An Abril del año pasado, inicié el amigo Mario a la pesca de la Cubera, el Macabí y el Tarpon en el paradisíaco enclave de los Jardines de la Reina en Cuba, este año he vuelto, con diferentes jugadores pero sobre la misma mesa. Tomás ya había acariciado las cálidas aguas caribeñas hace unos 5 años, pero Vicente y Javier estaban a obscuras de lo que les podía pasar. Javier además, otro loco que viene del Bass, se iniciaba justamente aquí en el maratón tropical y había que cuidar de el para que no ... tropezara.
Evitaré la solfa de siempre de lo buena que es la pesca en los Jardines, que si las Cuberas, que sin 50 picadas al día etc. Esto ya lo sabéis, se ha hablado de ello y esta vez no ha sido de menos, al revés, ha sido demás. Más pesca, más peces grandes, más Cuberas y una cantidad, nunca vista antes, de Meros en superficie. Tengo bien grabados en mi débil memoria, momentos de tal actividad que lance tras lance salían de las piedras dos, tres o inclusive cuatro animales a por el señuelo.
También recuerdo, y esto se quedará grabado por el resto de mi vita, con o sin Alzheimer, la explosión detrás del Habano de una Cubera, perdón, de LA CUBERA más alucinante que he visto en mi vida. Una cola de este porte, digamos la raqueta de Nadal, pero por largo. Ni tocó el señuelo, porque de haberlo hecho se lo llevaba de piercing por un par de semanas. Seguro, esa no la paraba ni el Increíble Hulk.
De todas maneras, Cuberas y Tarpones siguen siendo las bestias negras de los Jardines, pero como ben sabéis por diferentes razones: una por la fuerza y el otro por lo difícil que es clavarle el anzuelo. Las Rojas, más o menos se han dejado toquetear por casi todos, el Sábalo ha sido más esquivo y difícil, y solo uno salió a sonreír para la prensa. También hay que decir que poco los buscamos, estaba todo el mundo envenenado con las chicas de los colmillos largos, y no había quien les sacara de los arrecifes.
Un viaje harto interesante por varias razones. En primer lugar los seres humanos que han participado, bellisimas personas y compañeros de viaje inmejorables. La tripulación Cubana, siempre agradable, simpática, divertida, eficiente, amistosa, humana y profesional. Los bichos, a la altura de las expectativas y si cabe, más todavía. El lugar: divino. Y finalmente servidor, acompañado por una caña muy potente como es la Daiwa Saltiga MuraMura, ha puesto a punto el bombeo infernal; una serie ininterrumpida de tirones muy cortos y muy seguidos, que en ninguna ocasión han permitido a Cuberas o meros de girar la cabeza y tirarse a por las piedras. Volveremos a hablar de ello, como de todos los señuelos y accesorios de Molix que he tenido la oportunidad de estrenar en exclusiva.