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Le digo a Andrea: "Amigo, no se si con ese bajo de línea de 130lb sacarás algo en aguas tan claras ¡los bichos aquí están muy despabilados!" Al final del día me había metido un dos a cero y me miraba con  sonrisa de niño travieso. ¡A callar Nicola, que no das ni una! En fin, un Sábado muy agradable a bordo del Cata de 14,5m de Charter Columbretes con Sergio Nundina y Juan Vicente Lloret como patrones de lujo, y un puñado de amigos y familiares muy envenenados con la pesca.

El "deus ex machina" del evento mi amigo Javier y su mujer Eva, que habían reunido a Andrea, un amigo italiano y su familia, y servidor con sus mujeres: madre e hija. Como invitados de lujo no tuvimos que preocuparnos de nada, solo llegar y meter los jigs a remojo. De vez en cuando una visita en la cabina para degustar algunos de los abundantes manjares, y una siestecita en proa, cuando el tiempo y el sol dejaban.

La luna llena, se sabe, regala grandes capturas o tremendos bolos y en nuestro caso, probablemente gracias a la maña de los skippers, logramos evitar el baño de humildad. Algún que otro pez salió, no lo que se esperaba pero tampoco lo que se temía;  variedad sobre todo, con Sama, Mero, Chopas (con carnada), Gallineta, Serranos y Bacoreta. Jigging e Inchikú las técnicas más cotizadas pero como decíamos, la abundancia de las Chopas, deliciosa en la cazuela, hizo que se bajaran un par de cañas con sardina.

Estuvimos pescando la zona que colinda el parque de Columbretes, donde está permitida la pesca, y la influencia positiva de la reserva se hace notar ya que hay presencia de depredadores a lo largo de la temporada, que evidentemente salen del perímetro del parque en busca de comida. Peinamos todas la piedras posibles e imaginables, y además de las 9 o 10 piezas que pudimos sacar, hubo alguna que otra picada fallida que animaron el día. Mis recuerdos de Columbretes eran algo diferentes, de hecho hace algunos años cuando todavía había algún barco con el permiso para pescar dentro de la reserva, pude hacer una pesca espectacular, sin embargo me ha quedado clara la importancia de poder contar con un criadero de semejante tamaño.

Por cuanto nos pueda molestar el hecho de no poder pescar la zona del parque, debemos de ser conscientes que es un gran pulmón para la fauna marina, que les permite vivir y reproducirse sin acoso alguno, llegar a grandes tamaños, y finalmente generar vida y pesca para las zonas cercanas. Lamentablemente el genero humano desconoce los límites, la conservación y el respeto de tallas y cupos, por lo tanto la única manera de que los respete es de prohibirle algo por completo, y mantener un control muy exhaustivo. A estas alturas me decantaría para que en el Mediterráneo hubiese más reservas marinas, pero no las de pacotilla donde solo pueden pescar los profesionales, sin duda los mayores responsables de la situación el que verte nuestro mar, sino las integrales, donde los bichos puedan encontrar algo de paz y con alguna esperanza de llegar a viejos.

Si mis amigos de Castellón me dejan, no me importaría volver a pescar a Columbretes, con una condición, que sea Eva que se encarga de la comida ...

Es cierto, las cañas se rompen, algunas por malas, otras por defectuosas pero la gran mayoría, diría la inmensa mayoría, por culpa del pescador. Os adjunto un vídeo escarificador de lo mal que se puede llegar a pescar, aún teniendo una caña espectacular y famosa por su robusteza como la Fisherman Red Tail. Mirad lo que hace este señor cuando el bicho empieza a tirar debajo del barco: en lugar de quitarse la caña del cinturón de combate o buscar una mejor posición espera a que pase lo inevitable. Me gustaría ver con que cara le llama a Fumio Suzuki y le dice: "Tío, tus cañas son una porquería, mira lo que le ha pasado a la Red Tail con un GT....!"

He vuelto de Costa Rica desde hace unas 40 horas. En realidad ni tengo tiempo de hacer un report en condiciones porque en dos días me voy de nuevo pero quería dejar una notita, para los más curiosos. el viaje, en cuanto a la pesca se refiere, ha ido francamente mal. Por lo menos a spinning y jigging ya que con carnada, los que han probado, han hecho una masacre (es un decir). Hemos sacado alguna Cubera, un bonito Mero y algún que otro Jurel, además de un Vela y algún gallo, pero pocos peces y muy trabajados.

Los bichos no estaban por la labor. Así de fácil. Y nosotros además nos hemos equivocado saliendo al Vela cuando había buena pesca de tierra y viceversa. En fin, una verdadera pena porque el sitio no tiene un ero. Costa Rica es un país maravilloso, tranquilo, seguro, con una naturaleza impresionante y una gran cantidad de especies para poder pescar con las técnicas que nos gustan. Pero así van las cosas y lo único que nos queda es ganas de volver, en un momento mejor pero con la misma gente, Christian y su mujer Clarisa, personas encantadoras donde las haya, que nos han brindado un trato inmejorable.

Lo que hemos podido hacer es probar varias cosas de las que hemos estado comentando últimamente: anzuelos sencillos, wind on leaders etc. Volveremos a hablar de ellos porque viaje tras viaje se va a cumulando experiencia