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Tengo un poco de prejuicios a la hora de insistir batiendo por mucho tiempo un mismo lugar o volver a pescar por dos veces seguidas en un día o en dos días consecutivos la misma zona; creo que es una herencia que voy arrastrando desde los tiempos en que solo pescaba en agua dulce pero dudo que se trate solo de un capricho. Más de una vez he podido comprobar que en un lugar que en un momento dato ha sido especialmente productivo, al volver las cosas han cambiado radicalmente y no se ve una aleta y no son una o dos veces, sino muchas en las que a pesar de mi reticencia me he encontrado en una situación similar. La otra manía que mencionaba me frena del insistir en lanzar repetidas veces en el lugar exacto, prefiriendo dirigir mis disparos hacía zonas nuevas, donde en principio todavía no se ha visto señuelo.

Entiendo que cada uno de nosotros tendrá experiencias análogas o totalmente diferentes y me doy cuenta que hay zonas donde el problema no se presenta o por lo menos se manifiesta en manera muy reducida: las bajas donde se concentran los pelágicos ofrecen resultados día tras día, independientemente de la presión de pesca. Lo mismo ocurre con las zonas sin estructuras marcadas y donde a pesar de todo hay abundante presencia de pez pasto, con los depredadores que inclusive se juntan con el aviación y se montan unas pajareras impresionantes. Un cambio en el clima puede estar acompañado por importantes cambios en la actitud de los depredadores hasta desplazarlos de un sitio a otro, renovando en un pispas una zona ya batida anteriormente. Finalmente hay zonas de paso o donde los depredadores entran solo en determinados momentos, por ejemplo puntas de piedra, playas someras, desembocaduras de pequeños ríos y arrecifes que se llenan de vida con los cambios de marea o la aglomeración de pez pasto.

Seguro que muchos de vosotros podrán aportar algo más a mis tambaleantes teorías, me encantaría escuchar vuestra opinión y conocer vuestras experiencias; seguro que al estar más cerca del mar que este servidor lo tenéis mejor medido. Los comentarios están abiertos.

No fuimos a por ellos, fueron ellos que vinieron a por nosotros, y se toparon con el justiciero del Delta. En pocos metros de agua, a pocas millas de la costa y con caras de pocos amigos, se levantaron los rojos, entre un soplido de Levante y un atardecer ensombrecido por unos nubarrones del trece. El que pegó el señuelo del Maño tenía mala uva, con un piercing en el labio y la aleta a lo mohicano mordió y sin disculparse ni nada, salió corriendo hacía el siguiente código postal, pobrecito de el. Después de los dos primeros arranques se encontró con dolor de cuello y las pulsaciones de un colibrí;el amigo que tenía la caña en la mano había puesto las reducidas y engranado la marcha atrás, ya la correa no estaba tan larga, pero si apretada. Al ver el casco volvió a ponerse chulo, y dobló hombre y caña, pero fue como el canto del cisne, al minuto ya estaba de vuelta con la boca abierta.

Se le esperaba a babor, con el lazo prieto, listo para agarrarle de la cola pero se dejó querer un rato más, la operación, hay que decirlo, no es de las más fáciles. Finalmente un tal Buffalo Bill pudo con el animal, y con la cola fuera del agua, se quedó allí respirando a la espera de aclarar la bañera para las fotos de rito. Subió a bordo sin rechistar, sabía que había allí un ambiente amigable de gente respetuosa de las leyes de los humanos y que le iban a soltar enseguida, y así fue con gran frustración del fotógrafo; en 30 segundos se despachó la sesión y el torpedo volvió al agua. Le echamos unos 30/40 kilitos, cinco para arriba, cinco para abajo, el año que viene hará un mogollón de atuncitos...aaaahhhhhh, que historia más entrañable y que maravilla el regreso de los Atunes en el Mediterráneo!

La verdad es que hay mucho trabajo, varios artículos que acabar, fotos que editar y sobre todo, ya que está llegando el Otoño, salir a pescar. Esta quizás es una de las mejores temporadas para pescar en el mar, los bichos costeros se animan después de que la gente que estaba de vacaciones ha vuelto a su vida urbana, y los pelágicos se amontonan antes de las migraciones y para aprovechar los últimos felices banquetes con el pez pasto  que en este momento abunda en todo el Mediterráneo. Quedan Atunes, aumentan las Llampugas, Bonitos y Bacoretas, y se animan Palometones, Anjovas y Lubinas, hay que estar allí. Por esto estoy un poco ausente del blog, esperando algo bueno que contar y sobre todo liquidando lo que se acumula en mi mesa, que no es poco. Os dejo una foto, que me hace pensar en los viajes tropicales, también esperando el pistoletazo de salida, y la promesa de volver pronto, en cuanto haya algo sobre el que valga la pena escribir

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