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Me preguntaba el otro día cual es la especie más difícil de capturar a spinning en nuestras aguas y la verdad es que me he quedado sin una respuesta convincente y sigo ahí con mis dudas. La Lubina parecía la respuesta más obvia pero luego me pongo a pensar y se me ocurre recordar los muchos intentos fallidos de sacar un Palometón entre el Delta y la cosa de Levante. Si una es sospechosa y astuta el otro es muy pero que muy complicado a la hora de atacar con ganas el señuelo y morderlo hasta quedarse pegado. Otro animal que trae a muchos de cabeza es la Bacoreta, y quien lo persigue con cierta regularidad sabe de que estoy hablando, para no mencionar el Atún que a veces es más lelo que una gallina y otras no lo engaña ni el Gandalf con sus hechizos.

Si luego nos ponemos a examinar todas las especies que puedan en un momento dato entrar al señuelo ya nos metemos en un berenjenal de mucho cuidado. Para algunos a la escasez crónica se añade la astucia y falta de agresividad, otros aparecen en momentos muy puntuales y como vienen se van y hay poco tiempo para perseguirles, animales como las Serviolas parecen ponerse con los señuelos solo cuando están hartas de crack y el dentón es como el Sagrado Grial del spinning.

En fin, yo sigo con mis dudas y si me pongo a quitar los bichos que representan capturas casuales me quedo con Lubina y Palometón entre los más peliagudos de engañar, pero me gustaría escuchar vuestra opinión que seguro aportará puntos de vista muy diversos e interesantes

Si me quedaban cuatro pelos en la cabeza el fin de semana pasado se han caído definitivamente; ¡vaya ventarrón que hemos encontrado en el Estrecho! Volvimos a juntarnos con Paquito y Vincenzo y esta vez se añadió al grupo César Pecellín, un señor que los aficionados al Black Bass conocen muy bien y que se aventuraba por primera vez, oficialmente por lo menos, en aguas saladas. La misión era de grabar material para Molix, y es por esto que solo estuvimos pescando con los señuelos de la marca italiana y teníamos a Dani Salas, chico encantador donde los haya, detrás de la videocámara. El primer día de pesca, por la mañana, nos tocó desde tierra, entre olas y algas flotantes salieron una Baila y una pequeña Lubina, este de mano de César, que se estrenaba con maña.

Por la tarde, levante o no levante decidimos aventurarnos en la bahía de Algeciras, donde encontramos las Barracudas en el ruedo, dispuestas a embestir con alegría. Por alegría la nuestra, que por fin pudimos empezar a grabar en serio, ya que a esto veníamos, y según el señor Windguru posibilidades de cumplir con nuestra tarea teníamos muy pocas. Por supuesto se trataba de pescar con señuelos como el Audace, que trincó el primer Barra y cayó en la lucha, a causa del hilo atravesado en la boca del depredador. Despido con tristeza al amigo, ya mullido y machacado al que quería hacer una foto antes de jubilarlo, y robo otro a Vincenzo, así de claro.

Por la mañana del día siguiente amanecemos en el campo de batalla: levante a más de 20 nudos pero un gran experto del Estrecho nos da las indicaciones para poder salir a pescar sin riesgo, y se cumplen a rajatabla. La mar, apenas movida se entrega a un puñado de guerreros sedientos de sangre de...bonitos, y estos, así de generosos y agresivos como siempre no se dejan esperar. Hay picadas espectaculares, carreras, carretes echando humo, peleas a cuchillo, dos bichos en un señuelo, picadas cuádruples, ganadores y perdedores, la historia de siempre que bien conocen ustedes. Pescamos con diferentes señuelos pero esa mañana el mata que remata fue el Proteus 130, el querido calabacín, un cohete que pesca como un condenado. Por la tarde el viento nos asedia y solo nos queda hacer unos remates de grabaciones que teníamos pendientes.

El último día, con el valiente capitán Paquito al timón volvemos a salir, nos espera un panorama parecido al del día anterior pero hay un nuevo plan. Después de ponernos morados con los Bonitos, vamos a peinar un sitio de la costa que gusta mucha a nuestro comandante, y con razón. Después de pocos lances engancho un bicho que me bloquea el señuelo en seco y luego, con tranquilidad empieza a dar señales de vida. El destino decide que para hoy no es y la criatura se suelta. Sigo lanzando el Super Finder, el Nacho Vidal de los jerkbaits un trasto de 19cm por 47gramos; lleva toda la mañana marcando la diferencia con el resto de los cartuchos y no lo quito ni bajo amenaza de quedarme sin vino en la cena. Kapow! Otro mordisco de los buenos y esta vez, bien clavado, el animal no se suelta y da guerra como un machote. Una barracuda larga de Tarifa a Los Caños sube a bordo, y amablemente se deja fotografiar. Vincenzo me acompaña a los pocos minutos con otra, y acto seguido el Levante que vuelve en pompa magna nos aconseja retirarnos para no acabar el día en Portugal.

Pos si chiquillos, tres días de pesca en el Estrecho, mágico como siempre, en contra de vientos y mareas acompañados por Paquito que de spinning por estos lares sabe un rato, en buena compañía y trabajando a gusto. Así se hace y así hay que seguir haciéndolo, que le guste o menos a Eolo.

¡Claro que si! Ese señuelo de Black Bass que iba paseando por encima del agua como un bulldog cojo y que no se entendía si los depredadores le metían caña por hambre, territorialidad o porque se descojonában de el... En fin, a mi personalmente me volvía loco y hace unos 15 años, en uno de mis primeros viajes a los Jardines de la Reina me llevé el más grande que había, encima articulado. Con el pegué un número interminable de Sábalos de los que logré sacar cero, y algún que otro jurel, esta vez con más suerte.

Bien, hay un artesano de la costa este de EEUU, Lemire's Plugworks, que está fabricando una versión para agua salada, el Sea Fly, en principio para las Lubinas Rayadas cuyo uso sin embargo, se puede extender a muchas más especies. He probado el modelo de 3oz en los Jardines, como no, hace un par de meses, ya la verdad es que me parece harto divertido, aún sin haber tenido suerte con él. Hay que trabajarlo despacio y con un carrete con un ratio lento, porque ofrece bastante resistencia, pero en determinada situaciones, sobre todo con la mar tranquila, seguro que puede tener un efecto sorpresa. Otro chisme que se queda en la caja esperando a que tiempo, trabajo y familia, me dejen salir a pescar.