Hace no mucho tuve la oportunidad de estar probar algunos jerkbaits para el mar que hay en la tienda y me apetece hablar un poco de ellos, pero a mi manera, no tanto entrando los detalles más técnicos sino en las sensaciones que me han brindado.
El Rudra es un jerkbait que realmente no necesita de mis presentaciones o comentarios, sin embargo, esta vez lo he utilizado en un ambiente que no es el suyo natural, sino que la he pasado por agua salada. Se lanza bien, no es de los mejores, pero tampoco se queda muy corto. Lo que me gusta mucho del Rudra es la acción. Tened en cuenta que, por la densidad del agua, en el mar en lugar de suspending es más bien slow floating, pero sigue siendo tan eficaz en las pausas y por cada tirón desarrolla un movimiento realmente único. Estoy esperando una nueva ocasión para meterle caña porque estoy segurísimo de que va a sacar algún sobresaliente.
Sabía que este Realis Jerkbait me iba a gustar y así ha sido. Como el Rudra no es de los campeones de lance, pero sí que tiene una acción estupenda, con un movimiento nervioso y quiebros espectaculares si recuperado a tirones. Si lo traemos jugando solo con la manivela y sin modificar el ritmo se mueve dulcemente, meneándose con gracia y de manera seguramente irritante para los depredadores más agresivos.
El Tide Minnow 175 es buen lanzador, tampoco el mejor, pero sí que alcanza mucha distancia y, sobre todo, se desempeña muy bien con el viento lateral, algo que pude apreciar con un poniente bastante agresivo en el Estrecho. La acción es menos agresiva de otros jerkbaits para el mar, pero aguanta mucha velocidad y corriente y le gustan los malos tratos, es decir tirones a lo bestia.
El Marine Gang 140S (hundido) es de los que juegan en otra liga en cuanto a distancia de lance. Prácticamente un misil, vamos, un casting jig… También corta el viento lateral con determinación y me gusta mucho como se mueve una vez en el agua. El Marine Gang 140S se agarra con tenacidad resistiendo a corriente y tirones y también se deja llevar tranquilamente de paseo con una recuperación regular, pena que este tipo de pesca me resulte sumamente aburrida.
Aquí tenemos una Buena combinación entre alcance balístico y acción. El Daiwa Shore Line Shiner SL17 F-G es la versión flotante del famoso jerkbait para el mar de la marca japonesa, y sin llegar a tocar las distancias de su hermano hundido podemos afirmar que vuela muy lejos, el sistema de transferencia de pesos de Daiwa es muy bueno. Una vez remolcado ofrece una acción bastante marcada, con un meneo del body muy sexy y más amplio que otros de estos jerkbaits para el mar. Quizás no me emocione cómo se comporta durante las pausas, pero me encanta durante la recuperación regular, que, a pesar de gustarme poco o nada, con este jerk funciona bien.
Yo creo que este, entre estos jerkbaits para el mar que he probado, que se lanza mejor. Hasta mi compañero de pesca se quedó impresionado con las distancias que pude alcanzar con ello y aún sin poder calcular exactamente los metros, la sensación es la de que, juntos con el Marine Gang se ha llevado la palma. Pero lo bueno empieza cuando toca el agua porque el Daiwa Shore Line Shiner SL14LD S-G se puede torturar de manera casi sádica y siempre responde sin quejas, respectando cada tirón como si se tratara de una orden imperativa y aguantando la respiración en cada pausa. Pena que lo perdí demasiado pronto en boca de una barracuda porque seguro lo hubiese disfrutado mucho.
Espero esta breve reseña pueda servir de ayuda a la hora de elegir vuestras herramientas, aún incompleta y sin demasiados rellenos técnicos, seguro que os aportará algunas indicaciones emotivamente importantes. La realidad es que pescando con estos jerkbaits para el mar de última generación me lo he pasado pipa, da gusto lanzarlos y manejarlos. Realmente se disfruta mucho de la pesca. Cuestan más caros que otros más sencillos y menos avanzados, pero, a mi manera de ver, merecen la pena.
Ayer me la vi con unas carpas complicadas de sacar a spinning.
Me costó horrores enganchar dos ejemplares de talla mediana para que encima una me reviente todo dentro de los tallos de trigo sumergidos, no sé si llegué a aprender algo, peor estas son las observaciones que pude sacar, probablemente muchas estén equivocadas.
En primer lugar, el pantano, que hasta la semana pasada ha estado subiendo, ha empezado a soltar agua y está bajando. A parte lo incómodo que es eso porque caminar por las orillas es un sufrimiento, la retirada del agua está dejando a su paso muchas hierbas en estado de putrefacción, sobretodo tallos de trigo, que los agricultores habían sembrado hasta la misma orilla, antes de la subida. Me pregunto si esto no tenga algún efecto nefasto sobre la calidad del agua cercana a la orilla, con bajadas importantes de oxígeno, habrá que preguntarlo a algún biólogo, mejor aún si se no se trata de uno de esos que trabajan con los ecologistas, no sea que se les ocurran ideas.
En segundo lugar, creo que, por lo menos donde me estoy moviendo ahora, las carpas han cesado sus acrobacias eróticas y están más relajadas distribuyéndose por las orillas, es decir, están de trashumancia de los lugares de reproducción a zonas de pasto. Finalmente, las temperaturas empiezan a consolidarse ahora, pero la inestabilidad de los días anteriores probablemente haya pasado factura.
He empezado por mi sitio de siempre y al llegar he notado que el agua estaba muy tomada y cálida y donde hace una semana había miles de carpas, no vi ni una. Las oí saltar al otro lado de la bahía y fui en su búsqueda. Las encontré comiendo por el fondo en la misma orilla – empinada y sin trigo – pero ninguna quiso atender mis plegarias. En fin, un cero patatero. El caso es que me moví de sitio y me vino de perlas porque se me había olvidado de meter el pan en mi supermochilanevera. Una vez zampado mi bocata me puse rumbo al lío. Afortunadamente decidí quedarme los vadeadores porque de otra manera me hubiese sido imposible no solo pescar, sino avanzar.
Volví a encontrar más carpas complicadas de sacar a spinning y otra vez pasaron de mí, obligándome a seguir en mi afanosa búsqueda de animales sedientos de sangre. Una vez más, algunos cientos de metros después, volví a dar con ellas y con toda la paciencia del mundo me puse en modalidad pescador experto en nada. Después de muchos rechazos, espantadas y sentirme más ignorado que un armadillo en una exposición canina finalmente tuve una picada debajo de los pies.
He de repetirme una vez más, lo siento, son cosas de viejos. Hay pocas cosas en el mundo – de la pesca - que me puedan gustar más que ver una carpa comerse el vinilo en directa. Tienen una rapidez muy inesperada por su mole y una vez pegadas arrancan con unas carretas que ni la Ducati de Iannone. Así fue, salió volando y me dio mucha guerra, aunque, al pescar con la Fioretto de 1/2oz pude controlarla y brutalizarla hasta reducir el combate en un par de minutos. ¡Estrenó sacadera, que gozada!
La segunda vino de sopetón, sinceramente no me esperaba que aquella carpa llegase a comer, me parecía de aquellas que van de prisa de un sitio a otro y le tiré porque la tenía muy cerca. Pues sí que iba de prisa y tenía las ideas muy claras. Se dio media vuelta, apuntó hacía la orilla que tenía a dos metros y se metió dentro de los tallos de trigo. En menos de 10 segundos había perdido el control y la vi escaparse como un rayo. Había roto el hilo con la ayuda de las hierbas dejándome con cara de panoli.
Vamos al lado técnico que son detalles que a lo mejor pueden interesar a dos o tres personas. Volver a la Fioretto de Molix después de la Finezza de Graphite Leader ha sido ventajoso por el control de la captura, pero me ha quitado mucha sensibilidad a la hora de manejar el señuelo, sobre todo con los Nano Jigs de 1.5g que no conseguía “sentir”. La Fioretto es una caña que empieza a trabajar bien a partir de 2.5g, pero está claro, es más potente y diseñada para una pesca diferente.
He probado los Senko en Wacky y me encanta como trabajan, pero sinceramente ayer no era día para experimentos. Tampoco el Nano Jig podía con ellas, el “terminator” ha sido una vez más el Sligozzo de 2” con la Racing Jighead de 2.5g, no sé si soy yo que le tengo mucha fe o si es el jodío que funciona de escándalo. También he reducido diámetro de bajo de línea y en qué horas. Está el pantano para poner un 0,50mm no un 0,28mm… Me he arrepentido de no haber puesto mi 19lb x 0,39mm, quizás la segunda no se hubiese escapado.
En fin, ya tenemos más historias en la recámara y vamos recogiendo experiencias. Aún hayan sido carpas complicadas de sacar a spinning no ha faltado la diversión.
Ayer me di cuenta de que existe otra modalidad a parte de la pesca digamos "activa", se trata del Fishing Walk, también conocido como pasear las cañas o dar una vuelta a los señuelos.
Realmente el Fishing Walk no es más que un paseo con el equipo a cuesta. Está claro que para que vuestro día entre por derecho en esta categoría tenéis que seguir algunas reglas fundamentales, de no ser así ya caeríamos en otra epígrafe que, como comprenderéis, no entraría en el rango de Fishing Walk.
El vestuario tiene que ser al menos en un 90% de tipo trekking, se aceptan combinaciones completas de Decathlon. Excepciones admitidas gorrita con la marca que os apetezca y gafas polarizaras, estas últimas absolutamente indispensables (por lo del fishing). Bandolera o riñonera con un máximo de dos cajas de señuelos, pinzas, tijeras y una o dos bobinas de hilo para hacer bajos. El peso máximo de la bolsa y su contenido bajo ningún concepto puede superar el kilo de peso. Una caña de pescar máximo de 3/4oz con un carrete ultra ligero. Cámara de foto compacta porque si lleváis una Reflex con algún accesorio ya entraríais en la categoría Fishing & Photographing Walk, que cotiza en manera diferente y lleva otros matices y reglas. Agua sin límites, pero de comida solo se aceptan barritas energéticas o al máximo fruta.
¿Porque tanto rollo? Pues, si habéis llegado a leer hasta aquí os merecéis una explicación.
Tengo un río al lado de casa, el mismo río que bien conozco de unos cuantos kilómetros más arriba, y que a menudo he frecuentado en busca de lucios. Sin embargo, en la zona colindante con el pueblo donde ahora vivo pasa por muchos polígonos industriales y se va cargando de porquería y lleva un nivel de contaminación importante. Por lo tanto, ayer decidí darme una vuelta exactamente en el plan que explicaba antes, Fishing Walk. No tenía ninguna esperanza de sacar nada, pero había localizado un par de puntos que parecían interesantes y quería echar un vistazo. El resultado ha sido un paseo la mar de agradable, unos intentos de pesca muy técnica y un gracioso bolo que no me ha amargado ni una pizca. Sin duda me hubiese alegrado la vida saber que tenía un coto a pocos minutos de casa, por aquellas escapadas veraniegas a última hora de la tarde, pero tampoco me moría por ello, y sin duda, a pesar de que el río tenga pocos accesos y sea difícil de pescar, volveré más adelante para un nuevo Fishing Walk.
La próxima salida será de fishing en serio, que ya va siendo hora