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Nenes, ya estoy aquí, de vuelta de Maldivas. La tienda marcha a todo gas y estoy ordenando el mogollón que se me ha acumulado en esta semana, también tengo que preparar el report del viaje, escribir tontería de las mías, editar las fotos, afeitarme y prepararme la cena para la enana y este servidor, que la parienta no está. En fin, se hace lo que se puede y uno que es un poco mayor, pues lo hace más lentamente.

Tened fe que aún falto de gasolina sigo en movimiento, por cierto, se me ocurre una preguntita: ¿Como se lleva el tema de la pesca con las dulces mitades? Allá lo tenéis para que no os pongáis vagos, adelante con los comentarios ...

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El amigo Petre levantó una piedra debajo de la cual se escondían muchas preguntas sobre el comportamiento del spinner del siglo XXI y me gustaría que retomáramos el tema aquí en el blog a través de vuestros comentarios, siempre muy interesantes.

Uno de los temas más trascendentales es el de la actitud gremial del pescador de spinning, si es que la hay...

¿Salimos a pescar solos o contamos con la compañía de uno o más amigos? Un tema con muchas vertientes que harán que cada respuesta tenga su peso específico porque habrá quien prefiere ir solo porque no quiere compartir sus lugares, habrá quien precisa de salir con un amigo sobre todos por temas de seguridad y así seguido.

¿Los que quieren evitar compartir sus sitios favoritos, están convencidos de que sean realmente secretos y que si llegara alguien más a pescarlos, se los cargaría en una semana?

Al ser una "especie" de pescadores a parte, que desde luego no se encuentra entre las más colectivas del planeta ?No creéis que nos estemos perjudicando a nosotros mismos por no conseguir "asociarnos" en defensa de muchos de los principios por los que hemos luchado durante años?

Mi humilde opinión es que el spinning debería de ser una técnica de pesca a practicar en pequeños grupos, en primer lugar por la seguridad y luego porque un día pasado en buena compañía en el que se pueda disfrutar de las capturas de los amigos y compartir las proprias es más bonito. Últimamente he salido mucho a pescar con amigos en el Delta y en el Estrecho y he disfrutado tanto de sus éxitos como de los míos, y aún más de las risas y las cenas siempre agradables y fraguas de argumentos de conversación harto interesantes. Así mismo me resultaría imposible pensar en una pesca tropical en solitario, demasiado intensa y peligrosa. Mientras he de confesar que que disfruto mucho de mis paseos solitarios por los ríos de Castilla León cazando Lucios, pero en un río es algo diferente, el espacio es poco, el silencio acogedor y los peligros muy reducidos.

Ahora os toca a vosotros, y como siempre muchas gracias por vuestra colaboración en este blog.

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¿Os acordáis de la primera vez que habéis pescado algo en el mar a spinning? Yo tengo un recuerdo indeleble de mi primera o mejor dicho segunda captura. Acababa de llegar a España y enseguida tenía unos días de pesca en La Graciosa donde por aquel entonce todavía practicaba curricán con el vivo, una técnica entonces realmente efectiva. En el segundo viaje me llevé mi caña de pesca, una Browing de 2,40 que lanzaba 30g (y que ahora sigue siendo la caña que uso en Roma), con un Penn 4400SS cargado con monolfilamento de 12 libras y un puñado de señuelos, entre ellos el mítico Crystal Minnow de Yo-Zuri. Después del día de pesca y antes de ir a cenar al antiguo Fishing Club de La Graciosa me puse a lanzar justo delante del club, en una zona donde hay playa y un poco de rocas, con agua somera. Ya no había luz, solo las luces del pueblo y las de los pantalanes, y yo con el Crystal Minnow intentando no engancharme al fondo, ya que había poca agua y la marea subiendo. Al ratito tuve una picada, y se trataba del primer pez que oficialmente sacaba a spinning en el mar, una Anjova de un palmo. Me desplacé un poco a la derecha donde había más rocas y algo más de profundidad, y me metí con los náuticos y los pantalones a remojo; creo que en ese mismo momento alguna ruedecilla empezó a fallar y comenzó el trastorno que llevo conmigo hasta ahora. Seguí lanzando pero no tardé mucho en tener la segunda picada, y esta vez no era un pitufo sino una señora bestia, con pocas ganas de salir del agua; una pelea bonita y sobre todo épica ya que en aquel entonce este servidor poco sabía de como combatir un pez de mar. Por supuesto que tiraba más de cualquier Lucio que hubiese podido enganchar, y el oleaje por diminuto que fuese juntos con rocas que aparecían por todos lados no simplificaba las cosas. Al final, con algún que otro susto logré sacar del agua el pez y se trataba de una preciosa Lubina de más de 2 kilos; ya podéis imaginar con que satisfacción entré por la puerta del Club, con el bicho acompañándome y listo para sacrificarse para una buena cena con mis amigos. ¡Adelante amigos, que ahora toca a vosotros!