En el Cantábrico la cosa está que arde y cada día tengo noticias de capturas excepcionales. Atunes de más de 100kg son lo habitual y los que los enganchan los pelean con alternas fortunas. Para todo ellos mi máximo respeto, no es tarea fácil levantar un bicho de ese porte en 1000 y pico metros de fondo con equipos de popping y de jigging.
Entre las hermosas piezas que han salido, un animal de 1,92m que pesaba unos 125kg. Me cuentan que han sido tres horas y medias de combate turnándose. La caña en cuestión era una Tropic Pro EVO TP5660SJ, y el freno, que al principio estaba ajustado en 8kg, poco a poco lo estuvieron apretando y al final quedó en 12kg, una barbaridad.
Me alegra ver que esta nueva serie está cosechando éxitos, sobre todo después de los problemas que tuvimos con algunas de las antiguas, que ahora al parecer pertenecen al pasado. Enhorabuena a los valientes Vascos que se atreven con esos bicharracos, me muero de ganas para subirme otra vez, es que echo de menos al personal de urgencia…. J
Bien, lo de los cubatas cuadraba pero ya hemos hablado de ellos, así que en este caso nos centraremos solo sobre las Cuberas Cubanas. Las que nos han tocado en este último viaje, poco más de una docena, con 4, digo cuatro, que se han dejado fotografiar.
Lo que pasa con esos Lutjanidos es que van a piñón fijo. No se equivocan, no se pierden o desvían. En su cabeza tienen un plotter con las marcas de todas las piedras, cuevas, cantos o peñones de coral que hay en alrededor. Una vez detectado el peligro engranan la primera y salen como cohete Fallero. Dirección piedra 722, 22º a babor, cueva en dos alturas, muchos corales en el patio delantero: ¡Bang! Se acabó la historia. El pescador desprevenido recupera cabizbajo su leader hecho trizas y se pregunta lo que le ha ocurrido. Creo que más o menos he pescado todos los depredadores que se puedan sacar con señuelos y en mi vida he encontrado alguno que tenga las ideas tan claras como las rojas. Que te ofrezca tan poco margen de error, o sea ninguno, y que al mismo tiempo sean tan difíciles de hacer picar y sacar con éxito. Y ojo, que estoy hablando de las Rojas de los Jardines (Lutjanus cyanopterus), no las Africanas o las del Pacífico, con esas es otro cantar ya que se pescan en ambientes diferentes.
Dicho esto, y por si alguien no lo ha captado, para mi la Cubera del caribe es el bicho más emocionante y difícil que hay para pescar a popping pesado, vamos a nuestros encuentros. La primera, o mejor dicho las primeras, entraron casi juntas mientras (¡como no!) pescábamos con equipos ligeros. Poca agua, bastante oleaje y un pequeño Thunder Dog rosa que se desliza amenamente sobre la superficie agitada. Sube un gorrino con los colmillos para afuera y rápidamente entrelaza las coordenadas y vira hacía su escondite nº 433. Al segundo otro sube a por el paseante de Mario, pero se desanzuela enseguida… En la mano tengo una Lamiglas Travel de baitcasting con un Team Daiwa Fuego, freno máximo a lo mejor 5 libras… El animal se desplaza unos 50 metros en un par de segundos y enchufa hacía una piedra enorme y marrón a mi izquierda. Pongo presión con el dedo sobre la bobina y me quemo un poco la yema, la caña hace lo que puede es una varita de 40g y casi parece que le viro la cabeza y consigo hacerle cambiar el rumbo. Sin embargo no hay na’ que hacer, ya ha llegado y el bajo de 50lb se parte como mantequilla.
Cambiamos de equipo pero no de lugar. Con la Saltiga GT86 y el Saltiga 6000GT me siento algo más seguro, pero no hay que confiarse. Entra otra a un Doggie, un señuelo nuevo de River2Sea que pronto veréis en la tienda, y se tira hacía una roca que tenía al lado. Pongo la marcha atrás y con la ayuda de Vicente que maniobra la lancha le giro la cabeza. Cambia de rumbo, va hacía casa de los suegros y me saca hilo, la bombeo rápido y corto y no le dejo acercarse. Se vira otra vez, en desesperada búsqueda de otro cobijo pero ya ha perdido el partido por goleada, sigue peleando duro pero ya no tiene fuelle. Sube a bordo, aguanta la sesión de fotos y se marcha como una campeona. Debajo de nuestros pies a lo mejor hay dos metros de agua…
El día siguiente pasa más o menos lo mismo, pero esta vez ni Mario ni Vicente creen que es una Cubera. La engancho a 50 metros del barco a estribor, parte como un rayo hacía una piedra que hay a 15 metros a babor, recojo línea como un loco para mantener la tensión, Vicente se lía un segundo, el bicho pasa debajo del barco, tengo que agacharme y meter la caña en el agua para no partir. Gritos de locas histéricas a bordo, marcha atrás rápida para recuperar posición, e animal llega al borde de la piedra pero ya estoy otra vez de pie, y con la línea bien tensa. Bombeos cortos y seguidos, me da igual que saque hilo, yo en realidad no lo estoy perdiendo y por cada bombeo le tuerzo un poco la cabeza y la viro hacía nosotros. Es más grande que la anterior, quizás la más grande que he sacado en los jardines. Posa con dignidad para las fotos y Vicente con amor la devuelve al agua.
Las otras son anecdóticas. Otra picada con líneas ligeras en un bajío con 1 metro de agua y un Ferrari que sale disparado hacía la única piedra que hay a 50 metros de distancia. Imparable. Un camión que sale debajo de los pies de Mario al lado de un manglar y sin tocar el señuelo levanta más agua que un camello tirándose en una piscina desde el trampolín. Unas cuantas picadas una tarde de mucha actividad con pocas que llegan a tocar realmente el señuelo y ninguna que se engancha y finalmente el tanque de 55 galones (así le llamó Vicente) que sube a besar un señuelo de Mario y sin decir ni pío se baja y revienta en menos de dos segundos. Ni falta le hace sacar hilo. Espeluznante. Salen a bordo para las fotos dos más. Pequeñas. Una la engaña Vicente mientras con el popper estaba intentando levantar los Tarpones para que le pudiéramos tirar los bucktails, y otra servidor en un precioso atardecer en Boca De Piedra.
Me disculpen los fanáticos del GT pero no hay color. Efectivamente, el GT color tiene poco pero a parte de eso, sin contar los que puedan llegar a soltarse, en general puedes llegar a tener un 90% o 100% de éxito, aún grandes, mientras con las Cuberas al porcentaje hay que quitarle un cero. Sino que se lo pregunten a mi amigo Oriol, lo que nos pasó una tarde en los Jardines hace unos años. Más de 10 levantamos y enganchamos, pero a bordo no subió ninguna…
Además son rojas. Como la Ferrari. Como la Ducati.
A veces la vida te da clases y lecciones que te cambian las perspectivas de las cosas. Este pasado miércoles aprendí una más, de las que duelen, en el alma y en el cuerpo, fue mi particular “Gran Miércoles”, sin olas ni final feliz. Aquí seguido te lo cuento.
La semana anterior, mis amigos Mikel y Jose Angel sacaron un Atún de unos 80kg con un Ranger. Fue un evento, porque creo que ha sido uno de los primeros grandes atunes que se han sacado en el Cantábrico con un equipo de popping. Lo han intentado y logrado en su primera salida, rematándolo en una hora y veinte minutos. Tenía que haber estado allí con ellos pero causas de fuerza mayor me mantuvieron en casa. Cuando Mikel me volvió a invitar aprovechando la buena mar del miércoles no dudé en aceptar, y puesto rumbo norte, remonté media España con destino San Sebastián.
Un cumpleaños la noche del Martes nos metió en la camita con un par de Gin Tonic demás pero amanecimos perfectos, y listos para un día muy emocionante. Nos reunimos con nuestros compañeros de aventura , Iker, José Ángel y Juanma, por la mañana en el puerto de Orio, y después de los rituales de preparación zarpamos en dirección Noreste. Los que iban a pescar éramos Iker y servidor, Juamna venía de turista y Mikel y Jose Angel sinceramente no parecían intencionados a volver a pegarse la paliza de la semana anterior. Solo más tarde logré entender de lleno el porqué.
Los primeros atunes los divisó Iker, desde el fly, y cual mi decepción cuando los vi y pensé que eran delfines… Burdo error! Simplemente eran Atunes del tamaño de mamíferos, y estaban comiendo en superficie muy tranquilamente y casi deslizando por encima de las anchoas. Ningunearon nuestras ofrendas y sin mutarse siguieron en su cotidiana labor. Llegados a la zona caliente de Atunes vimos muchos, pero el estado de la mar, completamente llana, nos dejaba completamente al descubierto, permitiendo a los bichos ver perfectamente los señuelos, el barco y oír los motores desde mucha distancia.
Ahogamos entonces la frustración en unas buenas tortillas, lomo y sidra del país, por lo menos los estómagos se quedaron satisfechos. Después de haber buscado los Atunes más hacía el oeste, nos avisaron que en la zona que acabábamos de dejar se estaba animando mucho la actividad en superficie. Volver y ver cientos de animales pastando a ras de agua fue cosa de un instante y finalmente ahora se les veía comer con ganas, agresivamente y en grupos más cerrados.
Después de algunos intentos infructuosos finalmente servidor tuvo una picada; tan suave y delicada al principio cuanto dura y terrible la respuesta del bicho al notar la triple clavada. Empezó el combate de mi vida. La hora y veinte minutos que había durado el de Mikel y José Ángel con el bicho de 80 kilos de repente se quedó como corta, y los minutos seguían incesables. Por mi parte, había cansancio y sudor pero también la determinación de hacer las cosas bien y poder con la bestia, y a parte al principio, cuando un dolor siniestro de lumbares me llamó la atención, nunca volví a dudar de que podía con ello.
Después de casi tres horas de lucha ocurrió lo que nadie se esperaba. La pata del Daiwa Saltiga se parte y el carrete sale volando con el pick up abierto y se cae al agua. De repente tengo la caña en la mano y el hilo que se me escurre entre los dedos. El Atún se va… Imposible parar la caída del Saltiga, nos ocuparemos de el luego, intentamos manejar el trenzado para recuperar el bicho pero parece que ya no está. Sin embargo, la línea de repente se vuelve a tensar y encontrados unos guante seguimos en la lucha. Esta página de la historia sin duda no me llena de orgullo ni me hace sentir especialmente feliz, pero la desesperación del momento y las ganas que teníamos todos de ver de cerca el animal pudo con la deportividad y su santa madre. Al rato, cuando el animal no estaba a más de 15 metros del barco, el hilo se partió, y con ello todas nuestras esperanzas.
Estábamos todos hundidos y muy callados. Nadie sabía muy bien que decir porque todo había ocurrido tan rápido que quizás, ni estábamos conscientes de los eventos. El Atún había ganado, debía su libertad a la Daiwa Seiko Corporation que había construido una maquina fallada, yo había sido vencido pero no humillado. Y me dolía el alma y el cuerpo. Al final mi espalda se quedó tan tocada en la zona lumbar que por la noche tuvieron que llevarme a urgencia para que me pincharan un buen chute de Voltaren. El dolor era absolutamente insoportable y solamente muy dopado pueda pasar la noche.
Tuve que quedarme dos días más de lo previsto en San Sebastián, aprovechando la hospitalidad de Marimar y Mikel y esperando a que mi espalda me permitiera sentarme sin dolores en el coche y volver a casa. He aprendido una cosa nueva o dos en mi Gran Miércoles, tengo mal sabor de boca por haber perdido el pez de mi vida (lo vi y mucho me temo de que pasaba abundantemente los 100kilos), pero que bonito estar en la bañera del barco con 4 amigos que te ayudan, te apoyan, sudan y luchan contigo y viven exactamente lo que tu. Joder, que lujo!