Que es pesca a spinning en el mar
Hace unos días propuse un debate en la página de Facebook de Caranx sobre las características principales que distinguen un pescador de spinning. Salieron muchos comentarios, todos interesantes y quizás también algo distintos entre ellos, aun teniendo algunos puntos en común, como es lógico. Al fin y al cabo, compartimos una afición que de algunas maneras nos vincula, tanto mentalmente cuanto “sentimentalmente”, y nos reúne en una peña más o menos compacta y que se mueve al unísono.
Sin embargo, no es tarea sencilla describirlo sin caer en sentimentalismos cursi o tomando posiciones altivas, como si de una especie de actividad de elite se tratara. Para intentar descifrar el misterio voy a aprovechar vuestros comentarios, para que me sirvan como inspiración para poder desarrollar un discurso que – esperemos – tenga sentido.
El primero en contestar ha sido Alejandro, según él hace falta tener fe para luego ir adquiriendo conocimiento y técnica. La fe. Le entiendo, y creo que cualquiera que tenga ganas de entender el spinning en el mar necesite un poco de fe. Es imprescindible. Un ajeno a nuestro mundo difícilmente consigue comprender como se pueda sacar un pez con un señuelo artificial, engañándole en su proprio medio, inclusive un animal de muchos años y con mucha experiencia.
Antonio coparte el tema de la fe y añade que el instinto, la tenacidad y el espíritu de sacrificio son partes integrantes. Me gusta el concepto del instinto porque me lleva a mi personal razonamiento. El instinto es algo ancestral, que algunos tienen más desarrollado que otros por varias razones, algunas de las cuales muy profundas y relacionadas por un cableado secular con nuestros ancestros.
Silvio, un chico italiano, escribe en español – comportamiento de lobos – y un servidor le pregunta si el que pesca a spinning es entonces un cazador. Si, es la respuesta, cazador, silencioso e inteligente. Si seguimos este camino entonces todo va cogiendo otra forma, abandonamos por momentos el concepto de pesca para entrar en otro, el de la caza, o por lo menos cierta metodología de esta, que podemos y quizás debemos aplicar a nuestra afición.
Gines, viejo lobo de mar, dice que para él la constancia es muy importante para comprender lo que es pesca a spinning en el mar. Es cierto que la perseverancia ayuda a allanar muchos obstáculos, sin constancia no se adquiere experiencia y sin experiencia no se puede pretender de pescar algo con un trozo de plástico por bonito que sea.
Jonathan cree ser amantes de la naturaleza es parte integrante del “spinner” que tiene más facilidad para entender la captura y suelta, aunque este argumento de por sí ya necesitaría de un artículo a parte. Pero es tremendamente cierto que nos gusta la naturaleza, creo que todos nosotros tenemos ese espíritu que nos revela el secreto de la felicidad nada más acercarnos a la orilla, dejando el resto del mundo desenfocado detrás de nosotros.
Ignacio, disculpándose por no haber encontrado una definición más poética, afirma que el es muy nervioso y no sabe aguantar una picada mientras mira una boya o mirando la sonda, necesita acción y no es una observación de poco calado, si queremos saber lo que es pesca a spinning en el mar tenemos que tener en consideración que, con respecto a otras modalidades, esta es la mar de dinámica. Yo no sé vosotros, pero yo cuando pesco desde orilla no paro de moverme, y si hay que trillar kilómetros se hace, porque es parte del lance.
Otro Alejandro vuelve a la comparación con la caza, “observar el medio, horas, vientos, mareas, color del agua, elegir señuelo” y, sobre todo “y sobre todo versatilidad y polivalencia”. ¿Que es realmente la pesca a spinning en el mar entonces? Seguramente un compendio de todo lo que hemos hablado anteriormente y seguro algo más que no se ha llegado a mencionar y que intentaremos resumir al final de este artículo. Pero es preciso recordar que las experiencias de cada persona valen por si mismas, que no hace falta que sean corroboradas por los demás porque se trata de un ejercicio muy subjetivo y personal, que no se puede racionalizar, ni encerrar en un concepto único o universal.
La fe de la que hablaba nuestro primer Alejandro no es ciega, ni tiene que ser pasivamente aceptada, es una elección libre, libre de todo, ya que no hay médico o cura que recete ir a pescar - aunque para algunos deberían de hacerlo – ni maestro Joda que te indique un camino a seguir fanáticamente. Es una fe más bien fácilmente demostrable, para aquel que la quiera ver y entender. Hay fotos, hay vídeos, hay una vastísima literatura virtual que demuestra que, si se puede, demuestra lo que es pesca a spinning en el mar.
Este servidor escribe en ese mismo post “Yo creo que el pescador de spinning es alguien a quien le gustan los retos. Lo de ir lanzando unos cacharros de plástico, de metal o de vinilos para engañar a los peces tiene migas. Pero, personalmente, creo que la pesca a spinning se acerca mucho a un rececho, es decir, el que pesca con señuelos artificiales más bien va cazando a su presa. La busca en su territorio, la persigue si hace falta, o inclusive la ve, y le presenta su muestra. Cada lance preciso, certero, es un disparo en el blanco. Todas las pescas tienen su magia, pero la pesca a spinning, igualada solo por la mosca, es una pesca en acción, donde en lugar que esperar al bicho hay que ir en busca de él”.
Entonces para entender que es realmente la pesca a spinning en el mar volvemos a tomar prestado el verbo cazar, que alejado del concepto de la escopeta, es muy cercano a una actividad casi primitiva, quizás la de nuestros antenados de Neandertal cuando tenían que buscarse la vida para encontrar sus presas, acecharlas y alcanzar el blanco a una distancia de 15 o veinte metros, con un lance certero, ya que este era el alcance de sus herramientas. Les llevamos ventaja porque llegamos a lanzar más lejos, pero a diferencia de ellos, en la mayoría de los casos, no vemos a nuestras presas, solo podemos intuirlas, es decir, aún siendo menos peligroso de lo que pasaban los homínidos, es más chungo, porque, sobre todo para el pescador de orilla, delante al hocico solo tiene agua, ni rastro de mamut o tigre dientes de sable.
Al final hemos caído en algún tipo de sentimentalismo, hasta hemos tenido que incomodar gente que lleva descansando unos doscientos treinta mil años, total na’. Pero es cierto que, aún sin necesidad de alimentarnos con el fruto de nuestras emboscadas, de alguna manera reproducimos su comportamiento y por narices tenemos que tirar de algunos instintos milenarios que, por una razón u otra se nos han quedado en el ADN y, en caso de un desastre natural o bélico podrían ser nuestra clave de salvación, para seguir vivos en un planeta sin supermercados ni gasolineras. Si me preguntas que es realmente la pesca a spinning en el mar quizás te conteste que no lo sé, pero vive dentro de mí. Y me gusta.
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