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Tengo como la sensación de que una temporada, etapa o milla de mi vida ha pasado. Acabo de ver un video grabado en Socotra con unos GT de tamaño descomunal y sinceramente, por interesante, emocionante y “adrenalinico” que pueda llegar a ser poco me llama la atención. El enfrentamiento cara a cara con unas musculaturas salvajes y poco piadosa de los años que un cristiano lleva en la chepa, me deja algo despistado, asustado quizás. En plan nenaza, por poco que me guste.

La última experiencia que tuve con un GT de tamaño XL remonta a Omán en 2010, con en la mano una Tokara prestada y unos días ociosos de aperitivo, en los que el máximo esfuerzo había sido apretar el disparador de la Nikon: estaba fuerte. Clavé el GT y ni le di tiempo de recordarse de su bendito abuelo porque en tres minutos estaba  al lado del barco preguntándose que demonios le había pasado. Sin embargo, hace menos de seis meses, en las azules aguas del Mar Rojo, un primo de infinitamente menor tamaño me hizo sudar la gota gorda, ¡lamadrequeloparióloquemecostóacercarloalbarco!

No sé si es la espalda que falla en el tríptico pero ese bicho tiraba y el abuelo resoplaba en búsqueda de una ayuda celestial que me ayudara a llevar a cabo semejante empresa. No llegó y me tocó hacer todo solito, subió a bordo y me alegré de que aquella tortura había llegado a su fin … antes que yo. Falta maldad. Falta agresividad. Se lo toma uno más “tranqui” y no puede ser, el trópico VIP exige concentración, mala leche, el “body” y el firme y imperturbable deseo de hacerte con la pieza. Tontería la justa.

Si pongo el mecanismo atrás recuerdo que a mis clientes tropicales primerizos les decía justamente esto, de estar concentrado y básicamente ser malos, agresivos y competitivo. Así se la gastaban los buenos, pasando por encima del cadáver del otro para el Big One: “no rest for the wicked”. Luego la vida pone a cada uno en su sitio, en el momento oportuno el reloj cambia de sinfonía y te encuentras más a gusto con las Lubinas que los Atunes, bichos horrorosos por cierto. ¿Se queda satisfecho el tito o simplemente la biología del humano cuerpo ha conmutado el carril y empezado un camino menos tortuoso? La verdad es que poca importancia tiene todo el asunto, lo que me queda de rabia lo conservo para mis amigas de escamas rojas y el diente de perro que nunca llegó, el resto de las fibras las dedico por completo a una pesca mediana sin pick up que se arquean y vertebras que crujen.

Como el que se vuelve vegetariano cambio de coche y del Hummer subo en un Mini, coqueto y rápido pero con menos músculos y el cambio tiptronic, porque al final lo que es cómodo...pues eso, es cómodo. No voy a pasar al carrete eléctrico por aquello de la decencia, dignidad y amor propio, pero si que del 6000 bajo al 3000 sin pena ni infamia, y me lo sigo pasando como un enano. Veinte o treinta libras amigos, es lo más poderoso que este cuerpecito aguanta, y voy que chuto, en cuanto a trenzas se refiere. Aguanto a Metallica todavía, y a volumen bien alto, pero los GT grandes como un burro preñáo los dejo a los jóvenes rampantes; tienen más de esto y aquello, y las ganas de dejarse los riñones por ello, que por cierto, acabo de descubrir que tengo solo dos ¿Qué pocos no?

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Eso es ¿y si nunca hubiésemos empezado a pescar? ¿Cazadores quizás? Algunos hay, pero no es este el átomo de la cuestión, caza o pesca da lo mismo, son aficiones diría yo ancestrales y da igual la que practiques. Lo que quiero decir, y no es fácil, es que para muchos de los que vagabundeamos por estos lares, la pesca no es el mero hecho de salir a pescar con la caña a cuestas, es otra historia. Con medio siglo en la chepa, aún metido en esto hasta las cejas y con el deber de entregar "algo" sobre esta afición, ya trabajo, sigo apasionándose por ver el amanecer en el Estrecho, o el sol que es engullido por las montañas detrás de la Ampolla, al volver de un más o menos fructífero día de pesca en el Delta.

Lo de la picada y sacar el animal plateado y con escamas tiene su rollete pero el hecho elemental, básico y primitivo de salir a pescar trasciende de todo el resto y es que realmente deja huella en mi menguado cerebro. Es esto que me deja un poco pensativo ¿si no hubiese empezado con la pesca como hubiera podido canalizar esa energía, esas emociones y momentos tan intensos? Está claro, existen las drogas 🙂 pero nunca me han llamado la atención, bien por miedo bien por educación, existe el senderismo, que me parece un coñazo al cuadrado si no se práctica por lo menos con la cámara de foto al cuello, y aún así siempre hay el agonista que te da por saco con que no hay que parar la marcha.

Lo de las fotos es una buena y bonita afición, hasta el más negado que no sabe pintar ni el dibujo del ahorcado puede con ello, pero le falta adrenalina; el lance en el sitio bueno que solo espera la picada del Sargo campeón del mundo de Rockfishing o el averío con Atunes atiborrándose a sardinas no son lo mismo que meter un atardecer en el LCD de una Nikon. ?Deporte? Vale, lo compro pero que deporte y sobre todo ¿a que nivel? Cuando estás pescando, tu "entero yo" está en ello, se dedica 100% a la afición dejándose acunar por el entorno, la mayoría de las veces muy bonito, y no deja sito a interferencias, como mucho una charla con los compañeros cuando todo está saliendo bien pero a cada lance vuelves a tu película. Usain Bolt estará igual de concentrado cuando se agacha con 100 metros de "tartan" delante suyo? Seguro que si o inclusive más, pero está metido en un estadio, lleno de gente gritona y con el corazón que corre más que la Red Bull de Vettel; tampoco es lo mismo.

¡Que va! No me veo haciendo otra cosa, por lo menos ahora que el tiempo me persigue más de cerca y las distracciones de la juventud han dejado sitio a las idiosincrasias de la así llamada "madurez", si es que llega algún día. Si no hubiese llegado a pescar quizás me hubiese gustado ser piloto de cazas, adrenalina a tope y nadie que te da el coñazo cuando a Mach 2 empiezas un tonel en 4 tiempos ... Eso si, de no tener gafas y ver menos que un gato de escayolas 😉

Besos nenes, y que sigamos por aquí compartiendo tonterías como estas por mucho tiempo 😀

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Buenos días cofrades, ¿que tal os trata la vida en este caprichoso Abril? En la Capital pasados por agua, viento e intemperies, vamos que parece que el calendario por aquí va al revés.

Hoy estoy que salpico psicología por todos los poros, no se porque, me he despertado así y llevo todo el día haciéndome preguntas sobre el Ying y Yang, la relatividad del ser humano, si Rossi finalmente volverá a ganar alguna carrera o si ponerme ya el pijama de verano. En fin, pensamientos que van más allá de la comprensión del hombre de la calle, y que entiendo que también a algunos de vosotros se les escaparán ... 🙂

Entre tal riada de neuronas se me escapó una joya que no podía dejar de compartir con este ilustre público lector: ¿que efecto tiene la pesca sobre vuestro estado de ánimo? Relaja? Suelta adrenalina? Hace enfadar? Descarga tensión?

Supongo que para algunos, como este servidor será una mezcla de todo, es relajante salir pronto por la mañana y disfrutar del mar, pero también hay chutes de adrenalina cuando se asoma un animal detrás del señuelo, o surge un buen cabreo cuando se rompe la línea o se escapa un pez. Pero imagino que habrá una de estas sensaciones que será la dominante, y diferente para muchos. Me encantaría leer lo que piensan vuestras señorías, así que mano al teclado y a escribir y para premiar vuestra fidelidad y colaboración en este blog, entre todos los comentarios sortearé uno (los comentarios están en secuencia, por lo tanto hacer papeletas - 1, 2, 3 etc. - resulta fácil) y al afortunado le tocará un bono de 25€ para gastarse en la tienda. ¡Ala, tirando la casa por la ventana!

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