical y el Theos, con buenos resultados pero la pesca en vertical no ha sido muy interesante, hasta el punto que en algún momento he dejado la Lamiglas de 60lb en favor de la Sage con un Jugolo Casting de 40g y me he divertido haciendo un jigging súper ligero, a veces con consecuencias traumáticas 🙂

Si me quedaban cuatro pelos en la cabeza el fin de semana pasado se han caído definitivamente; ¡vaya ventarrón que hemos encontrado en el Estrecho! Volvimos a juntarnos con Paquito y Vincenzo y esta vez se añadió al grupo César Pecellín, un señor que los aficionados al Black Bass conocen muy bien y que se aventuraba por primera vez, oficialmente por lo menos, en aguas saladas. La misión era de grabar material para Molix, y es por esto que solo estuvimos pescando con los señuelos de la marca italiana y teníamos a Dani Salas, chico encantador donde los haya, detrás de la videocámara. El primer día de pesca, por la mañana, nos tocó desde tierra, entre olas y algas flotantes salieron una Baila y una pequeña Lubina, este de mano de César, que se estrenaba con maña.

Por la tarde, levante o no levante decidimos aventurarnos en la bahía de Algeciras, donde encontramos las Barracudas en el ruedo, dispuestas a embestir con alegría. Por alegría la nuestra, que por fin pudimos empezar a grabar en serio, ya que a esto veníamos, y según el señor Windguru posibilidades de cumplir con nuestra tarea teníamos muy pocas. Por supuesto se trataba de pescar con señuelos como el Audace, que trincó el primer Barra y cayó en la lucha, a causa del hilo atravesado en la boca del depredador. Despido con tristeza al amigo, ya mullido y machacado al que quería hacer una foto antes de jubilarlo, y robo otro a Vincenzo, así de claro.

Por la mañana del día siguiente amanecemos en el campo de batalla: levante a más de 20 nudos pero un gran experto del Estrecho nos da las indicaciones para poder salir a pescar sin riesgo, y se cumplen a rajatabla. La mar, apenas movida se entrega a un puñado de guerreros sedientos de sangre de...bonitos, y estos, así de generosos y agresivos como siempre no se dejan esperar. Hay picadas espectaculares, carreras, carretes echando humo, peleas a cuchillo, dos bichos en un señuelo, picadas cuádruples, ganadores y perdedores, la historia de siempre que bien conocen ustedes. Pescamos con diferentes señuelos pero esa mañana el mata que remata fue el Proteus 130, el querido calabacín, un cohete que pesca como un condenado. Por la tarde el viento nos asedia y solo nos queda hacer unos remates de grabaciones que teníamos pendientes.

El último día, con el valiente capitán Paquito al timón volvemos a salir, nos espera un panorama parecido al del día anterior pero hay un nuevo plan. Después de ponernos morados con los Bonitos, vamos a peinar un sitio de la costa que gusta mucha a nuestro comandante, y con razón. Después de pocos lances engancho un bicho que me bloquea el señuelo en seco y luego, con tranquilidad empieza a dar señales de vida. El destino decide que para hoy no es y la criatura se suelta. Sigo lanzando el Super Finder, el Nacho Vidal de los jerkbaits un trasto de 19cm por 47gramos; lleva toda la mañana marcando la diferencia con el resto de los cartuchos y no lo quito ni bajo amenaza de quedarme sin vino en la cena. Kapow! Otro mordisco de los buenos y esta vez, bien clavado, el animal no se suelta y da guerra como un machote. Una barracuda larga de Tarifa a Los Caños sube a bordo, y amablemente se deja fotografiar. Vincenzo me acompaña a los pocos minutos con otra, y acto seguido el Levante que vuelve en pompa magna nos aconseja retirarnos para no acabar el día en Portugal.

Pos si chiquillos, tres días de pesca en el Estrecho, mágico como siempre, en contra de vientos y mareas acompañados por Paquito que de spinning por estos lares sabe un rato, en buena compañía y trabajando a gusto. Así se hace y así hay que seguir haciéndolo, que le guste o menos a Eolo.

Anda que no hay jerkbaits en este planeta, cada marca tendrá por lo menos una docena en su catálogo así que me dirás para que se van a diseñar y comercializar más, con la crisis galopante que nos remoja a diario. Bien, al parecer alguna que otra razón debe haberla porque a veces, entre tantos copiadores de las copias de los falsos originales hay alguien, más despabilado y seguramente con mejores ideas que da el zarpazo con algo que se sale del montón, tiene estilo y personalidad propia. La historia es la de un señuelo que servidor ha cariñosamente nombrado "Er Capoccione", que en mi idioma nativo significa "El Cabezón", pero su nombre de pila es Audace, audaz para los Castellano hablantes. Resulta que el invento seguía con las pinturas nuevas bien dormidido en mi caja, en su activo un Sargo entre la espuma tarragonense en una cita anterior con el generoso Delta, pero nada más.

Convencido de sus inmensas calidades, y ya definitivamente vencido por su indudable encanto, lo puse con ganas, decidido a dar prueba de todo aquello que le creía oportuno de hacer y así fue, no defraudó. Audace volaba acompañado por una tramontana fuerza 5 que barría la costa como un latigazo divino. El barco iba derivando a un nudo y medio y servidor, bien plantado en la proa para no caerse empujado por esa brisa macarra, jerkaba sin parar. La espera fue corta y la picada repentina, no sabía de que se trataba pero mi skipper señaló que podría ser un espetón, o Barracuda del Mediterráneo. Como guste. Y acertó.

Ese pez fue solamente el primero de una larga serie de picadas, prácticamente todas con el Audace color Sardina meno un par de ellas con el T-Jerk Verde Tempesta, color mortal, y otra vez la librea segura, Sardina. Salieron con el Audace dos espetones y tres Anjovas además de una nube de Obladas y Serviolitas del tamaño de una barajas de cartas napolitanas. Hubo más picadas sin poder clavar y clavadas sin poder cobrar, en realidad bastante acción en un Delta que, según dicen mis amigos casi autóctonos, llevaba una temporada de las peores. El cambio de viento, que finalmente enfriaba un poco el agua y despertaba la mar, nos vino como anillo al dedo y gracias a la morfología del costa se pudo pescar en toda comodidad, justamente donde queríamos. ¡Así me gustas Delta! Pobrecitos mis amigos, tendrán que aguantarme otra vez