Historias del mar

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Atreverse con algo diferente en la pesca puede proporcionar resultados inexperadosFracasar es bastante normal en nuestra afición, pero creo que el fracaso tiene diferentes facetas y sobre todo lleva a distintas reacciones por parte del ser humano. Hay cristianos que asumen la derrota como parte del juego y pasan rápidamente página sin darle más importancia, otros que se dejan afectar mucho por un mal resultado y no paran de darle vueltas hasta que una nueva salida de pesca propone un nuevo reto.

Decía alguien: "No importa cuanta veces te caes, sino que son las veces que vuelves a levantarte las que cuentan". Si no fracasas nunca es porque no has intentando algo diferente, porque no te has arriesgado y si esto es cierto en los deportes, los negocios, y en general en la vida ¿lo es también para la pesca? Fracasamos porque no intentamos algo nuevo, o porque no había forma de que los peces picaran por la razón que sea?

Estoy bien seguro de que la pesca al depender del humor de unos bichos con escamas, con un cerebro como una nuez y un instinto muy desarrollado es harto complicada; si bien es cierto que en algunas ocasiones por cuanto te esfuerces no hay forma de que las cosas salgan bien, en otras a lo mejor hemos matado nuestra oportunidad por no intentar algo nuevo.

Tengo infinidad de ejemplos para contar que explicarían que probar caminos nuevos, por cuanto descabellados puedan parecer, a menudo trae resultados sorprendentes y estoy hablando justamente de la pesca, una afición que en lugar de simplificarse, con el tiempo se hace siempre más complicada. No os voy a aburrir con las historias del abuelo porque quiero que sobre todos habléis vosotros de vuestras experiencias, ya que creo que se trata de un tema que tiene mucho recurrido.

Hay un par de cosa que me gustaría saber y son las siguientes:

  • ¿Para solventar un día que pinta de pena os estrujáis el cerebro para intentar algo diferente, o os invade un sentimiento de resignación y volvéis a casa achacando el malo resultado al mero hecho de que los peces no quieren comer?
  • Si a pesar de muchos esfuerzos y aún probando cosas diferentes o totalmente nueva para vosotros el fracaso se confirma, que sensación lleváis de vuelta a casa: frustración, revancha, planificación para la próxima salida, optimismo, rabia?

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Seguimos por un momento con el tema de los peligros de la pesca pero esto es algo más curioso, os cuento mis dos historias. La primera pasó en Panamá, el primer día de pesca y en mi barco estaba el amigo Alan, primerizo en lo de la pesca tropical, y su padre. Alan saca una hermosa Cubera y servidor se pone a hacerle fotos: click, click click y al cuarto click la Cubera hace clock, se le escapa al chico y decide aterrizar sobre mi estupenda persona, arrodillada muy cerca del pescador para aprovechar al máximo el gran angular. Si la cosa se hubiese quedado allí estaríamos hablando de un susto y nada más pero no, el Cuberón planea del revés y decide frenar su caída plantando las dos púas más largas de la aleta dorsal en el antebrazo del menda. Grito estilo Tarzan, me levando de pie y acto seguido me caigo al suelo desmayado (Alan corrígeme si me equivoco en algo). En mi muñeca se forma un bulto del tamaño de una manzana (Golden diría) y llega el momento que también Alan se marea. Cunde el pánico en el barco pero Travis Peterson, el skipper no se pierde de animo y raudo y eficiente saca hielo para bajar el hinchazón y una pomada antibiótica que me salva de una muy probable infección.

Segunda aventura, más cerca, Delta del Ebro. Suben dos palometones a bordo, uno a poca distancia del otro y mientras estoy haciendo las sólitas fotos muy cerca del sujeto el bicho decide dedicarse a las acrobacias, se libera de la presa del amigo Maño y una vez más, seguramente ya informado del desenlace panameño, decide aterrizar de lomo y clavarme las 5, habéis leído bien he escrito cinco, púas de la aleta dorsal en un muslo. Sin llegar al dolor probado en la muñeca este tampoco se queda corto y un buen chorro de sangre empieza a correr por mi pierna. Con sangre fría me saco algunas fotos y luego desinfectamos la herida con el alcohol que usábamos para limpiar las agujas de marcar y seguimos pescando. A los seis meses salió un trocito de púa que se había quedado incrustado en mi muslo, se lo di al ratoncito Pérez y no me hizo ni caso.

Todas estas historias para preguntar a mis pacientes amigos si han tenido experiencias parecidas, valen también mordiscos de Anjovas y un bofetón de la aleta caudal de un Atún ... Vale to', sobre todo si dentro de la desgracia tiene ... gracia 🙂

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Una vez, todavía adolescente y en plena manía del bricolaje, levanté del suelo un señuelo horrible que acababa de construir y tuve la gran mala suerte de que una de las poteras se enganchó en el calcetín y la otra entró derechita en mi pulgar. Urgencias, cortecito, un punto y pa' casa. En los treinta y tantos años que siguieron he vuelto a tener pinchazos y he visto más de un anzuelo superar la fatídica barrera de la muerte y quedarse decorando una extremidad o un dedo del que pescaba a mi lado. He visto triples del 5/0 entrar en las manos del desafortunado marinero de turno, señuelos partir gafas ajenas por un lance mal hecho y un estupendo Roosta de 100 gramos plantarse en mi espalda por un pick up cerrado, afortunadamente sin que las ancoretas encontraran la carne.

Hay pescadores patosos y otros desafortunados, los hay que se resbalan y se caen encima de un almohada y otros, como este servidor, que sale volando de una roca y se deja dos codos en la lava con consecuentes fracturas y huesos que se quedan flotando por las carnes. Un amigo mosquero ha logrado partirse los dos brazos y otra vez, si no me equivoco un tobillo. ¿Y a quien, por lo menos una vez,no se le ha puesto el dedo gordo como un melón al chocar con algo en un barco? Y queremos hablar de la marea, esa hola tan inesperada que nos ha levantado los pies y puesto a remojo?

La pesca puede a veces llegar a ser algo peligrosa, cada vez que vuelvo a pensar en aquellas paredes que bajamos en Fuerteventura me pregunto si realmente no se me debería de haber llevado por delante la teoría de la evolución, para dejar espacio a seres más inteligentes. Tontería hemos hecho todos, y lo bueno es que las podemos contar así que aprovechemos de este nuevo artículo para soltarlas pero solo hablemos de anzuelos clavados o situaciones peligrosas en la que nos hemos encontrado porque la en pocos días tendremos más espacio para contar otros tipos de desgracias 🙂