Calma chicha

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Eso de pescar con calma chicha mola un mogollón – ya - ¿no me entendéis verdad? Se le ha ido la pinza al italiano ese, ¿pero después de tantos años platicando de pesca y contándonos batallitas todavía no se ha enterado de que los bichos pican más cuando Eolo tiene gases? Ya me lo sé nenes, estoy mayor pero no agilipollado del todo. Lo que quiero decir, si me dejáis hablar, es que pescar con paseantes cuando el agua está quieta, al amanecer o en ese último minuto de la tarde, pues eso, ¡mola!

No sé qué experiencia tenéis de pesca al Lucio pero este servidor de eso a lo mejor sabe algo, vamos que es mi pez favorito en agua dulce y llevo pescándolo desde que tenía... bueno desde entonces, que hay muchos cotillas por ahí.

Esa nieblecilla que se levanta del agua cristalina, sin arrugas, ni olitas ni alguna encrespadura, cela el zigzagueo del paseante, que desde muy lejos lentamente pero inexorablemente se acerca, surcando la superficie y dejando una estela que desaparece más rápida que una liebre delante de un galgo. Un paseo elegante, entre algas que asoman la cabeza formando en un pasillo mortal, la milla verde de cualquier pez pasto que haya perdido el sentido común.

Desde unos metros de repente se despierta el agua, molestada por semejante intruso. Un cara dura, insensato y sin papeles que se atreve a romper el silencio matutino, dominio de pájaros y del fluir de la corriente del río. A la velocidad del rayo el agua abre una brecha quebrando la superficie y se dirige hacía el mezquino, que atado a un hilo y sin vida propia no se ha todavía enterado de nada - y tampoco se enterará ya que de plástico o madera está hecho - el muy zoquete.

A escasos centímetros del señuelo finalmente el agua explota, se asoma una cabeza verdosa y con una boca demasiado grande para la mayoría de los vecinos de la charca y el fisgón desaparece, tensando el hilo y dejando en lo que antes era una balsa de aceite un remolino que al poco evapora y deja solo una invisible estela del hilo, único testigo del tira y afloja que te estás jugando con el bicho.

Así es la picada de un Lucio en un día sin brisa, un santiamén que para el corazón y te deja embobado hasta que te das cuenta que o le pegas una clavada en condiciones o el animal se irá dejándote el paseante más magullado que el casco del Titánic. Situaciones parecidas se han vivido paseando señuelos encima de lo espectaculares fondos del índico o de los arrecifes Cubanos, henchidos de animales con dientes como “cocolilos”  y con escaso sentido de la amistad o respeto del vecindario. También las he vivido en aguas de casa, inolvidable el Lubinón atolondrado que se zampó un Habano una mañana a las 11:00 con el Estrecho hecho un plato o algún que otra barracuda que de noche, aún con las largas apagadas, pudo dar con un paseante que solo quería irse a la cama.

Es probable que con calma chicha no salgan muchos bichos, también puede que los que salgan sean potenciales suicidas o criaturillas con escasa materia gris – como si hubiese alguno que abunda en ello – pero que os voy a decir, una picada con el agua quieta no tiene precio, como decía al principio ¡mola!

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One thought on “Calma chicha

  1. Mola y mucho , el que no lo haya vivido en primera persona no puede explicar lo que es eso , no me ha pasado con los lucios ni con peces de agua dulce (el agua dulce me la bebo y no mas) , pero si con lubinas a primera hora con el sol despuntando y calma total , las he visto con la aleta fuera del agua detras del señuelo , y tambien salir desde abajo y formar un volcan de espuma al atacar el paseante en un metro de agua , impresionante , nada mas que por esas cosas , merece la pena seguir pescando , lo que pesques o no da igual , esos momentos no te los quita nadie , nada de molestia de viento , nada de olas que te hacer andar para atras en cada lance , calma total mola

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