Técnica de pesca

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Hace un tiempo que me he alejado un poco del jigging, hasta hace no mucho mi técnica favorita, que últimamente solo he practicado en el trópico. Es curioso pero la sensación que tengo es que en general el jigging no está cosechando tanto interés como hace unos años o unos meses si me apura. A parte el subidón del Rockfishing en estos últimos meses el que ha seguido en su línea, cosechando capturas y la atención en los medios y "social medias" ha sido el spinning, que al parecer está totalmente ajeno a las modas y caducos sentimientos de una tribu caprichosa y voluble.

Seguimos pescando a spinning, con más intensidad si podemos pero pocos van sondeando los abismos en búsqueda del animal para enmarcar, aquel trofeo que antaño nos hacía soñar y sudar la gota gorda remolcando plomos de 300 gramos. Los que siguen bajando hierros han aligerado el equipo, pescan con 3o libras o 50 si el riesgo es alto pero nunca jamás con 80 libras, como requería el libro gordo del siglo anterior, y los jigs se han quedado en 120, 150g y 200 en casos de corrientes abismales que se llevan el barco a 5 nudos.

El jigging sin duda ha cambiado y me gustaría poder decir que ha cambiado a mejor, es un técnica más fina para la que se aplican leyes de la física más exactas y  cada día más complicadas. Yo llevo tiempo sin practicarlo, la última experiencia fue en Maldivas hace unos meses y nada para tirar cohetes, por lo tanto me gustaría preguntar a este estupendo público como las va a ellos, si siguen, han parado, van a medio gas y sobre todos con que jigging están lidiando ahora. Después entraremos en movidas más específicas como Kabura e Inchiku.

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Hace un par de semanas volví a turbar la tranquilidad de mi amigo Oriol y okupar (con K que suena más radikal, y dale ... 🙂 ) su barco por un par de días. Nos esperaban un sábado y un domingo con una climatología muy diferente, por lo tanto interesantes ya que nos iban a permitir tocar varios aspectos de la pesca en el Delta. Diversión hubo pero no vamos a hablar de ello ahora, sino de un asunto que suma y sigue el de las cañas parabólicas: el uso del monofilamento.

Team Daiwa Bradia 2000 con Fluorocarbono Molix Enki de 8 libras

Los antecedentes remontan al año pasado cuando metí unos metros de nylon en un stradic 1000 que tengo del año de la polka, quería usar más los vinilos sin plomos y con el trenzado  me encontraba a menudo con pelucas complicadas de deshacer. Esta vez, gracias a Pesca Sport pude hacerme con una bobina de repuesto del Daiwa Bradia 2000 que rellené (demasiado, cabezón que soy) con un fluorocarbono Enki de Molix, 8 libritas para quedarme ligero. En primer lugar decir que me quedé bastante sorprendido por lo lacio y suave que era el hilo. Me esperaba algo más rígido pero nada que ver con el fluorocarbono que usamos para los bajos, además este es bastante elástico otra cosa que he apreciado mucho. En pesca, a parte unas cuantas pelucas fruto de mi estúpida manía de rellenar los carretes con TODO lo que lleva la bobina de hilo, me ha divertido tanto volver a usar un monofilamento que no lo he quitado en todo el fin de semana y con ello he lanzado jerkbaits, vinilos, paseantes y todo lo que tenía en la caja.

Es curioso pero el efecto chicle no me ha molestado en absoluto, además estaba usando una Sage que tengo antes de la guerra del 15/18 y que es un sauce y se dobla solo con mirarla, por lo tanto la combinación no podía ser más absurda y tan poco de moda y la respuesta a cada solicitación o tirón que podía impartir a la caña seguramente llegaba al señuelo muy amortiguada y con un efecto muy reducido.

Entre las ventajas que he podido notar seguramente un movimiento menos agresivo de los señuelos, un dato a tener en cuenta con el pescado muy resabiado y poco agresivo, seguramente mejor dispuesto en atacar un artificial que se mueve con cierto ritmo y armonía a otro que viaja como un robot. Sin duda una gran ventaja es la de poderse olvidar del bajo, el ocho libras acababa directo al emerillón, un nudo y a correr, otro mundo: como cambiar de vida, coche u novia.

Curioso notar como la elasticidad del conjunto parecía favorecer el mordisco del bicho, que llegaba a clavarse muy bien los anzuelos, como si hubiese tenido más tiempo para atacar a fondo. A veces con el trenzado se enganchan de milagro, con una punta del anzuelo trasero pinchada en el labio, pero aquí la sensación que tenía era de que nadie o nada intentó arrancarle la comida de la boca. Pero, y a lo mejor resultará curioso, donde más a gusto me encontraba era peleando los bichos, sobre todo las Lubinas. Con la caña y el hilo trabajando al unísono y amortiguando con suavidad los tirones del pez, me notaba mucho más seguro y sin esa inquietud que a veces te entra de poder llegar a perder la captura porque se le rompe la boca o se desanzuela por llegar a arrancarle la punta del hierro de la boca.

Es el resumen que he podido hacer después de unas pocas jornada de pesca y a mucha distancia unas de otras, pero lo que quería manifestar es que me ha dejado buen sabor de boca. Esta combinación "retro" tiene migas, es interesante y a lo mejor también educativa. No está mal volver a pescar como se hacía antaño y darse cuenta que no todo lo que ha traído el progreso es 100% bueno e inmejorable, veo difícil trabajar bien con monofilamento gruesos u con determinadas especies, mover poppers o practicar pescas muy específicas como puedan ser el kabura, Inchiku o Jigging, pero para los curiosos hay un reto: ¿os atrevéis a probar?

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Finesse tropical....

¿Será una moda pasajera o se quedará para siempre? Recordamos todo lo que pasó en su momento con el jigging, que subió como la espuma para luego volver rápidamente a su cauce y normalizarse, como otra técnica de pesca con señuelo. La gran diferencia es que en su momento al carro del vertical se apuntaron muchos oportunistas provenientes de otras técnicas (cebo, fondo, volantín, curricán) que vieron en el jigging una manera de aumentar talla y cantidad de capturas, y que por nuestra inmensa suerte al bajar las capturas han vuelto a sus menesteres habituales. Con el Rockfishing estamos en un ámbito algo diferente, en primer lugar es una especialidad muy técnica estrechamente vinculada al spinning, y que no se práctica para el tamaño de las capturas sino exclusivamente por el disfrute que proporciona.

El hecho de que sea tan técnica mantiene lejos los cafres del "me llevo todo con lo que sea" porque aquí hay que currárselo un poco más utilizando materiales finesse que no todos saben manejar y sobre todo, ¿si no es para divertirse que interés puede haber alguien en aprender una técnica nueva y tan minimalísta para sacar un rascacio de 80 gramos en un puerto?

Al principio no veía demasiado interés en ir buscando pezqueñines entre los bloques de hormigón, pero poco a poco me ha entrado la curiosidad ya que amigos que respeto mucho como pescadores me hablaban de lo entretenido que llega a ser. En unas aguas como las nuestras, donde la presión de pesca se hace cada día mayor, entiendo que esta especialidad nacida en Japón, otro país con problemas de sobrepesca, haya podido llegar a enganchar a tanta gente. Además, para muchos spinners la llegada del frío corresponde con un parón de la actividad de pesca (a parte casos de pesqueros muy concretos) y el Rockfishing es como una inyección de gasolina fresca que permite seguir pescando a lo largo de todo el año.

En fin, me alegro que haya surgido algo nuevo y ver que poco a poco se va creando un cultivo de expertos locales como Sam Bosch que nos emocionan con sus pequeñas pero muy trabajadas capturas. Además, y esto me pone aún más curioso, para los amantes de la fotografía se presenta un nuevo reto ¿como vamos a hacer las famosas retrateras? Cambia completamente el concepto, y a lo mejor se abandona el gran angular en favor del macro, pudiendo jugar con bonitos desenfoques y primeros planos llenos de detalles.

Adelante entonces con la micropesca, de momento servidor que sigue empeñado 🙂 en vivir de esta afición ha puesto en la tienda una página exclusivamente dedicada al Rockfishing donde poco a poco iré añadiendo novedades