Historias del mar

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Hace unas semanas estuve pescando en el Estrecho con el SPopper y he podido apreciar, una vez más, que algunos peces resultan más "patosos" a la hora de embucharse tal pedazo de plástico, que otros. Remontando a los últimos años en los que he estado pescando con señuelos de superficie se me ha ocurrido pensar que efectivamente hay animales que son más certeros a la hora de ajustar la mira que otros, y que hay algunos que hasta llegas a preguntarte como demonios han llegado e sobrevivir más tiempo que el Dodo.

El Palometón me parece un ejemplo esclarecedor, sus largas e inútiles persecuciones seguro que han empreñado las retinas de muchos de nosotros y los que hemos enganchado y perdido ya ni se cuentan. Con los Bonitos he tenido media docena de ataque al SPopper y otros señuelos de superficie durante la misma recuperación sin poderme hacer con la picada, y al final el popper se quedaba mirándome al lado del barco preguntándome que demonios había pasado :-). Seguro que los Lubineros tienen sus aventuras y los que tienen la suerte de dejarse los cuernos con Anjovas y Llampugas tendrán más de una historia de inutilidad animal.

Por otro lado, un animal que siempre me ha parecido superdotado en cuanto a inteligencia, mientras quizás solo lo sea en el departamento dental, es el Wahoo. No hay manera de hacerte con uno de ellos, no se como lo hacen pero los hijos de la gran Petona de una manera u la otra llegan al bajo o consiguen comer lo justo para que el cordaje del assist se quede colgando de aquellos cuchillos que les decoran la mandíbula. Mira que tiene puntería el jodío, y siempre se la apaña para desplumarte de todos tus jigs o poppers que sean y hacerte subir el nivel de colesterol.

Un animal que también me parece dotado de buena puntería es la Barracuda, ya que inclusive en las noches más obscuras encuentra el señuelo y lo enviste con la precisión de un franco tirador cosa que no puedo afirmar de la misma manera de las Lubinas, que hay ocasiones en las que fallan más que una escopeta de feria. Recuerdo pescando las Lubinas Rayadas que subían al popper metiéndole a veces un gran porrazo con la cola sin llegar a quedarse enganchadas, una manera de alejar el intruso de su territorio quizás, o de aturdir la presa antes de comerla. ¿Puede que las Labrax de casa nuestra tengan un comportamiento parecido? Personalmente lo he vivido en una sola ocasión en el Delta cuando he visto subir a un paseante un animal de tamaño agobiante y meterle un coletazo al pobre señuelo que de aquel momento ya no volvió a nadar como antes. Quizás los lubineros de raza podrán añadir información valiosa para que aprendamos un poco más sobre nuestros serranidos.

Bien, esto se ha extendido más de la cuenta y ya hay docenas que están cayendo dormidos, para evitar plagas de narcolexia paso la palabras a este ilustre y divertido público que seguro aportará algo más interesante de lo que acabo de escribir ;-).

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Este es un dilema que se me presenta a menudo en la pesca y en la fotografía, donde estos dos momentos tan propios del día, asumen una relevancia considerable ¿es mejor madrugar y aprovechar las primeras horas del día o dejarse llevar por la pereza y/o el encanto de las últimas luces del día?

Si salgo con la cámara al hombro suelo aprovechar más el atardecer que, pereza a parte, suele deparar colores más cálidos y dramáticos con la excepción de salir a hacer fotos en un río cuando empieza a entrar el otoño y a primera hora la diferencia de temperatura entre agua y aire hace despegar una niebla muy sugestiva. En ambos casos nunca dejo el trípode a casa, ya que sin el todo se quedaría en unas tomas borrosas o imposibles de conseguir.

Si de pesca se trata, según las zonas consigo adaptarme a lo que mande el skipper, sin embargo me pasa una cosa muy curiosa, no me gusta salir con el barco cuando es todavía de noche, no me siento cómodo. Lo más extraño es que no me pasa lo mismo cuando se trata de volver de noche, entonces no entiendo de que dependa este estado de ánimo tan peculiar que no tiene nada que ver con un posible aprensión a la obscuridad.

De todas maneras mi psique se encuentra más alegre pescando los atardeceres porque parecen durar más. La idea es que cuanto más vaya bajando el sol más serán las probabilidades de pescar algo interesante, inclusive con Lorenzo dormido y el edredón puesto, aún no amando demasiado las circunstancias de pesca tan poco visual. Así me paso hace poco en el Estrecho, con una buena Barracuda que decidió atacar el SPopper totalmente a obscuras, tanto que para poder sacar unas fotos decentes y conseguir enfocar el bicho tuvimos que sacar un foco e iluminar el ojo de la criatura con ello, sino hubiese sido “misión imposible” total.

La mañana, aún saliendo a obscuras, se me alumbra demasiado de prisa y según pasan los minutos me ataca aquella sensación que el momento bueno se está escapando, y que lo mejor que pueda ocurrir es meter las patas debajo de una mesa y zamparse un buen desayuno en el chiringuito del puerto. Tonterías, porque para determinados peces la luz no es un estorbo, sino que siguen activos o se activan más con ella, “Palometon docet”, pero ya sabéis como trabaja ese amasijo de moquillo gris que tenemos en el cabezón, no hay quien le entienda.

En fin, aquí tenéis otra de aquellas encuestas absurdas que se proponen en este “bar debajo de casa virtual”, si apetece dejar una nota adelante que hay sitio.

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Eso tiene migas nenes porque hay que echarle un par de narices y decir la verdad, aquí no vale engañar a nadie, ni a los demás ni a nosotros mismos, si es el señuelo pues que el señuelo sea y lo dejamos así. Total no sería la primera vez que me toque pasar por memo, ni la última por lo que sepa. Pero vamos a dar un poco más de forma a la pregunta porque en el fondo no es tan diabólica, al revés, si rascamos la superficie tiene un sentido diferente.

Arranca entonces un nuevo aburridísimo cuento del abuelo, lo digo por si alguien quisiera cambiar de páginas y volver a ver fotos de tías buenas en bikini. Resulta que en estos últimos meses he logrado la gran mayoría de mis capturas en agua salada con tres señuelos muy concretos: Piper y Superfinder de Molix y el Habano de Alle’s Lures. Dejamos por un momento de lado el hecho de que este servidor trabaja para la marca italiana y es amigo de Alessandro Massari (Alle’s Lures) y que usa esos señuelos más que otros, también es cierto que no son los únicos que Molix fabrique, ni que Ale con tanta paciencia construya.

Tampoco es cierto que solo capture peces con ellos, pero una vez que ato al bajo cualquiera de los tres hago cada lance esperando la picada que normalmente ocurre. Ahora el problema es entenderé si hubo antes el huevo o la gallina, que todavía levanta grescas. Tenemos tres posibles casos:

A)     Los señuelos son tan productivos que capturan solos.

B)     La fe que pongo en ellos es tan crecida que hasta me persuado que son más efectivos y cuento cada picada por doble.

C)      Les tengo confianza y sobre todos les he atinado el punto y consigo animarlos de una guisa que resulta muy cierta.

Como los más listos de vosotros habrán intuido, las respuestas A y B son un poco ridículas y personalmente creo que lo que realmente ocurre es que hay algunos artificiales con los que congenias más, y agencias hacer con ellos algo que se te escapa con otros. Esto carga con sus consecuencias, por lo tanto a mayor cantidad de capturas mayor confianza y así seguido, hasta que empiezas a dormir con ellos y apuñalas al menda que quiera quitarte uno de la caja.

El ejemplo más esclarecedor es el del Habano, un paseante que Alessandro había casi dejado de forjar y del que me dio un modelo azul de 100g que me llevé de viaje a Cuba. Con ese señuelo, que nunca cayó en la lid y que todavía conservo como oro en paño, pude con muchos bichos armados de dientes afilados y puntiagudos, y cuando se vino conmigo a pescar en otras comarcas pasó tres cuartos de lo mismo. Otra vez se lució hasta que el amigo acordó volver a fabricarlo y en cuatro medidas diferentes con  la más pequeña que se ha ganado a pulso muchas Lubinas y otros depredadores domésticos. En el último viaje a Sudán Ale me trajo algunos colores nuevos que probé con ganas y ¿sabéis lo que pasó? Que pesqué muchísimo con el, pero sobre todo que una vez más fui el que más partido le sacó.

En fin, si nos pasamos buena parte de nuestra vida buscando el alma gemela, sin darnos cuenta hacemos lo mismo con los señuelos, con la diferencia que cuando dejas de usarlos no te exigen la casa, el coche, los niños…

Paso la pelota a esos ilustres contertulianos virtuales, por si a casa hubiese alguien que quisiera opinar sobre este nuevo e interesantísimo asunto J