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Había visto este documental hace ya mucho tiempo en la televisión y me impactó. A parte la belleza intrínseca del mismo, ver esa masa impresionante de mis peces favoritos despertó el animal pescador y desde entonces sigo soñando con irme a Belice para pescarlas. En realidad ya estuve en el país centroamericano, pero por el viento nunca pude salir de la barrera y los únicos pargos que toqué fueron unos Criollos y Jocú en la barrera interior. Al estar esa costa expuesta a los vientos del norte y del oeste, se levanta mucha ola que impide salir afuera con las pangas que suele usar los lodges locales. En fin, disfrutadlo y soñar con ellas, o docenas de ellas que suben al popper 🙂

Anda que no hay jerkbaits en este planeta, cada marca tendrá por lo menos una docena en su catálogo así que me dirás para que se van a diseñar y comercializar más, con la crisis galopante que nos remoja a diario. Bien, al parecer alguna que otra razón debe haberla porque a veces, entre tantos copiadores de las copias de los falsos originales hay alguien, más despabilado y seguramente con mejores ideas que da el zarpazo con algo que se sale del montón, tiene estilo y personalidad propia. La historia es la de un señuelo que servidor ha cariñosamente nombrado "Er Capoccione", que en mi idioma nativo significa "El Cabezón", pero su nombre de pila es Audace, audaz para los Castellano hablantes. Resulta que el invento seguía con las pinturas nuevas bien dormidido en mi caja, en su activo un Sargo entre la espuma tarragonense en una cita anterior con el generoso Delta, pero nada más.

Convencido de sus inmensas calidades, y ya definitivamente vencido por su indudable encanto, lo puse con ganas, decidido a dar prueba de todo aquello que le creía oportuno de hacer y así fue, no defraudó. Audace volaba acompañado por una tramontana fuerza 5 que barría la costa como un latigazo divino. El barco iba derivando a un nudo y medio y servidor, bien plantado en la proa para no caerse empujado por esa brisa macarra, jerkaba sin parar. La espera fue corta y la picada repentina, no sabía de que se trataba pero mi skipper señaló que podría ser un espetón, o Barracuda del Mediterráneo. Como guste. Y acertó.

Ese pez fue solamente el primero de una larga serie de picadas, prácticamente todas con el Audace color Sardina meno un par de ellas con el T-Jerk Verde Tempesta, color mortal, y otra vez la librea segura, Sardina. Salieron con el Audace dos espetones y tres Anjovas además de una nube de Obladas y Serviolitas del tamaño de una barajas de cartas napolitanas. Hubo más picadas sin poder clavar y clavadas sin poder cobrar, en realidad bastante acción en un Delta que, según dicen mis amigos casi autóctonos, llevaba una temporada de las peores. El cambio de viento, que finalmente enfriaba un poco el agua y despertaba la mar, nos vino como anillo al dedo y gracias a la morfología del costa se pudo pescar en toda comodidad, justamente donde queríamos. ¡Así me gustas Delta! Pobrecitos mis amigos, tendrán que aguantarme otra vez

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