Dos segundos de memoria y van que chutan. Así es lo que se dice que pueda recordar un pez, cosa que me parece absolutamente normal ya que mi cerebro funciona de manera muy parecida. La sola diferencia que muchas veces no llego ni siquiera a almacenar la información por tanto tiempo.
En fin, yo no sé de dónde ha salido esta historia de la paupérrima retentiva de nuestros amigos, pero es cierto que algo no me cuadra porque si la realidad fuese tan cruda probablemente no quedaría ni uno vivo en libertad; nuestro mayor orgasmo sería el de ir a ver las Lubinas en algún acuario, como en un desfile de alta costura, mirar y no tocar. Me explico, por lo que son más cortos que yo, si realmente los bischos no pudiesen almacenar nada en su reducida materia gris olvidarían por completo cualquier engaño al que han caído anteriormente y si a la primera, por suerte, pudieron librarse, no podrían contar con el angel de la guarda para la eternidad.
La impresionante industria que se ha creado para la pesca del Black Bass y de la Lubina debería quizás de indicar algo. No tendría sentido tanta renovación en los señuelos que se usan para estos dos depredadores por el solo empuje de marketing de las marcas, lo que es más seguro es que necesitamos refrescar nuestras colecciones porque con el tiempo es probable que empiecen a reconocerlos, más que por forma o colores, por movimiento y vibraciones. Lo bueno es que, después de unos cuantos años, sea factible que señuelos ya en desuso vuelvan a ser efectivos, porque llevan muchos años sin que los peces los vean.
Si recordáis se habló de esto en algún momento relacionándolo con la bajada de efectividad del jigging. Antes era la pesca más efectiva del mundo, ahora es una birria que no sirve pa’ na’. Dudo que se trate de un asunto que se pueda liquidar en una página de un blog, pero es siempre argumento de conversación también en un bar virtual como este y quizás, entre nuestros espabilados amigos, haya alguien que pueda alumbrar un poco.
Entonces... ¿pero de que estábamos hablando?