Tag Archives: virago

Dejé la pesca del Black Bass hace casi veinte años, cuando desde Milán vine a vivir en Madrid. En la capital Lombarda era uno de los depredadores más fáciles de encontrar y para un bípedo sin embarcación, un depredador al que se podía llegar hasta en autobús, ya que en los alrededores de la villa Sforzesca hay muchas "cava" que no son nada más que lagos formados por la extracción de piedras, grava y cantos rodados. Una vez explotadas se quedan abandonadas, y como hay muchas infiltraciones de agua que proviene de las venas que surcan el subsuelo de esta región, se transforman en peceras al alcance de todo el mundo. Luego siempre hay alguien que le echa un pez o dos y así cobran vida propia. Por haber hay un entero parque que se llama "Parco delle cave", y estás pescando con el tráfico a pocos metros.

La pesca del Black Bass me enseñó muchas cosas, entre ellas desarrollar cierta sensibilidad en la pesca con los vinilos, algo que creía haber perdido con el tiempo, un hecho que lamentaba porque es una base muy importante sobre la cual desarrollas muchas habilidades en la pesca con señuelos. Pero, se dice que una vez que has aprendido a montar en bici o hace el amor nunca jamás se te olvida, y supongo que así es. ¿Adónde vas a parar el transalpino? Tened paciencia cagaprisas que lo que os voy a contar es muy breve y necesito decorarlo un poco. A lo que iba, despacito. Hacel el amol...eso es - no - otra cosa - ¡que me estáis liando!

Hace unos días os contaba de que había llevado mi hija a pescar conmigo, una entrañable aventura de padre babeante y niña rubia que lanza spinnerbaits como un profisioná. Pues en ese día tan agradable pesqué un rato, un rato largo digamos, y a parte algunos momentos dedicados a probar paseantes, mi perdición, decidí dedicar mi tiempo a investigar algunos montajes con vinilo, total había un sol que abrasaba y el cielo más despejado que un abstemio a las 10 de la mañana. Recordé algo que me había enseñado un amigo pescador de Bass y monté una Virago de 4" con un anzuelo y un plomo de drop shot montados en la cabeza.

Mi amigo me había comentado que al tener la Virago una cámara de aire en la barriga, con el peso en la cabeza se iba a quedar suspendida en el fondo, con la cola para arriba como si estuviese comiendo. Admiro la inteligencia de sendos seres humanos que alcanzan semejantes descubrimientos, para mí, al máximo del desarrollo cerebral, como mucho he logrado cambiar un triple por un sencillo o montar un assist hook en un stickbait, y me sentía bastante orgulloso de ello... Dicho y hecho me pongo a pegar lances, siempre con un ojo pendiente de la criatura, que seguía haciendo sus pinitos.

Llegados a una recula del embalse que me trae buenos recuerdos, clavo la Virago en una esquinita de donde sobresalían algas, dejo que toque el fondo y le pego un tironcito. Si está comiendo - me digo - también se moverá para pastar la bicha, e imagino que irá levantando la cabeza para luego volver a meter los morritos pegados al fondo, el señuelo, eso es, que no os liéis. Pienso en fin. En ese momento, mientras mi cabeza hacía elucubraciones a las que Einstein no hubiese llegado ni harto vino, noto la descarga eléctrica que todos bien conocemos. Aviso mi hija y en el mismo decimosegundo bajo la caña para dejar que, fuese quien fuese, pudiera comerse el señuelo en santa paz.

Aquello de ver el hilo moverse lentamente tensándose es un recuerdo que creía que tenía olvidado pero - sinceramente - no. No se olvida. De repente pasan por mis cabezas las docenas de picadas de bass a la lombriz de vinilo, recuerdo la preparación aguantando la respiración y empezando la cuenta atrás, mientras el brazo derecho carga los muelles listo para meter el cachetazo que da salida al combate. Sin darme ni cuenta tenía el bicho clavado, la enana mirándome con asombro y mi mujer que aparecía por el camino detrás de nosotros que aligeraba el paso para ver qué era lo que pasaba. Típica escena familiar, ya sabéis.

A no haber Black Bass en el pantano lo que había picado era un luciete de tamaño casi embarazoso, pero la historia no va por ahí, el ego varonil lo dejamos para otro cuento. Lo que me apasiona de toda esta historia es lo de haber vuelto, después de muchos años, a probar aquella secuencia que el tiempo y la falta de costumbre habían arrinconado en algún remanso de la memoria y que - estruendos y relámpagos  - mola mogollón. Tal cual niño pequeño estoy ahora impaciente para mi próxima aventura con la firme intención de volver a probar todo aquello, y no te escondo que no me importaría nada volver a meterles un meneo a los Black Bass, además tengo ideas para hacer unas fotos muy chulas, y del boca grande no tengo ninguna.

Esto es lo que hay nenes, la inspiración ha vuelto pero los bichos interesantes todavía no, se hace lo que se puede, seguid siguiendo las historias que aparecen en pantalla, antes o después algo bueno saldrá.

Después de un fin de semana dedicado a los torpedos de agua dulce, mis queridos Lucios, esa extraña mezcla entre un pato, una barracuda y una flecha, me han vuelto a entrar ganas de ablandecer mis señuelos y volver a probar aquellas extrañas criaturillas cuya consistencia y textura a veces roza lo inapropiado. Digamos la verdad tampoco nos oye nadie ¿algunas hasta dan un poco de asco no? No sé, me recuerdan aquel moco verde con el que juegan los niños y que mucha grima procura a los padres (que encima son los que lo han comprado). Mi hija con esa baba fluorescente ha re-decorado media casa, dejando unos lamparones mugrientos en techos y paredes hasta el punto que mi santa mitad ha vuelto a pintar to'.

Decíamos... los vinilos para pescar son un poco así, en fin quien le pone sal, quien fluidos poderosos que hacen enamorar hasta una carpa embalsamada, quien líquidos apestosos con olores que recuerdan el mismo que sale de un arcón que se ha roto durante las vacaciones de verano. Los colocas uno ordenaditos en su cajita a prueba de vinilos, ya que muchos de ellos tienen la malsana costumbre de derretir ciertos plásticos, y en el tiempo en que Alonso cruza la recta de Monza, se han mezclado olores y colores. Pero... no pasa na’... siguen funcionando igual y al carajo el paladar de las Lubinas.

El otro día los estuve lanzando con una caña de casting de una onza y media, por lo tanto encontraba algunas dificultades en colocarlo en los sitios adecuados, porque sin peso ya saben, pesan poco.  Aún así el mejor Luciete del finde decidió meterle un viaje a una RA Shad de 4,5" montada con un anzuelo OMTD Swimbait SWG dejándome  más contento que un pingüino en una nevera. Estaban los exocidos pletóricos, la abundancia de Alburnos les ha puesto fuertes y peleones como nunca y la Shad justamente era del color Savetta, el que mejor reproduce el pequeño pez pasto.

Lucios a parte, este rollo es uno de los míos recurrentes, imagino que si me pongo a buscar en los artículos pasados habrá algo parecido, en cuanto vuelvo a coger una gominola de esas en las manos y me brinda un éxito me sale la vena silicon-talibána y empiezo a contar todos los paquetes que me quedan, hacer montajes más o menos acertados y estudiar un poco más sobre ellas.

Tengo cierta preferencia para los montajes sin plomo, de hecho casi nunca utilizo cabeza plomada a menos de poder contar con algunas estilo "finesse" como las TPower de OMTD, que tienen cabezas de tungsteno muy ligeras montadas con un anzuelo offset, y que resultan agradable y armoniosas una vez montadas con una Shad. Eso es, voy buscando que el acoplamiento muestra+anzuelo tenga cierta elegancia, en fin que me guste y por esta razón poco uso las cabezas más clásicas, son un poco mazacote.

Me dejo así llevar por anzuelos de Swimbait sin plomo o con una pizca de tungsteno como los TSwimbait Weighted de OMTD en la pata, como el que lleva la Virago aquí al lado, que no estorba y ayuda a llegar a más profundidad sin matar la acción del señuelo, que a veces hasta baja en posición horizontal con un movimiento “wobbling”, o sea vibrando sobre su mismo eje; no sé si me explico. En el Delta, para pescar ciertas zonas de poco agua y mucha ensalada así las gastamos, sin plomito alguno y con cañitas de 3/4 de onza o menos; una verdadera gozada poder sentir el blandiblú que se mueve entre las algas y de repente el tirón en la línea, que bien floja por el poco peso que arrastraba, se tensa como una cuerda de la guitarra de Kirk Hammett.

Ahora me propongo un reto, y es aquello de utilizar vinilos para los pelágicos, los Bonitos por ejemplo que son muy agresivos pero también bastante selectivos con los señuelos que quieren morder. Me va a costar llegar allí donde se les ve comer los voladores o las anchoas pero ¡que satisfacción más grande la de poder trincar uno con una caña fina y un señuelo que pesa menos de una de sus aletas! En realidad de retos tengo un par, el segundo me cuesta más, hasta anunciarlo pero ya de perdidos al río… Quiero probar a pescar todo un día casi exclusivamente con vinilos. ¿Y porque casi exclusivamente? Por dos razones muy sencillas, no me quiero prender los dedos por si las cosas salen mal y en segundo lugar porque objetivamente pescar solo con vinilos, por lo menos en determinadas zonas es muy difícil y sobre todo se hace algo monótono.

De todas maneras no se me pongan ustedes pesaditos que ya me gustaría verles usarlos aún solo fuera por una hora seguida sin rebufar como zifios. Vamos nenes que esto se ha alargado más de la cuenta y tengo que volver a contar las bolsitas por si tengo que hacer un pedido, nunca se sabe, a lo mejor me voy a pescar 🙂

Last updated by at .