Se echa un poco de menos el calor del trópico, yo no soy persona de frío, hiberno como los osos y a partir del primero de noviembre ya estoy con la cuenta atrás esperando que la primavera vaya subiendo las temperaturas y preparando nuestros cuerpos al espléndido verano. No me queda nada. Sin embargo, hace ya un par de semanas, abrigado con dos pares de calcetines y más capas que una cebolla roja aguanté y disfruté como un enano de las rígidas temperaturas que repartía el Estrecho. No me hicieron trabajar na’ esos dos delincuentes con los que compartía quilla, prácticamente me quedé de fotógrafo todo el día porque no paraban de sacar bichos los muy jodíos. Ya vez, los jovenzuelos pasándolo bien y el abuelo currando, eso no puede ser.
Pero ese calorcito... No solo se trata de no pasar frío sino más bien de pasar calor, algo que los huesos, por lo menos los míos, agradecen. Sentarse en la terraza del lodge o en el puente del barco de charleta sin tener que ponerte ni un triste jersey de algodón, y en pantalón corto, que gozada. Y el vinito blanco que entra como una bendición, o esa cerveza espumosa. Que claro quede, falta no hace irse hasta el medio del planeta para disfrutar de todo esto, un junio cualquiera en L’Ampolla te proporciona emociones similares y encima, a lo tonto, te ahorras 3000 eurillos, que ya han dejado de crecer en los chopos.
En menos que cante un gallo estamos repartiendo regalos debajo de las ramas de un abeto, orgánico o de plástico, y atiborrándose a pavo o marisco, los que puedan, o lo que ofrezca Caritas para muchos, demasiados diría para este siglo XXI que se ha levantado con el pie izquierdo. Pero hasta que se empañe la ventana cuando me acerque seguiré hibernado, esperando a que las marmotas salgan del agujero para asombrarme una vez más delante de la naturaleza que resurge quitándose de encima la brutalidad del invierno. Me parece que me quedan unos meses en dique seco, sin Lucios ni Lubinas, habrá que aguantarse y seguir asomando la cabeza de la cueva de vez en cuando, para ver si sale algún brote que trae buenas nuevas. Eso sí, seguiré escribiendo, que me lo pide el cuerpo
Mario
Esta mañana fui a hacer spinning. Amanecer. Aún de noche. No preciso ni un ligero polar del Decathlon. Pesco en manga corta con una de esas camisetas de atletismo que no huelen, secan rápido y pesan lo que la cascara de un ajo.
Canarias, con un diciembre primaveral. 26 grados de sol a sol en las cotas bajas. Donde vivimos la mayoría. Tras la lluvia llego el tiempo que más nos define y nos da el plus ambiental que tanto se estima.
Me gustaría un invierno riguroso, con nieve, frío y mucha lluvia. Aunque solo sea por la novedad y huir de la rutina.
Para la luz y el ambiente, esto es Seychelles.
Solo para la luz y el ambiente.
Abriguénse por ahí arriba.
Abe
Que suerte tienes de vivir ahí jodio, aquí roza los 28º 🙁 🙂
gines
Pues aqui estabamos el Lunes sacando calamares a las 9 de la noche con 18º C y hoy idem de lo mismo , a este paso la Nochebuena en manga corta en casa , la verdad es Murcia cada dia se acerca mas a Africa je je je
Felices Fiestas a todos señores , que los Reyes se porten bien