Día duro. De los que me motivan a salir y te obligan a olvidarte del otro mundo. Te concentras solo en lo tuyo. Escuchas el mar y el aire que acompaña tus lances. No es romántico. Es heavy de cojones, aguantar ahí. Olas, resaca, viento, rocas, deriva, gas, timón… son muchas las variables que debes estar controlando, a parte del propio lance y acción de pesca. Un solo fallo y te la juegas, y con eso quiero decir tu vida y tu embarcación.
Es agotador, a veces estresante… qué coño: ¡es una maravilla!
Analizas cada sector, o spot, como gusta a los jovenzuelos llamarlos. Según especie que busques, aire o viento que te esté castigando, altura de las olas, extensión de las espumas…. Decides qué equipo usar y qué señuelo castigar en cada lance. La precisión debe ser milimétrica. No es buscar palometones en playas abiertas… Es acertar con un señuelo de 9cm en un agujero a 25m de distancia, metido dentro de una batidora que te destroza rodilla, lumbago y espalda.
No es nada fácil. No es pesca para viejos ni para principiantes. Estoy ya más cerca de boxes que de la gloria del primer cajón de la victoria, pero mientras me quede un pelín de cordura y fuerza, va a ser mi pesca preferida hasta que pueda.
A lo que vamos… Ginés. Nada. Dos horas lanzando y porra.
Estoy calentando. A veces nos metemos jornadas de muchas horas… pero muchas!
Ya sabemos de qué va esto de querer pescar con señuelos artificiales… Así que, mentalmente, me reconforto pensando en que algún lector estará interesado en el análisis de las Látigo… sigo insistiendo y BINGO! Mi primer sargo!
Paro y hago un par de fotos, pensando en que os podáis meter en situación. Si quieres sacar un sargo des de embarcación, no vale todo. Llevo muchísimos años probando cañas, carretes, trenzados, bajos, señuelos…. Y puedo afirmar que ahora, a mis 47 años, soy un verdadero especialista en este arte y,
Sin dudarlo, la Látigo Allegro es la mejor caña que nunca he probado