Hay situaciones en la vida que, de alguna manera, te marcan o por lo menos, aún sin llegar a tanto, te dejan pensativo más de lo habitual, este es el caso, la del ladrón de carpas.
Resulta que en un día de pesca cualquiera, en una recula cualquiera pescando carpas cualquieras aparecen tres maromos. Ya sabéis, estos de nacionalidad del Este, algunos de los cuales están dejando nuestros ríos y embalses hechos una pena. Uno de ellos, el más valiente, se acerca hacía nosotros, es decir, pasa por delante de nuestras narices porque su zona está al otro lado de la recula.
Saluda, y un amigo le pregunta que técnica de pesca utiliza. "Silicones" - contesta Pinocchio. "¿Pero tienes una caña muy gruesa para esa pesca?" - insiste mi amigo - "¡Nooo, va muy bien!" concluye él y se aleja lo más rápido que puede. Cruza un tramo de agua metido hasta el ombligo en chándal y zapatillas de deporte y gana la orilla de allá.
No le perdemos de vista y al rato, al llegar a su sitio empieza a lanzar. Debía de tener una siliconas muy peculiares porque las recogía con unos tirones muy, pero que muy salvajes. No pasa un minuto que engancha una pobre desgraciada que pasaba por allí. La saca del agua y al suelo con una patada, allí quieta nena que esta noche te invito a cenar. En cuanto trinca la segunda cojo el teléfono y llamo a Jorge que se que tiene el teléfono del Seprona de la zona, le aviso y me confirma que llama enseguida. Al rato me devuelve la llamada y me dice que están de camino. En este breve lapsus de tiempo el ladrón saca dos carpas más y vemos que de aquella manera las ata entre ellas, luego al sedal y finalmente, alarmado por habernos oído hablar se marcha.
Aquí empieza la hazaña de nuestro ladrón de carpas que nos deja a todos boquiabiertos. En lugar de volver por nuestra orilla, se lanza al agua (recordad que llevaba chándal y camiseta de manga corta) y empieza a cruzar la bahía, caminando o hasta nadando, con el agua que le llega al cuello. Estamos hablando de un día no demasiado caluroso de abril. Poco a poco gana la playa donde le esperan sus compañeros que le ayudan a coger las carpas y alejarse por un cerro donde posiblemente escondían el coche.
Esta escena me ha impactado porque he visto cosas parecidas en documentales de National Geografic, con un caribú, un alce o una gacela que cruzan un río con la sana intención de salvarse de los dientes de un depredador, de unos perros de caza o un cazador. La misma actitud, de un hombre en busca y captura, que prefiere jugarse una pulmonía antes de tener que asumir sus responsabilidades y cruzar la mirada de alguien que, seguramente, desaprobaría su gesto.
Inclusive probé un sentimiento de lástima pensando en esa persona, dispuesto a lo que hiciese falta para llevar comida a su casa y para sus amigos. Sin embargo, al cabo de media hora se me pasó porque hubo una coletilla al asunto.
Al volver hacía el coche pasamos por el lugar del asesinato y además de la sangre de las carpas encontramos que el muy sinvergüenza se había dejado una de las carpas en el suelo. El bicho estaba medio cubierto de tierra, con la marca evidente del triple con el que la había robado, y cubierto de hormigas, pero vivo todavía. Enseguida la llevamos al agua, la limpiamos y poco a poco conseguimos que se recuperara hasta que finalmente se alejó quizás sin capacitarse todavía de lo que le había pasado. A veces los milagros ocurren.
Encontramos la Guardia Civil al llegar al coche y les comentamos lo ocurrido, también les informamos que había una red en una orilla cercana y dijeron que no tenían medios para levantarla, es decir, nos dieron a entender que hacen lo que pueden, intentan que esta gente no tenga tan fácil lo de saquear las agua interiores pero no tienen ni efectivos suficientes ni leyes que les ayuden a retener esta calaña.
Que conste que ese personaje le había visto una semana antes, en el mismo sitio, pescando de la misma manera. El ladrón de carpa. ¡Que lástima de gente!
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Toni Martínez
Ésto pasa en todos los rincones....por lo que veo ya es una plaga. Viendo el caso omiso que hacen las autoridades y quien de verdad puede cambiar las leyes, siempre justificándose con lo mismo de que hacen lo que pueden, lo que debería hacerse ya de una vez por todas en juntarse un buen grupo de pescadores y echarlos de nuestras aguas. Suena muy radical y quizás no todo el mundo lo apruebe, pero visto lo visto en toda la costa, ríos y embalses, parece que solo nos queda eso. ¿Que no se van? pues ruedas pinchadas, lunas rotas...amenazas...que se les quiten las ganas de pisar las orillas y llevarse NUESTROS peces. Cuando no quede un solo pez que pescar, entonces todo el mundo se lamentará, y ya será tarde. Esta gentuza no tiene cultura...bueno sí, la de llenarse los bolsillos trapicheando con lo que sea. Una pena.
Albert
Lo mismo ocurre en el puerto de Arenys de Mar, personas de origen magrebí las 'roban' con poteras de forma casi industrial.
Los aficionados al corcheo nos preguntabamos el porqué de la escasez hasta que lo descubrimos. Aunque os parezca imposible, os aseguro que estan mermando la población de lisas del puerto.
Poblacion de lisas que tantos aficionados ha aportado a nuestro deporte, ¿cuantos hemos empezado desde pequeños con el abuelo pescando lisas del puerto? 🙂
Cuando puedo y lo veo, llamo a seprona y almenos ese rato no pescan.
Un saludo!