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Un Jurel Ojón (Caranx latus capturado en Cuba), peces de esta especie han sido capturados en la isla de Las Palmas

En el último mes he sido informado de un par de capturas extraordinarias en aguas Canarias, especies que pertenecen a aguas tropicales, más cálidas y con fondos y arrecifes muy diferentes de las Afortunadas. Ambas vienen de personas de confianza y han sido comprobadas por otros amigos que viven en las islas, en fin, no se trata de un bulo cualquiera. Ahora, lo interesante sería poder ir recopilando de alguna manera noticias sobre estas "migraciones" que cada día son más a la orden del día y parecen confirmar que los cambios afectan también a los peces. Si alguien tiene noticias que puedan ser interesantes, y sobre todo una foto para poderlas confirmar que me las envíen, yo trataré de encontrar un biólogo marino que nos pueda ayudar a reconocer el pez. Dentro de poco me veo con la caña de GT tirando poppers de 150g delante de Los Cristianos... 🙂

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Tenemos ya bastante radicales por el mundo que no nos hace falta ni uno más, o eso creo, por esta razón me gustaría volver por un momento a abrir el debate sobre la captura y suelta, un tema que dimos por zancado hace un tiempo y del que no se ha vuelto mucho a hablar. Hace ya muchos años me presentaba en los foros llevando el estandarte de la captura y suelta en el mar; recibía mi buena dosis de abucheos y tiraba p'alante, como si la cosa no fuera conmigo. Era un radical, o por lo menos actuaba como tal porque, a mi manera de ver las cosas, en ese momento hacía falta. La cultura de la captura y suelta no estaba ni desarrollada ni mucho menos presente en la mentalidad general, y pensaba que a lo mejor hacía falta subir un poco más el volumen, para que se me oyera mejor. Era una batalla que quería librar si o si, e intentaba poner semillas allí donde podía, con la ayuda de unos pocos cruzados, que apoyaban el "movimiento".

Casi quince años después las cosas han cambiado, muchos en algunos casos y poco o nada en otros. Dejamos de lado los que no solo no han querido cambiar el chip sino que todas las veces que han podido han vendido el pescado, superado los cupos máximos de captura y alardeado de su insuperable ignorancia y falta de civismo, para esta gente no hay nada que se pueda hacer. Vamos a lo bueno, a la botella media llena y nos centramos en todas esas personas que se han dejado atrás las escabechinas de la edad media y aquellos que desde sus comienzos, se han dedicado solo a la pesca con cebos artificiales y han devuelto el pescado al agua con cuidado.

También aquí hay algún que otro radical, conozco algunos que ya no se atreven a matar ni una mosca, y que cuando se le muere un pez casi le hacen un funeral y se ponen de luto. Tampoco es así y os cuento porque pienso que hay que moderarse. Mi frustración más grande, teniendo en casa dos fieras que adoran el pescado y que por lo menos tres veces por semana lo piden a gritos, es que nunca lo que pueda preparar en la sartén o en el horno es de mi cosecha. Creo que hay pocas cosas tan bonitas como compartir con tu familia o con unos amigos en una buena cena, algo que tu mismo hayas engañado, peleado, capturado y hasta limpiado y cocinado. Osea, lo que por vivir tan lejos del mar, nunca he podido hacer. Esto significa que si un día tienes la suerte de pescar ocho Llampugas, que devuelvas siete y te quedes con una para la cena, no tienes porque sentirte culpable o que de alguna manera estás afectando al medio marino o desequilibrando el ecosistema. Simplemente has actuado como tus ancestros, pescadores o recolectores, que vivían de lo que eran capaces de atrapar o cultivar con sus callosas manos.

Dicho esto, sigo disparando a ráfaga contra los esquilmadores que nada dejan con vida con la escusa de que si hay que hacer un favor al vecino, a un amigo o al portero, y que matan todo lo que sube a bordo, como si mañana se acabara el mundo o el arcón no estuviese al 100%, que por esto me ha costado 500 pavos. Llevarse algo para la cena=bien. Llevarse todo para la vana gloria=mal. No busquemos escusas, no nos hace falta matar todo por compromisos con terceros, son mezquinas escusas que se caen por su mismo peso; esta gente mata todo para dar de comer a su ego y su egoísmo, y luego se queja que ya la pesca no es como antaño...

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Anda que no hay jerkbaits en este planeta, cada marca tendrá por lo menos una docena en su catálogo así que me dirás para que se van a diseñar y comercializar más, con la crisis galopante que nos remoja a diario. Bien, al parecer alguna que otra razón debe haberla porque a veces, entre tantos copiadores de las copias de los falsos originales hay alguien, más despabilado y seguramente con mejores ideas que da el zarpazo con algo que se sale del montón, tiene estilo y personalidad propia. La historia es la de un señuelo que servidor ha cariñosamente nombrado "Er Capoccione", que en mi idioma nativo significa "El Cabezón", pero su nombre de pila es Audace, audaz para los Castellano hablantes. Resulta que el invento seguía con las pinturas nuevas bien dormidido en mi caja, en su activo un Sargo entre la espuma tarragonense en una cita anterior con el generoso Delta, pero nada más.

Convencido de sus inmensas calidades, y ya definitivamente vencido por su indudable encanto, lo puse con ganas, decidido a dar prueba de todo aquello que le creía oportuno de hacer y así fue, no defraudó. Audace volaba acompañado por una tramontana fuerza 5 que barría la costa como un latigazo divino. El barco iba derivando a un nudo y medio y servidor, bien plantado en la proa para no caerse empujado por esa brisa macarra, jerkaba sin parar. La espera fue corta y la picada repentina, no sabía de que se trataba pero mi skipper señaló que podría ser un espetón, o Barracuda del Mediterráneo. Como guste. Y acertó.

Ese pez fue solamente el primero de una larga serie de picadas, prácticamente todas con el Audace color Sardina meno un par de ellas con el T-Jerk Verde Tempesta, color mortal, y otra vez la librea segura, Sardina. Salieron con el Audace dos espetones y tres Anjovas además de una nube de Obladas y Serviolitas del tamaño de una barajas de cartas napolitanas. Hubo más picadas sin poder clavar y clavadas sin poder cobrar, en realidad bastante acción en un Delta que, según dicen mis amigos casi autóctonos, llevaba una temporada de las peores. El cambio de viento, que finalmente enfriaba un poco el agua y despertaba la mar, nos vino como anillo al dedo y gracias a la morfología del costa se pudo pescar en toda comodidad, justamente donde queríamos. ¡Así me gustas Delta! Pobrecitos mis amigos, tendrán que aguantarme otra vez