Muy bien sabéis que teorías he desarrollado últimamente sobre colores, pinturas formas y tamaños de los jigs. En fin, más de desarrollar he retrocedido al principio, supuestamente detrás de la pizarra con los más asnos de la clase.
Sin embargo, ejemplos que se repiten una y otra vez me hacen pensar que quizás realmente tenemos algo que sopesar. Por una vez tendremos que poner la marcha atrás y dar la vuelta a verdades quizás no tan certeras.
En mi último viaje al trópico, Andamán por exactitud, hemos pescado mucho a jigging. Ambientes diferentes, especies heterogéneas, profundidades y mareas desiguales. Cada uno ha trabajado con sus jigs favoritos, algunos con más otros con menos éxito. Servidor, que cada vez esto de las pruebas se lo toma más en serio, ha probado también varios y distintos arretrancos. Algunos para levantar el ánimo cuando las cosas iban mal, otros porque son los de toda la vida pero sobre todo unos pocos simplemente por el desafío de las leyes. Torcidos, medio rotos, mordisqueados, y sobre todo sin pintura. Sin un color que destacara sobre el gris plúmbeo que cubría ya el 95% del cuerpo. No obstante la supuesta inferioridad “mecánica”, he seguido concentrándome en la acción de pesca, en el movimiento del señuelo, y manteniendo alta mi fe. Lento, veloz, con la caña debajo del brazo, en el cinturón de combate, tirones muy largos, tirones repetidos, tironcitos muy rápidos, en fin, un poco de todo.
Decir que los bichos de las Andamán disfrutan corriendo detrás del artificial porque era así que más lograba engañar. Quizás sea cosa mía pero al ir lento, bandos de GT a parte, las demás especies parecían perder en agresividad cuando predominaban los “short jerks” estilo besuguito que huye.
Al final, mis jigs cojos, sin pintura, sin ojos y sin nada mas que al alma de plomo, han dejado marca en unos cuanto animales del arrecife local, seduciéndoles y engañándoles hasta cuando otros a mi lado no estaban viendo actividad.
En la tienda hay muchos jigs de diferente tipo y diferentes colores, ninguno es indispensable, ninguno es milagroso pero desde luego hay uno que pesca más que todos: el que tendremos más tiempo a remojo y que mejor se adapte a nuestra manera de jiggear.