Escribir sobre señuelos calamares y explicar cuáles son los mejores no es fácil. Será mejor decir cuáles son los que a mí me funcionan en el momento actual. Los que me funcionaron el año pasado y me van a funcionar este. Y finalmente los que pueda adquirir para probar y que también tendrán cabida en este artículo.
Técnica de pesca
Vinilos Rockfishing – Resumiendo y simplificando
Curioseamos en el infinito mundo de los vinilos rockfishing intentando aprender algo más sobre estos señuelos que no pasa un día sin que se hagan más populares y apreciados por los pescadores de spinning ligero
Es difícil separarlos exactamente por cada técnica de pesca porque muchos se solapan, pero intentaré hacerlo lo mejor que buenamente pueda y por favor, entender que este artículo está hecho para pescadores que quieren aprender algo más sobre los vinilos de spinning ligero y que, sin embargo, todos llaman vinilos rockfishing. Hay matices, vamos a verlo
Vinilos Ajing: Los más tiquismiquis se preguntarán que hacen los vinilos para pescar jureles dentro del rockfishing entonces seré claro. Es una razón práctica, el rockfishing, por cuanto nos empeñemos en hablar de light game, es el sinónimo más utilizado por la gente para el spinning ligero o el spinning ultraligero, por lo tanto le ponemos de cabecera, de paraguas si queréis, debajo del cual poner las otras técnicas de pesca ligera. Volviendo al ajing que está que lo peta, si queremos ser muy católicos en esta categoría, a parte circunstancias especiales, cabe lo que llega hasta los 3/5 gramos y es una técnica que se practica a medias aguas. Para los radicales el ajing no tiene mucho que ver con el rockfishing pero, como hemos adelantado, utilizamos la palabra rockfishing para que la gente encuentre este artículo y luego pueda leer lo que le interesas también sobre el ajing. Chispún. Por ello metemos en este contenedor los vinilos más pequeños, pero con matices. Pescar jureles de uno o dos palmos se hace muy “tésnico”, cañas de ajing de hasta 3 gramos, hilos de poliéster o PE de 3 libras, bajos como cabellos… Es una historia que va de pescar con lupa y los vinilos de pesca que pichamos en esas micro cabezas plomadas son de un par de pulgadas, los hay más pequeños y si me apuras llegamos a las 2.5”. Ahora, si los jureles ya son de mayor tamaño podemos utilizar cebos blandos hasta 3.5” y a engullir, que el jurel sabe. Llegando a los señuelos de vinilo propiamente dichos priman los que llevan cuerpo esbelto y colas finas y alargadas porque se mueven muy bien con cabezas plomadas muy ligeras y al doblarse con mucha facilidad permiten al jurel de succionar sin que se forme una bola o un obstáculo que impida el vinilo de entrarle en la boca. Esto no significa que no podamos utilizar vinilos con coda paddle o más ancha y aplastada siempre y cuando siga siendo esbelta y no estorbe el momento de la aspiración. En este enlace podéis echar un vistazo a los vinilos rockfishing que solemos recomendar para pescar jureles.
Vinilos Darting: Aquí la cosa es relativamente sencilla, no hay una cantidad tremenda de vinilos exclusivamente dedicada a esta especialidad, pero sí que hay una selección de cabezas plomadas que inducen los vinilos a moverse en darting y esto no es de ahora, sino que viene antes del rockfishing. Siempre ha habido gente pescando a darting, inclusive serviolas, lubinas o dentones, aprovechando que determinadas cabezas plomadas y vinilos de cola tipo fish tail o alargada consiguieran moverse bajo la acción rápida y zigzagueante de la puntera. En este enlace podéis encontrar los vinilos de light darting, algunos muy específicos, otros que funcionan la mar de bien con esas jig heads que parecen planchas eléctricas. Recordad que si se monta un vinilos con cola paddle pronunciada es probable que no logre desarrollar bien el movimiento de darting porque tiende a nadar más recto, lleva timón, sin embargo, y aquí lo dejo a vuestra fantasía, los que son alargados, con colitas en V, con colas planas tipo castor o con cola afilada sin algún freno hidrodinámico se pueden adaptar perfectamente. Justo para fastidiar más el patio, a darting también se pescan los jureles, digo, y volvemos a mezclar cartas.
Vinilos rockfishing: Si quitamos algunos señuelos de silicona demasiado específicos la realidad es que cualquier tipo de cebo se adapta al rockfihing. Quizás debería de explicar que el rockfishing para mi es exactamente igual al spinning, pero con equipos de hasta 10/15 gramos por lo tanto me valen todos los señuelos que utilizamos para la pesca spinning mar, pero en escala reducida. Lo mismo pasa con los vinilos rockfishing, si hay un vinilo de Keitech o de Geecrack de 5 pulgadas para hacer un ejemplo, y hay el mismo señuelo de dos pulgadas y medio, ese es el que utilizaría a rockfishing. Podríamos ampliar la explicación diciendo que veo el rockfishing como la pesca más genérica que hay a spinning ligero y que engloba también técnicas asiáticas como el mebaru, chinu y kurodai. Por aquí, a parte una pequeña escuadrilla de súper técnicos y frikies no somos tan escrupulosos como los japoneses y además tenemos especies distintas, el Mebaru por aquí no existe y probablemente no hay pez que lo sustituya, los “bream” que hay en Asia por aquí no están, vamos a pescar doradas y sargos y así seguido. Sin llegar a especificar demasiado creo que el concepto se ha quedado claro, si sales a pescar a spinning ligero que sepas que estás pescando a rockfishing y viceversa y que la fuerza te acompañe, es decir, fuerza en los hombros para llevarte tropecientas bolsas de gominolas distintas y disfrutar como un niño chico. Acto seguido aquí tenéis el enlace para los vinilos rockfishing.
Vinilos hard rockfishing: ¿esta no te la esperabas verdad? Primero voy simplificando con el rockfishing y luego vamos a por el metal pesado. Pues creo que hay que hacer un matiz en este caso, a ver si estás de acuerdo conmigo, el hard rockfishing va más bien de pesca de especies que viven y cazan cerca del fondo. En Japón, allí volvemos otra vez, lo usan para los meros, pero también para sus espáridos en zonas de piedras. Según las especies lo llaman rock fish game, que nosotros hemos adaptados con hard rock o chining, el que aquí iría dirigido a los sargos y doradas. Dejemos a los espáridos de lado por un momento y vamos a centrarnos en las especies de fondo, para ello los señuelos de silicona que se utilizan, digamos en la mayoría de los casos que siempre sale el que te lleva la contraria, son vinilos de pesca estilo cangrejos, criaturas o gambas. Los montajes varían porque más que nadar necesitamos que el señuelo blando se mueva y vibre o vaya saltando de una piedra a una mancha de arena levantando polvillo y rompiendo algas. Si luego cambias las zonas de roca por fondos de arena o fango, por ejemplo, dentro de un puerto o la desembocadura de una ría, puedes seguir utilizando la misma técnica, pero quizás cambian los depredadores y el menú resulte más variado. Para esta modalidad de pesca sí que hacen falta cañas potentes, en primer lugar, para poder lanzar montajes con plomos de 20 y pasa gramos, indispensables cuando pescamos en cierta profundidad o corriente, y luego también han de ser cañas con un mango especialmente potente y rápidas, para poder sacar un mero de su cueva o un dentón que intenta partir todo en una piedra afilada y ni te cuento lo importante que es la clavada. Como siempre en este enlace podéis encontrar los vinilos para hard rock que creemos más apropiados y cualquier sugerencia será bienvenida y tomada en cuenta.
Creo que hemos explorado el tema vinilos rockfishing y explicado un poco como entendemos las sutiles diferencias que pueda haber entre una técnica y otra relacionadas con la pesca ligera. Comprendes que este no es un artículo para radicales ortodoxos sino para entendernos, intentar hablar todos el mismo idioma. El ajing seguramente tenga sitio para un escrito enteramente dedicado a ello, pero para abrir puertas, lo hemos colado por aquí, todos debajo de la misma bandera. No hemos ido apuntando el dedo sobre un señuelo u otro, ni hemos entrado en detalles de marcas porque como bien sabes en la tienda puedes encontrar siempre material de calidad y elegir lo que más se te antoje, además nos puedes enviar un comentario y te contestaremos rápidos como una tortuga sedada. Bromas aparte, por aquí estamos y encantados de ayudarte si tienes dudas.
La búsqueda de grandes depredadores en aguas someras – Adaptando una técnica ligera del mediterráneo al atlántico canario.
La búsqueda de grandes depredadores en aguas someras
Hace tan solo unos años que veía videos de pescadores que se aventuraban en aguas del Delta del Ebro, en llanuras infinitas, con equipos muy ligeros en la búsqueda de especies de espáridos, lubinas y demás depredadores propios de aquellos lares. Siempre fue algo que me llamó mucho la atención, y que desee probar algún día: esa sensación de estar a centenares de metros de la costa, dentro del agua, sin nada a tú alrededor, ni nadie, practicando esta afición que tanto adoramos. Quizás mi primera toma de contacto con esto se dio en mi estancia en las Islas Baleares, unas islas que comparten muchas similitudes con el litoral peninsular. Allí por vez primera me dispuse en la búsqueda de grandes depredadores en aguas someras en un entorno similar al del Delta, con aguas realmente someras y estancas.
Al principio era algo reacio a estos entornos, tan dispares a los que yo solía frecuentar. Sin embargo, cuando por primera vez observé una persecución de un pequeño palometón a mi paseante, en un agua tan en calma, donde se podía ver absolutamente todo lo que pasaba, fue aquí cuando quedé prendido de esta modalidad. Empecé a ir casi en exclusiva a esta, y es que me levantaba cada día de pesca con la única ilusión de poder ver esa “distorsión”, en la superficie, detrás de mi artificial. Pasaron los meses, y lo que antes era para mí un simple “extra” que usaba para momentos puntuales, se convirtió en mi compañero de pescas cada día. Hablamos por supuesto del Vadeador, ese genial invento que te permite estar dentro del agua, durante horas, sin ningún ápice de frio o incomodidad.
Pues entre todo esto, acabó mi tiempo en Baleares, y tocaba regresa a mi archipiélago canario. En ese momento me sentí algo triste, consciente de que esas jornadas tan divertidas que estaba pasando en el Mediterráneo, quedarían en el olvido una vez volviese a la bravura del Atlántico… Sin embargo, estaba muy equivocado.
El mayor punto de inflexión sucedió uno de estos días que vas con la mente puesta en tomar el sol, y disfrutar de un día de playa, pero te llevas la caña por el “qué será”. Aquel día no podía parar de ver la orilla que tenía ante mí, la cual me recordaba enormemente a esas zonas del Mediterráneo que había frecuentado los últimos años. Mi mente no podía parar de pensar en que en ese lugar tan somero era imposible que hubiesen depredadores, no para el equipo que andaba utilizando (un equipo preparado para las espumas y bravura de nuestras costas, basado en un carrete daiwa 4000 y una vara de 2.7 m hasta 60 gr de acción), sin embargo ante nada mejor que hacer ese día, el ansia me pudo.
Decidí enfundarme mi vadeador y anudar un popper en busca de alguna sorpresa. Empecé a caminar mar adentro, hasta encontrar una pequeña piedra que sobresalía a unos pocos centímetros de la superficie. Me asiento bien, y comienzo a lanzar. Seguía dándole vueltas a que hacia ahí metido, en un sitio donde a rockfishing quizás sí que tendría papeletas de hacerme con algún pez, pero que a spinning… Todas mis dudas se disiparon de un plumazo, cuando en el infinito, el agua transparente se convierte en una bola de espuma, y una gran cola asoma por fuera del agua. Ahí intento clavar al pez, sin embargo erro la picada. Pero eso era lo menos importante, y es que no daba crédito a lo que acababa de presenciar: el ataque de un gran depredador, ¿en qué? ¿80 cm de agua totalmente transparente?
Esa noche no paré de darle vueltas a la cabeza, de cómo era posible que ese pez se hubiese metido en un agua tan somera. Sin embargo, pensándolo en frío era lógico, ya que era en esta agua donde se refugiaban las lisas, salemas, sargos y demás peces pasto propios de estos depredadores. Solamente había una manera de salir de dudas: ¡Regresar y volver a intentar la búsqueda de grandes depredadores en aguas someras!
Así fue como pasado unos días me volví a plantar en este lugar y volví a repetir la misma jugada, un buen Popper y buscar ver si se volvía a repetir mi suerte. Lo mejor fue que, ni habían pasado 10 min, cuando mi Popper pasa junto una piedra sumergida y veo nítidamente como algo sale proyectado desde detrás de esta para atraparlo. Sin embargo, no me quedaron opciones, y el animal rompió con dicha piedra apenas unos instantes después de la clavada. Había perdido todo, pez y señuelo, sin embargo estaba motivado, había peces en la zona. Al rato conseguí mi primera captura en dicho entorno, una pequeña anjova. No era muy grande, pero el conseguirla donde lo había hecho, no me pudo llenar de más ilusión. Sin embargo poco después, conseguí mi primer buen ejemplar, cuando una preciosa anjova reventó mi Popper y me regalo un éxtasis de pelea en tan poca profundidad, un momento inolvidable.
A partir de ese momento, en mi cabeza se activó un “click”, que me hizo saber que había encontrado algo que me apasionaba enormemente: buscar mis peces predilectos, en aguas someras y a superficie. Desde entonces han sido muchas las jornadas donde me he dedicado en cuerpo y alma a este cometido, donde las anjovas han sido las auténticas reinas de la fiesta, sin embargo la pesca en aguas someras no ha dejado de sorprenderme, en cuanto a especies se refiere.
Uno de los momentos más memorables que he disfrutado aconteció en una tarde de verano en busca de estos animales, cuando la actividad en superficie había sido nula durante horas, decidiendo entonces acometer con un minnow la búsqueda de algún depredador, y acabar encontrando una sorpresa mayúscula. Si les dijese que un bonito de 1,05m fue capturado en menos de 2 m de agua… Sonaría a trola ¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad. Creo esta especie ha sido mi mayor sorpresa en la pesca somera. Aquí en las islas acostumbramos a buscar a estos animales en aguas profundas, con casting jig recogidos a toda velocidad, sin embargo aquella tarde cuando vi salir de la penumbra ese coloso con un tackle house node en la boca… Pues podéis imaginaros mi cara de estupor, y lo mejor es que esta no ha sido la única vez.
Este tipo de pesca me volvía cada vez más adicto, comencé a pegarme días y días dedicándome única y exclusivamente a esta. Daba igual el viento, el calor, el frío, la hora… solamente me dedicaba a lanzar y lanzar, disfrutando de unas experiencias realmente únicas. Debido a mi dedicación cada vez mayor a esta pesca, mi equipo convencional de pesca debía cambiar, y es que debía encontrar un término medio entre el equipo ligero del mediterráneo, y el potente del atlántico, algo que me permitiese estar 10 h lanzando sin fatiga, pero que a su vez cuando un pez en condiciones decidiese atacar, tuviese opciones suficientes de ganar la batalla. La caña de 2.7 m menguó hasta los 2.4 m, reduciendo su acción hasta los 40 gr, mientras que el carrete pasó de un tamaño 4000 daiwa, a un 4000 shimano. Con esto ya tenía mi arma definitiva, podía pescar sin fatiga ninguna y tener la suficiente seguridad como para poder pelear buenos peces. Esta reducción también me permitió incluir una nueva variante en mis equipos, una nueva tipología de señuelo con el que había disfrutado mucho en sus tallas inferiores y que ahora quería disfrutar en su mayor tamaño. Hablamos, como no, del paseante.
Siempre ha sido el Popper, mi señuelo de superficie favorito, es el señuelo con el que más cómodo me siento, y el cual me ha regalado mayores alegrías. Los skipping lure, en función de su morfología, también son señuelos que pueden llegar a enloquecerme de sobremanera, pero con los paseantes tenía una espina clavada, y es que siendo sinceros, no resulta viable mover paseantes cómodamente con una vara de 2.7 m, pesada, y con un carrete más propio de shore jigging. Puedes hacerlo durante un par de horas, ¿pero prolongarlo en el tiempo? Al final acabas optando por otra opción. Sin embargo al recortar la longitud y acción de la caña, y el peso del equipo, había ganado una nueva baza a la hora de afrontar mis jornadas.
Ahora sí que podía hacer algo casi igual a lo que practicaba en el mediterráneo, pescar vadeando dentro del agua, con paseante y buscando depredadores. Para estrenarme en esta materia, me dispuse a probar uno de esos paseantes de renombre, como es el Grindin wire de wiplash Factory, y al poco de estrenarlo empecé a revivir al 200% aquellos tiempos pasados. Ponerte a hacer walking the dog durante horas, cómodamente, en poco más de un metro de agua me hacía sentirme de nuevo en baleares, pero esta vez, encima, estaba encontrando grandes depredadores.
Ahora mismo no puedo parar de pensar en cuando podré volver a vivir momentos como estos, cuando podré volver a enchufarme el wader y pescar dentro del agua durante horas, observando en todo momento la superficie, a la espera de esa picada haga que todo cobre sentido, y comience de nuevo el juego. ¿Lo más gracioso de todo? pensar que todo esto comenzó por una casualidad, por un día donde probé sin fe algo que no cuadraba en ese lugar, y resulto ser el comienzo de algo que, ahora mismo, llevo en vena y me es imposible olvidar. Mágica la búsqueda de grandes depredadores en aguas someras.