Carpas a spinning: sigue la investigación

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Mi primera experiencia con las carpas a spinning remonta a Mayo del 2012. A hoy, son menos de cuatro años que práctico esta pesca, es decir, el equivalente de un novato.

He anticipado mi periodo de práctica en esta modalidad para que nadie se crea que quiera ir de experto, me reconozco como un curioso que está explorando las posibilidades que una pesca, no nueva pero novedosa, puede ofrecer, y son muchas.

Hasta hace muy poco, digamos algunos meses, creía que las carpas a spinning solo se podían lograr en verano cuando se acercan a la orilla y se agrupan en bandos numerosos comiendo en el lodo de los pantanos. Creía que su agresividad y deseo de acumular proteínas fuese determinado por la temperatura del agua, los instintos básicos como el de la reproducción y la mayor abundancia de comida.

Carpas a spinningPor curiosidad, como redacté hace poco en este mismo blog, quise probar la suerte en un domingo de enero, y ver si, favorecidas por el buen tiempo y las mites temperaturas, se podían perseguir lejos de la temporada más propicia. Tuve suerte, las carpas me quisieron y se dejaron seducir por los encantos de un pequeño vinilo cabroncete que las trae locas. Aún así pude perseguirlas siguiendo unos patrones similares a los del verano. Buscando el pez, viéndolo o bien físicamente o bien siguiendo su rastro en forma de burbujas o escondido entre las nubes de fango.

Este domingo, empujado por el logro de la semana anterior volví a intentar la suerte, quería averigua si solo había sido un golpe de suerte o si, realmente, en invierno se podían sacar las carpas a spinning. La cruda realidad me esperaba al acecho, las carpas parecían haber desaparecido en la nada, engullidas por un agujero negro, volatilizadas.

Volví a pisar pasos conocidos, tocar las marcas exitosas, buscar colas, sombras, burbujas y ver bichos saltando. Nada. El lago aparecía como muerto, no había señales de vida y cualquier ser pensante hubiese recogido los bártulos y se hubiese metido en un bar a tomarse un chocolate con churros. Eso es, un ser pensante, no un ansia viva descerebrado como este servidor que, de perdido al río, sigue en la búsqueda.

Con el agua a la altura de las joyas de familia me puse a sondear la playa con la mejor tecnología jamás desarrollada, ese pie que avanza. Si hay una carpa se levanta y deja una nube de lodo. Funciona, os lo juro. Finalmente aparece una señal inequivocable, veo una ola que marca la fuga de una gorda y al poco se levantan un par de nubes. ¡Están! Decido parar en la zona, no hay señales superficiales pero sé que alrededor mío hay peces, o por lo menos queda alguno.

Carpas a spinningA ciegas, como si estuviese pescando lucios en un pantano sin una triste rama a la que apuntar, empecé a hacer nadar el Sligozzo de 2" que es como Mr. Wolf de Tarantino, soluciona problemas. Lanzo, el vinilo se hunde y con mucha paciencia lo recupero a tironcitos muy medidos y pausas. Hay mucha hierba en las orillas recién cubiertas por el nivel que sube y la cabeza plomada se engancha a menudo pero esto no consigue ocultar el primer tirón del día, esa famosa descarga eléctrica que te pone los "eggs" de corbata. No se engancha pero contribuye en la subida de adrenalina, que no es poco.

Carpas a spinningSin embargo, pocos minutos después llega el ataque, la línea - después de tres toques - se tensa y una bonita pero breve pelea me entrega la primera gordita del día, pequeña, unos tres kilos quizás, no sabría ni me interesa mucho. Foto, discurso, morreo y al agua. Servidor más feliz que una castañuela. Finalmente empieza a moverse algo, hay carpas saltando y delante mío veo las primeras burbujas. Una de ellas es mi siguiente blanco y allá cae mi aliado gomoso de color negro. Tic-tac-tic-tac y ¡bumba! Un combate más consistente, más largo y más divertido y otra señorita, digamos del doble de peso de la primera me acompaña al estudio fotográfico.

El momento es propicio pero sigo sin poder contar con mucha ayuda por parte de las bichas, burbujas se ven pocas y las que saltan, por alguna razón no comen ni a tiros, por lo tanto mi única esperanza es de seguir pescando a ciegas, esperando en que el número pueda compensar de alguna manera una pesca más mirada. Desde luego ni había la cantidad de carpas que vi la semana anterior, ni la cuarta parte para ser exacto, hasta cuando levantaba peces pegados al fondo eran pocos los que se escapaban. Comprendí que simplemente estaba pescando carpas a spinning, como cualquier depredador que no delata su presencia, una pesca menos emocionante de la que puede ser la pesca a vista, y que en ese momento era la única oportunidad que el pantano me ofrecía.

Carpas a spinningEn una de estas, cuando estaba a punto de sacar el señuelo, con el nudo del bajo ya fuera del agua tengo un ataque. Clavada y combate duro, de aquellos que se disfrutan, aún con el freno del Caldia ya molido por el gran trabajo que le ha tocado aguantar en estos meses.  De aquella manera la acerco a la orilla y en esto se me parte el bajo en un frenazo contra unas hierbas, afortunadamente la carpa, muy hermosa, no puede volver a ponerse en posición vertical y esperó resignada la tortura de las fotos. Sin equivocarme de mucho diría que pesaba el doble de la segunda, por lo tanto si la primera pesaba unos 3kg, y la segunda era más o menos el doble de la primera...ya sabéis por cuantos dígitos tiraba esta. La devolví delante de un asombrado señor que mientras hacía los jodíos selfies no dejaba de hacerme preguntas. Sin saberlo, mi día se había acabado y todavía me quedaban por lo menos dos horas de luz, demasiadas para un ansia como yo.

Lo que he aprendido, y que dudo me pueda servir sino en determinadas ocasiones es que, a mi manera de ver las cosas, en invierno las carpas, cuando están en modalidad comer comer comer, son casi o sin casi, más agresivas que en verano. ¿Por qué? Pues podemos analizarlo juntos, estas son las pistas que he elaborado todo solito y con medio cerebro en posición ON. Vamos a verlas.

  • Falta de comida. No es verano y no hay tanta abundancia de pitanza por lo tanto se aprovecha más lo que tercia, aún de silicona.

  • Necesidad de acumular proteínas. El agua es más fría y la temporada de la reproducción no está lejos, hace falta meter algo en la barriga por lo que pueda pasar, no sea que haya que soltar medio millón de huevas.

  • Los vinilos reproducen bichos, invertebrados y pecesitos que representan proteínas,  en este momento del año más importantes que algas, maíz o vegetales varios.

No sé si esto abre una puerta a las carpas como depredadores de serie A, de los que atacan así como así, porque les da la gana, tal black bass o siluro, o si, una vez más se ha tratado de un episodio aislado que necesita - seguramente - de más comprobaciones. Mi idea es de ir a ver qué aire tira por otros lugares y poderme hacer una idea menos aproximativa del asunto. No sé si encontraré el tiempo, pero me gustaría. Lo que se por cierto es que pescar carpas a spinning ha sido de lo más divertido que he hecho en estos últimos años y me encanta la idea de poder ir descubriendo nuevas fronteras de esta técnica todavía poco conocida.

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