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Vinilos, vinilos y más vinilos
Con las gominolas, hay que admitirlos, los pescadores de agua salada estamos un poco pez. Un poco mucho diría. A veces me pongo a hablar con algún loco del Black Bass o sigo una conversación entre ellos, que es aún más de locura, y no me entero de na’. Que si el wacky, el texas, los montajes finesse, los insert de plomo, las creatures o la madre que los trajo a todos ¡malditos empollones híper técnicos, me tenéis frito!
Una rabieta, nada más, la frustración del ignorante que quiere aprender pero no tiene suficiente espacio en el disco duro para almacenar semejante riada de información; ya se me pasará. De todas maneras el hecho es que en el mar no vamos mucho más allá de la cabeza plomada y el cuerpo en goma tipo shad, y tirando. ¿No estamos quizás perdiendo algo interesante? ¿Por qué la experimentación es así de limitada teniendo en cuenta que ya solo en el Mediterráneo tenemos tantas especies a las que la podríamos colar con un bonito montaje, depredadores o menos?
Vuelvo al Rockfishing que recién llegado nos ha acercado un poco a los materiales blandos. Tampoco es para tirar cohetes, cabecitas enanas, vinilos micro y a correr, vamos que lo más atrevido va a ser un montaje Texas, una reliquia del paleolítico. Sin embargo es justamente el vinilo lo que más tercia, bien por los costes reducidos, bien por su eficacia. Caramelitos para los niños, eso va a ser, al final todas las criaturas son iguales. Pero el Rockfishing y sus alteraciones nos ha enseñado que dos palmos debajo de la superficie hay un ejército entero dispuesto ad atacar un señuelo, animalitos que nadie pensaba pudieran llegar a osar tanto. De allí quizás hemos ido abatiendo muchos muros y ampliando el abanico de posibilidades.
El trabajo con Molix me está enseñando muchas cosas, sobre todo en el ámbito de los señuelos blandos, que antiguamente controlaba menos de un F18 en picado. He visto la evolución de algunas herramientas, como el camarón que saldrá en marzo y que ha resultado absolutamente mortífero. He descubierto que hay señuelos que emiten vibraciones y otros que emiten micro vibraciones, un detalle aparentemente insignificante que sin embargo resulta ser determinante. Apéndices móviles con bolitas que retienen el aire y producen un determinado movimiento, patas o pinzas que necesitan una determinada consistencia para hacer bien su labor y permitir al señuelo que baje bien equilibrado, y produzcan la cantidad necesaria de vibraciones y no más, porque podrían llegar a molestar.
He probado a pescar a drop shot, una técnica muy interesante para pequeños - y a lo mejor no tan pequeños – depredadores, he montado vinilos con anzuelos plomados para Black Bass o cabezas finesse, y los resultados, y no estoy hablando de capturas, han sido muy interesantes. Max Mughini y Vincenzo Muscolo me han enseñado algunos montajes excelentes para vinilos como la Virago y si viviera más cerca del mar y pudiera salir a probar todo esto seguro que aprendería mucho más, porque solo se trata de ponerse las pilas y probar. Aún sin tener que ganar el Bassmaster podemos mejorar en el asunto, que repito, me parece la mar de interesante. Creo que hay una gran diferencia entre una picada a un jerkbait duro de la que pueda haber a un pequeño cangrejo de goma montado finesse, una te revienta la muñeca y la otra la vive todo el cuerpo, vibración tras otras hasta que se tensa la línea.
Que duro se hace el invierno ¡tengo gana de salir a pesca ya!
¿Atrevidos experimentadores?
¿He contado ya mis experimentos con los spinnerbaits? Ya sabes, con el Alzheimer a uno se les van las cosas así que pregunto, nunca se sabe. La verdad es que mi curiosidad en probar señuelos nuevos se ve muy mermada por la distancia que me separa de la costa, un pequeño obstáculo que me impide visitar más a menudo las saladas aguas de la cosa Ibérica. Tengo unos 350kn para la costa más cercana, la de Valencia, y si quiero ir al Delta ya suman 500, casi 5 horas de carretera, las mismas que me trago en el Talgo hasta Algeciras, cuando voy a pescar entre las columnas de Hércules.
Por más vueltas que les de son muchos, sin embargo, de estar mirando la playa de mi ventana podría meter las plantas de los pinreles a remojo cada día que se me antojara e ir probando todo el arsenal que tengo acumulando polvo en la casa. Porque digamos la verdad, por cuanto nos resulte gustoso sacar un pez en cada salida, ¿no lo es mil veces más haciéndolo con un artificial que muy pocos han usado en agua salada? El Rockfishing quizás nos haya permitido volver a abrir cajas mugrientas donde escondíamos los señuelos para las truchas, o algún que otro cachivache descorchado de una tienda perdida en un rincón del mundo.
Ahora estoy maquinando combinaciones letales de gomas con diferentes tipos de montajes; anzuelos, cabezas plomadas o mezclándolos con otro tipo de señuelo. Me encantan las picadas a los señuelos blandos y seguro que hay mucho por descubrir en este campo. Tendré que esperar a que el tiempo remita, vengan temperaturas más humanas y se muevan los bichos en algún rincón de España adonde pueda aterrizar con mis aparatos. Pero, ya que estamos en tema, me preguntaba si a alguien le apetecía contarnos alguna de sus más extravagantes experiencias de “tuning” o de los señuelos más atrevidos con los que han experimentado en esta vida o en las anteriores, todo vale. Gracias nenes, que Dios os lo pague con un buen Smartphone