Me explico mejor, al tener una tienda conozco los gustos de mis clientes y sin duda el color que más piden es el Sardina, y con cierta diferencia. Seguramente este pequeño pez pasto representa una parte importante de la dieta de muchos de los depredadores marinos, sin embargo su presencia es limitada a algunas zonas del ecosistema además de ser estacional. Si empezamos a enumerar las posibles chuches del clásico depredador costero o pqueño pelágico encontramos una salvajada de opciones en el menú: doncellas, bogas, espetones, boquerones, anchoas, cangrejos, gambas, sepias, chipirones, calamares, lisas, anguilas y por supuesto todos los juveniles de los depredadores que suman otro millar y medio de especies. En fin, que por falta de elección no será ¿entonces a lo mejor no seremos nosotros demasiado conservadores y tradicionalistas? Decíamos con el Señor Mario en Guinea Bissau: "Estoy más estresao que una Sardina en Bijagos", porque hasta los bichos más insignificantes les daban cera, pero aquí estamos en en la cuenca del Mediterráneo y desde luego las cosas con diferentes. Escupid vuestras iluminadas opiniones nenes, que quedan dos días para la Navidad y seguro que nadie tiene ganas de currar 🙂
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Pequeños y ligeros
No se como lo lleváis vosotros pero yo, por cada mes que pasa quiero equipos que pesen 1 gramo menos, y ya llevo con esta racha un tiempo así que el proceso de adelgazamiento está bien encaminado. La realidad es que está clarísimo que para la pesca en nuestras aguas, un carrete de tamaño 3000 (Medidas Daiwa o 4000 medida Shimano) es más que suficiente para doblegar a la gran mayoría de peces que podemos pegar a spinning. Hasta un 2000 viene bien para muchas ocasiones, sobre todo con Lubinas y depredadores de pequeño tamaño, y atunes a parte la fauna autóctona realmente no pide más.
Últimamente he hecho TODAS mis pescas en agua salada con dos cañas, las travel de Lamiglas que respectivamente lanzan hasta 21 y hasta 42 gramos, nada más; y con ellas me he apañado con Lubinas, Anjovas, Barracudas, Bonitos y otros simpáticos animalitos con aletas. En ningún momento he echado de menos u necesitado un equipo más potente, y mi cuerpo y mi espíritu han gozado mucho con esta caballería ligera, y aún así sorprendentemente potente. Será la edad o será que cada día me apetece más disfrutar de todas las pequeñas sensaciones que me puede ofrecer nuestra afición, pero lo de pescar ligero me da vidilla para encontrar cositas nuevas que probar, poder aprovechar un abanico siempre más amplio de señuelos saqueando hasta del cajón del agua dulce.
Con la siete pies que lanza hasta 21 gramos, el Team Daiwa Bradia 2000 y un tuf line de 10 libras me aventuro por los barrios más conflictivos del Mediterráneo y en cada picada disfruto de lo lindo. Inútil recordar, a los más incrédulos, que un buen trenzado de 10 libras aguanta la tira y si no hay que parar un tren acaba ganándole el pulso a muchos bicharracos con malas pulgas. Y si tenéis señuelos más pesados tirad de una 40g y un 20lb, yo lo tengo puesto en el Certate 3500 que me gustaría cambiar cuanto antes por uno de tamaño un pelín inferior y un poco más ligero, ya sabes para daros la lata aún más en el futuro. Así es, el abuelete reduce marchas, y espérate a que encuentre equipos más ligeros para el trópico ¡eso si que va a ser entretenido!
A ver que opina la tribu del spinning sobre este asunto, los comentarios están habilitados
¿Barracuda? ¡Me la pido!
La verdad es que hasta hace casi un añito, las Barracudas de casa nuestra me dejaban un poco frío. En mi aguado cerebro navegaba ofuscado el recuerdo de un pez muy soso de pescar, que peleaba poco y encima era difícil de engañar con un señuelo. En Septiembre del 2010, durante una sesión endemoniada en el Estrecho me volví a topar con ellos, y mira tu por donde, los animalitos me hicieron sudar las siete camisas antes de poderles fotografiar. "Cosas del Estrecho" pensé en mis adentros, allí la corriente es muy fuerte, que si las mareas, que si el agua más fría, en fin una pelicula para mi solito, como intentando convencerme que al final no era para tanto...pero la mosca ya estaba detrás la oreja.
Este otoño, embarcado con mi respetadísimo skipper catalán, me los volví a encontrar por el camino, inesperados, pero bien recibidos. El primero entró al Habano, pero lo gracioso no fue que intentara zampárselo mientras lo movía de aquella manera tan sexy, sino que se abalanzó sobre el pobrecito cuando lo tenía parado, y a pocos metros del barco: casi me da un infarto. En el mismo día entraron más, y todos seguían el mismo patrón: parada en seco, poca lucha o nadando hacía el barco y una vez cerca una lucha a muerte con caña doblada y freno chirriando como una cotorra en celo.
¡Vaya! Al final me ha tocado hacer la paz y pedir disculpa al sindicato de Barracudas & Espetones, ahora cuando voy a los sitios pregunto:¿Hay Barracudas?