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Recuerdo que al tiempo del forum de caranx.net se trataban muchos argumentos y cada uno aportaba su granito de arena. Había entradas en continuación y prácticamente ninguna se quedaba sin respuestas, el tema se remataba hasta que el problema parecía estar solucionado.
Lo que observo ahora es que la gente en general está más cortadas, no existe ya aquella relación entre quien quería saber algo y quien, de una manera u otra podía ayudarle a resolverlo.

Escasean entonces las preguntas, y desde luego las respuestas son de las más escuetas que te puedas encontrar. es todo más superficial, como si cada cual fuese a lo suyo sin querer perder mucho tiempo en liarse con la didáctica.
Me pregunto entonces si ya hemos aprendido todo lo que necesitábamos saber y no queda ya ningún novato o curioso que quiera aprender algo más sobre una técnica u otra.

Una de las razones por las que me metí de lleno en este mundillo era porque quería compartir las cosas que iba aprendiendo por el mundo. He tenido la increíble suerte de poder pescar en muchos y distintos lugares con grandes pescadores que me han enseñado mucho y como mínimo me parecía lógico poder devolver esto a los demás.

Este escaso afán de mejora y poca sed de conocimiento me deja un poco desconcertado, pero es posible que la gente no se atreva a preguntar porque en el web 2.0, sobre todo en Facebook, parece que estamos solo para contar y enseñar nuestros caretos sonrientes detrás de un bicho.

Entonces lanzo un aviso para los navegantes, si alguien tuviese una pregunta pues que nos la haga llegar, por aquí se pasean muchos y buenos pescadores y estoy seguro de que estarán encantados de contestar, sobre todo, y espero, los de la vieja escuela.

Imposible quizás repetir los años de oro del la pesca virtual, pero hay algunas buenas costumbres que no se deberían de perder.
Gracias por vuestra atención, ahora tenéis toda la mía 🙂

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Si es que he empezado a visitar las dulces aguas del interior es por dos razones, la gana de volver a encontrarme con bichos olvidados y la cercanía (relativa). Es decir, un cristiano que vive a casi 400km de la orilla más cercana no puede estar cada fin de semana emigrando o plantearse un día de ida y vuelta para mojar señuelos. Hay que ser realistas, sobre todos ahora con lo que cuesta la gasolina o un jodido tren. Al no tener siempre tres o cuatro días a disposición se busca uno alternativas, y las más viables pasan por visitar ríos y pantanos.

También hay que decir que la comunidad que me alberga tiene poca pesca, me parece que por aquí somos demasiados y que hay mucha presión,  amén de que los depredadores que tenemos a disposición tampoco son muchos. Es preciso entonces peregrinar hacía lugares más fecundos, ya estén a 100 como a 250 kilómetros, algo que todavía se lleva en un solo día. Pero es cierto lo que dice el refrán, no hay mal que para bien no venga.

De no haberme picado el gusanillo y surgido una impelente necesidad de volver a pescar por lo menos uno o dos días por semana - lo autónomos tenemos esto, estamos jodidos pero felices de elegir nuestros espacios libres - no me hubiese encarado nunca a las Carponas o pensado en acechar barbos por cada esquina. Fíjate que hasta me hace tilín el Black Bass, pero creo que sea demasiado listo para mi, habrá que intentarlo. Lo curioso es que ahora cambio alegremente Lucios por gordinflonas, cosas raras que hace el cerebro, o lo que quede de ello.

La semana pasada he estado unos días en Italia, y he pescado el canalito detrás de la nave de Molix donde se esconden Carpas, Siluros y Aspios y una charca que tiene Black Bass y un híbrido de Striped Bass. No ha habido suerte, he tenido un par de picadas sin consecuencias pero me lo he pasado pipa, emocionado como un nene chico. Ya de vuelta a la península Ibérica estoy muy pendiente de los barbos gitanos que me esperan  o de un nuevo lugar de Carpas, sin olvidar que el terremoto andalú está calentando motores en el Estrecho y una petarda catalana me cuida las Lubinas y los Atunes en el Delta. Agua dulce pero también un poco salada, en fin, lo que se pueda alcanzar, lo importante es salir a pescar que el verano llega solo una vez al año y dura muy poco.

En tres horas de barco llegamos a nuestra casa, una "long house" típica de los poblados del río donde realmente no nos faltaba de nada, había camas, cocinera, unos tanques para ducharnos, luz y un baño harto práctico, una cabaña de madera sobre una plataforma que sobresalía al río con un agujero en el medio. Cispúm. Nos instalamos y por la tarde vamos a dar una vuela. Los barcos son algo más estables que los cofres del río y aquí no hay corriente ni rápidos, pescamos algo más tranquilos. A través de un canal entre raíces, árboles y maleza entramos en un laguito tranquilo y apacible. Nos quedaban solo dos o tres horas de pesca así que nos pusimos manos a la obra. Con uno spinnerbait saqué mi primer Ocellated Snakehead y el otro barco se hizo con un par de pieza más. Algo es algo.

El segundo día atacamos un lago más grande, y yo empiezo perdiendo una media docenas de peces causa una porquería de carrete cuyo freno resbala cada vez que clavo. Heri me mete una goleada de campeonato y se hace también con el Giant Snakehead más grande de la semana, una pasada de bicho con una cara de malo que la de la suegra en comparación parece la de un ángel. También el otro barco se hace con uno de esos apreciados serpientes y yo gestiono unos cuantos Ocellated, el Giant se me resiste.

El tercer día cambiamos de tercios, remontamos el río y empezamos a derivar buscando Gatos de todo tipo. Peces gatos, a ver si nos liamos. A Boris le entra uno con mucha mala leche y unos dientes que dan miedo y en las siguientes dos horas no pasa nada, un par de picadas y "muscho caló", nos derretimos. Cambia el plan y nos metemos en un pequeño afluente y estamos de nuevo en la jungla, pescando snakehead. Aquí este servidos se hace con unos Ocellated, como no, y un Jungle Snakehead pero de repente, en un claro vemos un lío montado que parecía una batalla. Pequeños peces saltando por todas partes perseguidos por Snakehead enfurecidos.

Monto la Virago de 4" con la T-Genius y empiezo a machacar. No recuerdo cuantos Ocellates saqué pero fue algo furioso, cada lance una picada mientras mi compañero sufría para colocar el señuelo donde debía, hasta finalmente plantarlo en un árbol y estropear la zona para ir a recogerlo. Por la tarde nos acercamos a un par de lagos pequeños y siguió la matanza con la Virago, en especial en las lagunas donde cubría muy poco y los Ocellated se concentraban hambrientos.

Por la noche fallece una de las ancianas del pueblo y se declaran tres días de luto, por lo tanto nuestra actividad acaba allí, decidimos volver y pescar el último día un lago "secreto" que había en una de las entradas al parque. Mudanza hecha, cenita en un chiringo local y el día siguiente salimos hacía nuestro último día de pesca. Para llegar hay un trecho, se pone uno cómodo y espera. Cruzamos un río precioso, no se ve mucha presión de parte de los locales y resulta que al lago que pescaremos no va nadie por los crocodilos. ¡Viva los reptiles!

Aquí pongo manos al nuevo PJB95, el propeller jerk bait de Molix y cojo distancia. El jodío pesca como si no hubiese mañana, los Ocellated Snakehead lo atacan por todos lados y si no saco treinta no saco ninguno. Lo que se me sigue resistiendo son los Giant Snakehead, Heri sigue sacándolos y yo me quedo en cero, una escusa excelente para volver a visitar aquellos bonitos lugares. Es una jornada algo épica, sale una cantidad industrial de bichos y todo el mundo regresa contento a la base. Por la noche regresamos a Putussibau apretado como sardinas en un coche, teníamos dos pero uno se quedó por el camino y tuvimos que buscarnos la vida como pudimos.

El día siguiente, después de un desayuno indonesio muy gustoso empezamos la marcha atrás, de aeropuerto en aeropuerto, sin prisa ni pausas, donde todo transcurrió sin accidentes hasta mi llegada a Barcelona donde han hecho un aeropuerto muy bonito olvidando solo poner carteles que indican adonde ir ni donde hacer el check in o los transfer, en fin, una cosita de nada. Me toca también el segurata celante que me hace sacar de la Pelicase todo mi material fotográfico, algo que no me ocurrido nunca jamás en ninguna parte del mundo. Aterrizo finalmente en Madrid con una aventura más en la chepa, la receta del arroz indonesio y un quintal de fotos para la posteridad. ¡Feliz! Espero poder repetir el año que viene, sobre todo la parte de los llanos, que es la que más me ha gustado (y estresado menos). Hay un Giant Snakehead que me espera. Lo se.