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Llegamos a la cita con el post semanal de este blog. Una vez más arranco sin rumbo, sin cola ni cabeza, dándole al teclado como alma que se lleva el diablo pero sin arrancar el cerebro. Hay que sentarla un momento para encontrar el enchufe y hacer llegar la corriente al disco duro sino ese no se mueve. Al final verás que va a ser culpa del riego, o de la falta de azúcar. Tanto me da.

No vamos a empezar otra vez con las carpas señores, al final se hacen pesada...o es que son pesadas, no se ya me he liado. De barbos todavía no puedo contar nada y los Lucios hace que no los veos...buuuuf. La última en agua salada ¿os la conté ya verdad? Que si hombre, la de niños y gruñones ¿no te acuerdas? Pos si, pero he tenido que volver a mirar los post antiguos, ya sabes le falla a uno la memoria. Oigan, que me pasa lo mismo con los artículos para las revistas, me he atascado con el de Borneo - lo de copiar y pegar lo del blog se hace poco "profisional"- y no hay manera de sacarle el jugo, es como un limón exprimido dos veces, no cae ni gota.

Dentro de este maremágnum que me rebota en la cabeza, ya sabéis, allí hay hueco, me he emperretado - término oficial de la Academia Canaria de lenguas - con lo de grabar algunos vídeos en los que este careto de panoli explique cómo montar un vinilo, hacer un nudo o quitarse una mancha de la camisa de pesca. Lo que me está frenando es mi jodidísimo perfeccionismo, estoy con la paranoia del fondo que pueda usar, las luces y la madre que parió a los Teletubbies, insoportables gordinflones atontados.  Aún más me intriga saber por dónde empezar, eso es, si hay que ponerse pues mejor hacerlo con algo que interese a la población mundial, por si las moscas.

Así que voy dándole vueltas a la cabeza para arrancar el maldito proyecto, al final uno se pone mucho con las fotos, y venga a hacer fotos y más fotos que se olvida que las cámaras de ahora graban unos vídeos que te mueres de buenos y nunca se le da al botón. Se complica un poco el asunto al hacerlo solo pero bueno, te pones allí, la cagas un par de veces, o veinte que es lo que me pasaría a mí, y al final aún cortando media cabeza y enfocando para París lo logras. Estoy sinceramente comprometido, pero mis limitaciones físico/psíquico/cerebrales me están frenando, tengo todavía el ancla echada y no hay manera de zarpar.

Ustedes, que son buena gente y siempre están allí aún sin cobrar - que deberían ya que esto es cada vez más infumable - podrían ayudarme un poquito. Ofrecerme ideas, sugerencias, apoyo moral y si fuese posible ayuda profesional, lo digo pos si hay un psicólogo entre los que me leen.

Muy bien, hoy también hemos acabado con el cupo máximo de sandeces permitido y tenemos que cerrar el asunto. ¿Habéis visto? empieza uno tonteando y más perdido que un burro en el garaje y acaba ... en fin acaba, que ya es algo. Abrazos muy fuertes, pero de machotes que sino la gente empieza a hablar, ya sabéis lo quisquillosos que se ponen algunos...

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Si es que he empezado a visitar las dulces aguas del interior es por dos razones, la gana de volver a encontrarme con bichos olvidados y la cercanía (relativa). Es decir, un cristiano que vive a casi 400km de la orilla más cercana no puede estar cada fin de semana emigrando o plantearse un día de ida y vuelta para mojar señuelos. Hay que ser realistas, sobre todos ahora con lo que cuesta la gasolina o un jodido tren. Al no tener siempre tres o cuatro días a disposición se busca uno alternativas, y las más viables pasan por visitar ríos y pantanos.

También hay que decir que la comunidad que me alberga tiene poca pesca, me parece que por aquí somos demasiados y que hay mucha presión,  amén de que los depredadores que tenemos a disposición tampoco son muchos. Es preciso entonces peregrinar hacía lugares más fecundos, ya estén a 100 como a 250 kilómetros, algo que todavía se lleva en un solo día. Pero es cierto lo que dice el refrán, no hay mal que para bien no venga.

De no haberme picado el gusanillo y surgido una impelente necesidad de volver a pescar por lo menos uno o dos días por semana - lo autónomos tenemos esto, estamos jodidos pero felices de elegir nuestros espacios libres - no me hubiese encarado nunca a las Carponas o pensado en acechar barbos por cada esquina. Fíjate que hasta me hace tilín el Black Bass, pero creo que sea demasiado listo para mi, habrá que intentarlo. Lo curioso es que ahora cambio alegremente Lucios por gordinflonas, cosas raras que hace el cerebro, o lo que quede de ello.

La semana pasada he estado unos días en Italia, y he pescado el canalito detrás de la nave de Molix donde se esconden Carpas, Siluros y Aspios y una charca que tiene Black Bass y un híbrido de Striped Bass. No ha habido suerte, he tenido un par de picadas sin consecuencias pero me lo he pasado pipa, emocionado como un nene chico. Ya de vuelta a la península Ibérica estoy muy pendiente de los barbos gitanos que me esperan  o de un nuevo lugar de Carpas, sin olvidar que el terremoto andalú está calentando motores en el Estrecho y una petarda catalana me cuida las Lubinas y los Atunes en el Delta. Agua dulce pero también un poco salada, en fin, lo que se pueda alcanzar, lo importante es salir a pescar que el verano llega solo una vez al año y dura muy poco.

En tres horas de barco llegamos a nuestra casa, una "long house" típica de los poblados del río donde realmente no nos faltaba de nada, había camas, cocinera, unos tanques para ducharnos, luz y un baño harto práctico, una cabaña de madera sobre una plataforma que sobresalía al río con un agujero en el medio. Cispúm. Nos instalamos y por la tarde vamos a dar una vuela. Los barcos son algo más estables que los cofres del río y aquí no hay corriente ni rápidos, pescamos algo más tranquilos. A través de un canal entre raíces, árboles y maleza entramos en un laguito tranquilo y apacible. Nos quedaban solo dos o tres horas de pesca así que nos pusimos manos a la obra. Con uno spinnerbait saqué mi primer Ocellated Snakehead y el otro barco se hizo con un par de pieza más. Algo es algo.

El segundo día atacamos un lago más grande, y yo empiezo perdiendo una media docenas de peces causa una porquería de carrete cuyo freno resbala cada vez que clavo. Heri me mete una goleada de campeonato y se hace también con el Giant Snakehead más grande de la semana, una pasada de bicho con una cara de malo que la de la suegra en comparación parece la de un ángel. También el otro barco se hace con uno de esos apreciados serpientes y yo gestiono unos cuantos Ocellated, el Giant se me resiste.

El tercer día cambiamos de tercios, remontamos el río y empezamos a derivar buscando Gatos de todo tipo. Peces gatos, a ver si nos liamos. A Boris le entra uno con mucha mala leche y unos dientes que dan miedo y en las siguientes dos horas no pasa nada, un par de picadas y "muscho caló", nos derretimos. Cambia el plan y nos metemos en un pequeño afluente y estamos de nuevo en la jungla, pescando snakehead. Aquí este servidos se hace con unos Ocellated, como no, y un Jungle Snakehead pero de repente, en un claro vemos un lío montado que parecía una batalla. Pequeños peces saltando por todas partes perseguidos por Snakehead enfurecidos.

Monto la Virago de 4" con la T-Genius y empiezo a machacar. No recuerdo cuantos Ocellates saqué pero fue algo furioso, cada lance una picada mientras mi compañero sufría para colocar el señuelo donde debía, hasta finalmente plantarlo en un árbol y estropear la zona para ir a recogerlo. Por la tarde nos acercamos a un par de lagos pequeños y siguió la matanza con la Virago, en especial en las lagunas donde cubría muy poco y los Ocellated se concentraban hambrientos.

Por la noche fallece una de las ancianas del pueblo y se declaran tres días de luto, por lo tanto nuestra actividad acaba allí, decidimos volver y pescar el último día un lago "secreto" que había en una de las entradas al parque. Mudanza hecha, cenita en un chiringo local y el día siguiente salimos hacía nuestro último día de pesca. Para llegar hay un trecho, se pone uno cómodo y espera. Cruzamos un río precioso, no se ve mucha presión de parte de los locales y resulta que al lago que pescaremos no va nadie por los crocodilos. ¡Viva los reptiles!

Aquí pongo manos al nuevo PJB95, el propeller jerk bait de Molix y cojo distancia. El jodío pesca como si no hubiese mañana, los Ocellated Snakehead lo atacan por todos lados y si no saco treinta no saco ninguno. Lo que se me sigue resistiendo son los Giant Snakehead, Heri sigue sacándolos y yo me quedo en cero, una escusa excelente para volver a visitar aquellos bonitos lugares. Es una jornada algo épica, sale una cantidad industrial de bichos y todo el mundo regresa contento a la base. Por la noche regresamos a Putussibau apretado como sardinas en un coche, teníamos dos pero uno se quedó por el camino y tuvimos que buscarnos la vida como pudimos.

El día siguiente, después de un desayuno indonesio muy gustoso empezamos la marcha atrás, de aeropuerto en aeropuerto, sin prisa ni pausas, donde todo transcurrió sin accidentes hasta mi llegada a Barcelona donde han hecho un aeropuerto muy bonito olvidando solo poner carteles que indican adonde ir ni donde hacer el check in o los transfer, en fin, una cosita de nada. Me toca también el segurata celante que me hace sacar de la Pelicase todo mi material fotográfico, algo que no me ocurrido nunca jamás en ninguna parte del mundo. Aterrizo finalmente en Madrid con una aventura más en la chepa, la receta del arroz indonesio y un quintal de fotos para la posteridad. ¡Feliz! Espero poder repetir el año que viene, sobre todo la parte de los llanos, que es la que más me ha gustado (y estresado menos). Hay un Giant Snakehead que me espera. Lo se.