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Hablemos de eso amigos, hablemos pues de algo que no se puede palpar ni explicar y que sin embargo juega un papel muy importante en nuestra vida cotidiana. El sexto sentido es la intuición, aquel don que cada ser humano tiene más o menos desarrollado y que consiente acertar en decisiones importantes allá donde la lógica y la pura matemática habrían, quizás, fallado. A pesar de tenerlo no todos son capaces de seguirlo; el miedo, la inseguridad, el tener que tomar una decisión que resulta fuera de lo "normal", a menudo nos hace recular amansados o bien parar quedándonos donde estábamos, sin correr riesgo ninguno, o bien por seguir algún consejo de otra persona, en la que posiblemente confiemos más que en nosotros.

Me gusta seguir mi intuición, correcta o equivocada que sea, porque siempre me llevará a algún sitio diferente del que donde estoy, y si a caso me deja con el culo en el suelo habrá que levantarse y probar otra cosa, que tampoco es mal mayor. Además, las veces que por pereza o porque alguien me da la tabarra, me dejo aconsejar siempre me arrepiento porque sea un éxito o un fracaso podría haberlo evitado o quizás logrado yo solito, y no es lo mismo. En fin, como la vida misma, de la que a veces nos encontramos hablando por estas páginas virtuales entre conocidos. Pero volvemos a la pesca, que es el motor de este blog.

En nuestra afición el sexto sentido se podría también llamar de otra manera, el sentido del agua por ejemplo, ya que se refiere concretamente a una habilidad que algunas personas más que otras han desarrollado para intuir, prever y aprovechar determinadas condiciones en las que la pesca pueda llegara a ser mucho más provechosa. Pero llamarle sentido del agua también podría ser una limitación en cuanto algunos seres van más allá de eso y deciden moverse de un lugar conocido y "seguro" para aventurarse en la búsqueda de los peces en zonas con menos rodaje, donde las capturas resultan ser más esporádicas y probablemente relacionadas con situaciones ambientales supuestamente más aleatorias.

Se me ocurre pensar en una día de pesca en el Estrecho cuando estábamos grabando un documental para la TV italiana y no faltaba diversidad en las capturas. Con Paquito seguíamos machacando las zonas que siempre conceden alguna picada de Anjova, Lubina o Barracuda y que sin embargo nos tenían muertos de asco, sin ver cola. A nuestro joven skipper, pero no falto de conocimientos del humor del Estrecho se le ocurrió cambiar totalmente de zona, pegarnos una panzada de millas rebotando como pelotas de tenis para finalmente llegar adonde su intuición le había traído. Como ya me conozco al engendro ese que no se como se la arregla pero siempre se sale con la suya, me callé y empecé a disparar jerkbaits, en concreto recuerdo que tenía un Audace color Ghost French Pearl, y al minuto vi la sombra de una Barracuda detrás del artificial. Como os podéis imaginar siguió un festival y el documental se arregló en un pispás, era el último día y solo pudimos pescar en ese sitio media hora porque teníamos que ir a coger nuestros trenes y aviones y volver a casa.

En mi afortunado camino en este mundillo de la pesca he tenido la suerte de conocer muchas personas que tienen este don y entiendo que no todos han nacido con ello, sino que lo han desarrollado según crecía su experiencia en el mar, sin duda un elemento muy importante para que el conocimiento pueda darle un empujoncito más a lo que marca el corazón. Como siempre, llegados a este punto pido ayuda a los que tengan ganas de contar sus experiencias personales, mencionar algún amigo especialmente afortunado en este sentido, o lo contrario de todo también, que también puede ser divertido. Os dejo la palabra que seguramente no caerá en el vacío. Gracias, ciao 😀

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Hace unos días estaba hablando con un amigo cazador de las cosas del afición y salió el tema de los trofeos, un argumento muy interesante también entre nosotros pescadores. Le explicaba que yo ahora, ya mayor de edad, con muchas canas y un puñado de horas de pesca en la mochila, no entendía el afán generalizado de lograr una gran pez o matar un venado impresionante nada más empezar con la afición, sin tener la experiencia necesaria para poderlo disfrutar como debido y muy probablemente sin merecerlo. Me explico mejor. Si no sabes tirar bien o no sabes mover bien un señuelo como puedes estar seguro de que el tiro, o la picada no hayan sido fruto de la casualidad? Se puede matar un venado que asoma la cabeza entre las encinas a 300 metros de distancia y acto seguido fallar otro que está comiendo tranquilo a 50 metros de nosotros. Por la misma regla en el primer viaje al trópico podemos hacernos una foto con un Mero gigante y en el lance siguiente perder todo por culpa de un GT de 5 kilos o no sacar nada más mientras los otros se ponen las botas (y si me cambias los GTs por Lubinas el resultado es el mismo)

El problema es que cuando falta la experiencia, aún siendo tiradores u pescadores con cierto talento no estamos controlando al 100% la técnica y hay cosas que se dejan en manos del destino, que en esta caso juega de juez. Si conseguimos dejar por un momento nuestro ego de lado, después de la satisfacción inmediata de la captura y las siguiente sesión de fotos, hay que plantearse algunas preguntas y tener la frialdad de ser críticos con nosotros mismos.

¿Realmente he hecho todo bien o ha sido un momento de benevolencia de los astros que se han cruzado en el momento decisivo? He merecido este trofeo o simplemente lo he conseguido? Al hacerse mayores hay algunos que se vuelven más exigentes, van buscando retos más complicados, y al hecho de capturar un pez pasa casi en segundo plano, con el como se captura que adquiere más protagonismo. Los bichos de los que tengo mejor recuerdo son aquellos que he sacado pensando "out of the box", en otras palabras contra corriente, o alejándome de lo que normalmente se debería de haber hecho. Lo más curioso es que a veces no se trata de peces de tamaño significativo, sino simplemente de capturas "pensadas" y "curradas".

A veces la ambición choca con el fluir natural de las cosas: un atleta que corre los 100 metros no puede empezar su carrera deportiva batiendo los 9,58s de Usain Bolt, sino trabajando duro hasta ir rebajando tiempos, entrenando y corriendo con siempre mejores atletas y finalmente subirse en el podio de las Olimpiadas. Un poco lo mismo debería de pesar en la caza y la pesca, que en este caso junto por compartir una conducta parecida entre sus aficionados. A parte el ir subiendo de "nivel" de captura poco a poco, sobre todo tener el tiempo de adquirir esa consciencia necesaria para poder marcar cada captura como propio logro, 100% personal, y no compartido con la suerte que de todas formas sabemos ser a veces más y otras menos, presente.

Me gustaría conocer vuestra opinión y si es posible escuchar algún ejemplo que pueda explicar realmente lo que significa haber conseguido una captura que os ha llenado de orgullo, y que sabéis haber merecido y disfrutado de lo lindo.